Informa El Confidencial.com de que SAR el Príncipe Felipe va a crear una fundación, con el nombre de Hesperia, para, en resumen, defender la causa de la monarquía en España, con los fondos que el empresario menorquín Juan Ignacio Balada legó a los príncipes y sus familias. En su testamento el empresario dividió su fortuna en dos mitades. Una de ellas, por valor de casi 4 millones de euros, supeditada a la creación de una fundación de “interés general y social”.
Con esos fondos los príncipes han creado la fundación Hesperia, que según figura en el BOE tendrá como misiones “el estudio y el apoyo a la Monarquía tanto en España como en el extranjero”.
Sería bueno empezar a plantearse seriamente el futuro de una monarquía de un país que no sabe cual es su propio futuro. Desde el meritorio papel del Rey Juan Carlos I en la transición política española y su papel como figura internacional de prestigio, nuestra monarquía se ha ido limitando a decir que sí a ltodo lo que los políticos le ponían delante, como le impone la Constitución, hasta el punto de que ni siquiera cuando el país se encuentra en peligro de disolución podemos esperar de ella una pequeña acción que nos recuerde lo que somos y de donde venimos.
Muchos de los partidarios de la Monarquía afirman que la Constitución impide cualquier tipo de gesto por parte del Rey, ni por acción ni por omisión, ya que además de no ser prudente desde el punto de vista político tampoco tiene legalmente capacidad para ello. Una declaración suya que no fuera bien acogida por la izquierda española podría poner en peligro la supervivencia de la Monarquía, alegan sus partidarios. Y no les falta razón.
Pero su inactividad tampoco le favorece entre la derecha, sus verdaderos defensores y sus apoyos incondicionales en los últimos años, sino que al contrario, está llevando a estos a plantearse la necesidad de contar con una figura de adorno que ya no nos sirve ni como símbolo de permanencia y unión.
Y esas dos posturas las observamos sin contar además con la escasa popularidad de una princesa y futura reina como Letizia, que no es bien acogida ni a diestra ni a siniestra, y que ha conseguido que nuestra Casa Real esté perdiendo adeptos con velocidad.
No parece que una fundación vaya a ser la salvación de la monarquía española. Lo que otorga legitimidad a un Rey y le vale el cariño público son sus gestos, sus declaraciones, sus muestras de lealtad a sus ciudadanos (ya no hay súbditos), su amor a su país, su defensa del mismo, y no parece que en tiempos modernos como estos, donde la monarquía es una figura muy discutida, nuestro Rey ni su futuro sucesor nos estén facilitando a ninguno la tarea de defender su reinado. Quería ganarse a la izquierda, que nunca les que "amará", y acabarán perdiendo el "amor" de sus defensores naturales, los conservadores, entre los que se extiende y gana apoyos la idea de una república presidencialista.
Siendo Letizia lo que es, y de seguir así la deriva de España, podríamos decir que a la monarquía española "le quedan dos telediarios".
Muchos de los partidarios de la Monarquía afirman que la Constitución impide cualquier tipo de gesto por parte del Rey, ni por acción ni por omisión, ya que además de no ser prudente desde el punto de vista político tampoco tiene legalmente capacidad para ello. Una declaración suya que no fuera bien acogida por la izquierda española podría poner en peligro la supervivencia de la Monarquía, alegan sus partidarios. Y no les falta razón.
Pero su inactividad tampoco le favorece entre la derecha, sus verdaderos defensores y sus apoyos incondicionales en los últimos años, sino que al contrario, está llevando a estos a plantearse la necesidad de contar con una figura de adorno que ya no nos sirve ni como símbolo de permanencia y unión.
Y esas dos posturas las observamos sin contar además con la escasa popularidad de una princesa y futura reina como Letizia, que no es bien acogida ni a diestra ni a siniestra, y que ha conseguido que nuestra Casa Real esté perdiendo adeptos con velocidad.
No parece que una fundación vaya a ser la salvación de la monarquía española. Lo que otorga legitimidad a un Rey y le vale el cariño público son sus gestos, sus declaraciones, sus muestras de lealtad a sus ciudadanos (ya no hay súbditos), su amor a su país, su defensa del mismo, y no parece que en tiempos modernos como estos, donde la monarquía es una figura muy discutida, nuestro Rey ni su futuro sucesor nos estén facilitando a ninguno la tarea de defender su reinado. Quería ganarse a la izquierda, que nunca les que "amará", y acabarán perdiendo el "amor" de sus defensores naturales, los conservadores, entre los que se extiende y gana apoyos la idea de una república presidencialista.
Siendo Letizia lo que es, y de seguir así la deriva de España, podríamos decir que a la monarquía española "le quedan dos telediarios".