domingo, 30 de enero de 2011

GIBRALTAR "INVADE" AGUAS TERRITORIALES ESPAÑOLAS

Agua españolas apropiadas por Gibraltar
La práctica totalidad de las aguas del Estrecho han pasado a ser ‘propiedad’ de Gibraltar. El almirantazgo británico del peñón emitió en agosto una nueva carta náutica a la Unión Europea en la que amplía considerablemente su mar territorial. No ha habido ninguna respuesta institucional por parte del Gobierno español.
Pese a que los nuevos límites marítimos afectan a la navegación española, no ha habido ningún tipo de queja a las autoridades del peñón

El Gobierno gibraltareño ordenó la realización de unas prospecciones submarinas durante el verano en aguas no consideradas de su jurisdicción. Y, tras comprobar que ninguna autoridad española impedía dichas actividades, el almirantazgo británico decidió crear una nueva carta náutica atribuyéndose esa zona marítima.

En el documento, enviado a diversos organismos internacionales, incluyendo la UE, Gibraltar amplía sus dominios marítimos, antes limitados a las zonas del puerto y del aeropuerto, hasta hacerse con un espacio tres veces mayor al que poseía hasta agosto de 2010, sin que las autoridades españolas hayan protestado ni realizado acción diplomática o política alguna como reacción a esta "invasión".

Portavoces del Ministerior de Asuntos Exteriores justifican el silencio del Ejecutivo asegurando que “las cartas no son algo nuevo. Se vienen publicando desde hace décadas y no podemos responder a todas, porque la posición de España sobre las aguas del Estrecho es de sobra conocida por el Reino Unido”. Las mismas fuentes aseguran que las cartas náuticas “no tienen reconocimiento jurídico por parte del Estado que los edita, por lo que no lo consideramos un asunto grave”.

Sin embargo, los pescadores españoles en la zona, ahora están obligados a pagar por faenar en unas aguas que antes de agosto de 2010 no aparecían en la carta de Gibraltar. Las autoridades portuarias de la Roca sí han dado validez a la carta náutica británica, por lo que los buques españoles deben obtener nuevos permisos de navegación por la zona, con un coste medio de 300 euros. En Gibraltar existen cartas náuticas hechas por España y por los ingleses, pero luego en el puerto se aplica lo que dicen las autoridades del peñón. El Instituto Hidrográfico de la Marina es el encargado de delimitar el espacio marítimo de España. Voces autorizadas del organismo aseguran que “nuestras cartas y las que hace Gibraltar no coinciden. Nosotros ya les reconocimos en su día las aguas del aeropuerto y del puerto, pero ahora quieren más, y ponen todos los medios para conseguirlo”.

Además, los agentes de la Guardia Civil y los efectivos Salvamento Marítimo han recibido órdenes de no sobrepasar los nuevos límites marítimos establecidos por la carta náutica emitida por el almirantazgo británico, para evitar nuevos incidentes con la Royal Navy. La Guardia Civil afirma que “No hemos tenido ningún altercado con los ingleses en los últimos dos meses porque estamos muy pendientes de no entrar en lo que ellos denominan su zona. Si hubiera cualquier problema, nuestro Gobierno no nos iba a respaldar”.



Parece que no hay día que no conozcamos otra bajada de pantalones del Gobierno español, ese que prometió o juró defender a España y la Constitución, claro que si nuestros ministros de asuntos exteriores son inútiles ideologizados como Moratinos, o mucho más inútiles e ideologizados como Trinidad Jiménez ¿qué se puede esperar de ellos?

El Ejecutivo de Zapatero no puede seguir ocultando por más tiempo cuál es su estrategia diplomática en Gibraltar, si es que la hay. Y no puede porque por parte de la colonia británica es evidente que se está llevando a cabo una inadmisible política de hechos consumados, como este periódico —y el propio PP— ha denunciado. Los gibraltareños, con la anuencia del Reino Unido, avanzan desde hace meses sobre las aguas territoriales españolas ante la total pasividad de La Moncloa, y los españoles tenemos derecho a saber en virtud de qué oculta razón nuestro Gobierno cede silenciosamente la soberanía de una parte de nuestro territorio.





viernes, 28 de enero de 2011

EL PER, UNA HISTORIA ¿REAL? AL MENOS PROBABLE

Aquí tienen un ejemplo de cómo los socialistas han conseguido mantener el poder absoluto en Andalucía durante treinta años:
Éramos cuatro en mi familia. matrimonio y dos hijos en edad de ir al instituto. Vivíamos en la ciudad y solo trabajaba uno de nosotros. Al mes entraban en casa 1.100 euros.

Nos hablaron del PER y pensando en ello decidimos vender el piso e irnos a un pueblo andaluz cuyo alcalde era un amigo de mis tiempos juveniles.

Hablé con mi amigo, vendimos el piso de la capital, de 3 dormitorios, por 245.000 euros. Compramos en el pueblo un trozo de finca de aproximadamente unas dos Has. de regadío y una casa de 4 dormitorios. Todo ello nos costó 205.000 euros.

Arreglamos todos los papeles con la ayuda de nuestro conocido el alcalde y nos apuntamos mi esposa y yo al PER.

Empezamos a recibir cada uno 600 euros x 2 = 1.200 euros al mes. Sin trabajar. Más de lo que ganaba al mes en la ciudad trabajando. Al tener con el PER todo el tiempo libre pude dedicarme a hacerlo en nuestra finca, en donde incluso teníamos animales domésticos.

De la finca empezamos a sacar dos cosechas anuales por un importe aproximado de 4.500 euros en cada cosecha. Eso sí, el trabajo lo hacíamos entre los dos, sin ayuda exterior y, claro está, sin pagar a la SS, ni impuestos, ya que éramos “pobres” obreros parados acogidos al PER.

Al final del año el ingreso de la familia se multiplicó,  y la crisis es para los demás.

¡Ah!, como oficialmente somos pobres, pobres, nos han dado becas para los niños y los tenemos en la ciudad con los abuelos estudiando. Cuando terminen los estudios, como ya serán mayores de edad, si no se colocan, nos los traeremos al pueblo y los apuntaremos al PER hasta que se coloquen: otros 1.200 euros al mes, y así sin problemas gracias al PER.

Cuando se nos acabe el PER nos haremos con las veinte jornadas que necesitamos y otra vez al PER. Y cuando llegue la jubilación, tanto mi esposa como yo la tenemos asegurada, ……¡¡¡Viva el PER!!!!

¡Ah! Y ahora en una cuentita ahorrando lo que podamos, por si se os ocurre votar mal y se nos acaba esto, tener un buen plan de pensiones.

Señores, sean espabilados y actúen, que si padecen crisis es porque quieren, no piensan o piensan poco.

Y cuando lleguen elecciones… ¿saben a quién votamos? .... Pues sí, a ese, ¿a quién si no?
¿Es mentira?  No lo sé, pero es factible con la legislación actual. A finales de los noventa yo tenía un amigo original del pueblo de Pinospuente, en Andalucía, que se había trasladado a trabajar a Madrid y que me contaba cómo funcionaba el PER en su pueblo, sistema  de subvenciones con el que en esa población no se molestaba nadie en trabajar, ni en buscar trabajo en otras poblaciones (menos mi compañero), y mucho menos aún pensaba nadie en crear su propia empresa, qué fatiga. Pero todos tenían un par de coches en casa y un nivel de vida que los madrileños de entonces considerábamos como "elevado". Meses después saltó a la luz el escándalo del PER en varios pueblos andaluces, entre ellos en éste.

Pero desde entonces, y hasta donde se ha publicado, la exigencia de la legislación y la inspección de las autoridades no parece que hayan ido en aumento.

En Castilla La Mancha existe otro procedimiento para sacar un dinero fácil sin necesidad de mucho esfuerzo. Si alguien tiene interés en conocerlo no tiene más que preguntar a la Junta cómo se obtienen las subvenciones por cambiar las tradicionales plantaciones de cereal por la reforestación, trabajo que requiere escasa dedicación y que proporciona interesantes ingresos anualmente por parte de la Junta de Castilla La Mancha. Yo probé una vez y obtuve la respuesta en 48 horas. Es factible, sólo hay que tener interés en hacerlo, y yo conozco a alguien que lo hizo y como él muchos en su pueblo manchego.


LAS NUEVAS GUERRAS E INTERVENCIONES HUMANITARIAS

LAS NUEVAS GUERRAS
Lo que yo denomino “nuevas guerras” es todo lo opuesto. Éstas son guerras que ocurren en el contexto de la desintegración de los Estados (especialmente Estados autoritarios bajo el impacto de la globalización). Son guerras libradas por redes de actores estatales, y no estatales, a menudo sin uniformes, a veces portando símbolos reconocibles como cruces o gafas de sol Ray-Ban, al modo de las milicias croatas y de Bosnia-Herzegovina. Son guerras en las que son  raras las batallas, donde la mayor parte de la violencia se dirige contra la población civil en consonancia con las tácticas de la contrainsurgencia y de la limpieza étnica. Son guerras donde se derrumban las recaudaciones tributarias y la financiación del esfuerzo bélico se realiza mediante el robo y el saqueo, el comercio ilícito y demás ingresos generados por la guerra. Son guerras donde la distinción entre combatientes y excombatientes o entre violencia legítima y criminal se difuminan. Son guerras que exacerban la desintegración del Estado —caída del producto interior bruto, pérdida de ingresos tributarios, pérdida de legitimidad, etc—. Ante todo, cimientan nuevas identidades sectarias (religiosas, étnicas o tribales) que socavan el sentido de una comunidad política compartida. De hecho, se podría incluso afirmar que éste es precisamente el sentido de estas guerras. Recrean el sentido de la comunidad política a través de nuevas líneas divisorias, mediante la promoción del miedo y el odio. Crean nuevas distinciones entre amigos-enemigos.

Las nuevas guerras violan deliberadamente todas las convenciones de las viejas guerras, además del nuevo corpus de legislación sobre los derechos humanos que se ha ido construyendo desde la II Guerra Mundial. La clave para tratar con las nuevas guerras tiene que ser la reconstrucción de la legitimidad política. Si las viejas guerras establecieron una noción de legitimidad en términos de la distinción amigo-enemigo, en las nuevas guerras esta distinción destruiría la legitimidad política. De ahí que la legitimidad política sólo se pueda reconstruir sobre la base del consentimiento popular y en el marco del Derecho Internacional. Esto implica promover la democratización en situaciones complejas o hacer uso de varios mecanismos internacionales y del derecho para apoyar tales procesos.

¿Existe aún un rol para la fuerza militar? La fuerza militar es necesaria para proteger a las personas y asegurar el cumplimiento de la ley. Carl Schmitt argumentaría que no puede existir una comunidad política sin enemigos. En aquellos casos en los que se recurre a la fuerza en nombre de la humanidad, el adversario ya no es un enemigo como tal, sino un forajido, alguien que amenaza la paz. Si Schmitt tiene razón, estamos ante un futuro desolador, una nueva guerra global y contagiosa es posible. Pero, si creemos que es posible mantener unidas a comunidades políticas con algo más allá del miedo, entonces se abriría una alternativa, una transformación del concepto del Estado, en el que los Estados dejarían de estar inherentemente ligados a la guerra, para operar dentro de un marco multilateral. Al argumento sobre la humanidad se le podría dar un vuelco.

Si empezamos a llamar a los terroristas enemigos, les otorgamos un estatus político; de hecho esto bien podría ser lo que pretenden. Yo considero más acertado verles como forajidos, como personas que quebrantan la paz, y hacer uso de los métodos policiales y de inteligencia para enfrentarse a ellos, y no el recurso de las viejas guerras.

REFORMULAR LAS GUERRAS
Clausewitz defined war as an ‘an act of violence designed to compel our opponent to fulfil our will.’ From that definition he derived his theory that war tends to extremes as each side tries to crush his opponent. I agree with much that has been written in the openDemocracy debate about conflict transformation and liberal peace but it seems that underlying the debate is an implicit assumption that war or armed conflict is indeed a  contest of wills.

I want to suggest an alternative definition. War is ‘an act of violence involving at least two organised groups framed in political terms.’ Defined in this way, war can either be a contest of wills or a mutual enterprise. If it is the latter, wars are likely not to be extreme but to be long and difficult to end.

Generating insecurity

A mutual enterprise could be political or it could be economic or it could be both. Violence is a way in which groups win political power not through defeating the enemy but through mobilising support on the basis of fear. Such groups construct ideologies to explain deep-seated social frustrations – poverty, insecurity, lack of opportunity – and to place the blame on the ‘other’. They turn themselves into protectors by generating the insecurity from which people need to be protected. Defeating the enemy is the justification not the goal of war. Indeed the warring parties share a mutual need for justification and consequently, they may actually reinforce each other. Through war and violence, the armed actors transform themselves from marginal extremists into mainstream power-brokers. By producing fear and hatred, they construct exclusive ethnic or religious ideologies that underpin their power.

Understood in this way, war is not about genuine grievances or ‘root causes’- it is about manipulating and instrumentalising grievance.

This interpretation can be applied to sectarian conflicts between, say, Serbs and Croats in the former Yugoslavia or Shi’ia and Sunnis in Iraq. The different parties are trying to carve out separate areas that they control politically rather than destroy each other. Indeed the existence of the other is necessary to justify their behaviour. They very rarely have battles. Violence is directed against civilians, not the so-called enemy. The main aim is to frighten, kill or expel those who disagree or who have a different ethnicity or nationality. In Bosnia Herzegovina, ordinary people understood the difference between ‘Chetniks’ (militant Serb nationalists) and Serbs or between Ushtashe (militant Croat nationalists) and Croats. In Baghdad, Sunni and Shi’ite groups did not actually attack each other. Sunni suicide bombers would enter a Sh’ite area and this would justify Shi’ite death squads who would kill ordinary civilians and take over Sunni parts of Baghdad.

Or take for example, Israeli attacks on Hamas. Israel cannot actually eliminate Hamas any more than Hamas can defeat Israel. Attacks on Hamas (that mainly kill Palestinian civilians including children) will not achieve security for Israel, only a permanent conflict that benefits the Israeli right and the defence industry. And vice versa, terrorist attacks on Israeli civilians do not bring a Palestinian state any nearer; they merely provoke further Israeli attacks that strengthen extremism. By attacking Hamas, Israeli governments are seen to be doing something and vice versa.

A profitable mutual enterprise?

Some of the mutual benefits may be economic. Contemporary conflicts are financed from a variety of means – loot, pillage, kidnapping, setting up check points, criminal activities like drug smuggling or human trafficking, ‘taxing’ humanitarian assistance or mobilising remittances from the Diaspora. It is often not clear whether these activities are about financing the war or whether war provides a cover for carrying on these activities. Is the war in Afghanistan really a contest of wills between the Karzai government and the Taliban? Or are the warlords in the government colluding with the Taliban in a profitable mutual enterprise based on drugs?

Of course most wars are probably a mixture of both. And the parties to the conflict probably believe they are engaged in a contest of wills; they certainly claim that is what they are doing. The point of redefining war in this way is that it offers quite different recipes for conflict transformation and peace-building. Because the so-called international community tend to think of war as a contest of wills they focus on reconciling the extremists rather than bringing together ordinary people. Indeed they hardly ever talk to ordinary people, partly because of their colonial mentality so vividly described by Oliver Richmond, and partly because they think that the extremists are the power brokers, which, in turn, reinforces their preset view of the war as a contest of wills. The paradox is that by so doing they legitimise the people with guns and disenfranchise everyone else.  If we think of war as a mutual enterprise, then a different strategy is required aimed at marginalising the extremists. It has to involve lifting the pall of fear so that ordinary people can discuss their needs and their future and can base their strategies on the everyday needs rather than cumbersome unworkable compromises among extremists, which is the typical outcome of this kind of approach. Dayton and Oslo are good examples.  Diana Francis offers us moving examples of what happens when young people from Bosnia Herzegovina or from Georgia and Abkhazia come together in situations where they are not afraid.

Both Diana Francis and Paula Green suggest that the problem in Kosovo is Kosovisation; the idea that the international community has favoured the Albanian majority and neglected the Serb minority. My view is that the problem is almost the opposite. The international community have been obsessed with ethnic relations, power-sharing and the issue of status and have totally neglected everyday needs. After ten years of international rule, Kosovo still does not have 24 hour electricity and water; unemployment is 70%; and there are no proper arrangements for garbage collection. Moreover, ethnic polarisation is even more entrenched. As Albin Kurti, the firebrand student leader, put it, UNMIK was obsessed with multi-ethnicity rather than people:

    ‘There are no people in Kosovo. There are only different ethnicities. Multi-ethnicity is the concept with which the lenses of the international community are built. What in modernity were ‘tribes’, in post-modernity are ‘ethnicities’. Since the year 1999 onwards, the approach as well as the starting point was ethnic. UNMIK identified, like in a terra nullus: Albanians, Serbs, Roma, Turks, Egyptians, Bosniaks, and Ashkalis. Therefore, it started from ethnic belonging, not from what is common, what is universal among people – not from their need for freedom, dignity, jobs, qualitative education, healthcare and social insurance.’

Fashionable solutions

It is now fashionable to argue that instead of imposing international norms, the international community should help to strengthen local structures. I agree with Shahrbanou on this issue. Very often what the international community regards as traditional structures are new institutions established by the warring parties. Both Kosovo and Afghanistan have been transformed by war and conflict and what was tradition has often been totally uprooted and reinvented in ways that may often be even more oppressive and violent especially to women and minorities than in the past. Kosovars, for example, ended blood feuds during the period of non-violent resistance; now blood feuds have been reinvented. Of course, there do have to be hybrid structures - people have to design their own institutions - but, in my experience, many ordinary people in conflict zones do not necessarily want to return to the past and welcome international support if it is about meeting needs and respecting human dignity and if it enables people to deliberate without fear.

This analysis also has implications for dealing with the greed element of contemporary conflict. Establishing a legitimate economy is often the key to ending violence. The Kimberly process for diamond certification was a hugely important factor in ending the wars in West Africa. What about the legalisation of drugs as a way to undercut the war in Afghanistan?

Actually violence is the opposite of conflict, as the French sociologist Michel Wievorka argues, “Violence shuts down conflict and makes it more difficult to address genuine grievances and ‘root causes’”. I agree, of course, with all those who say we have to eliminate war. But a way to start is to reconceptualise the nature of war.

INTERVENCIONES HUMANITARIAS
Si creemos en la igualdad de los seres humanos, también estamos a favor de la ampliación de la sociedad gobernada por leyes en el ámbito internacional, y en particular, la ampliación del derecho cosmopolita, es decir, el derecho internacional que se aplica a los individuos. Yo estoy a favor de la intervención humanitaria si se entiende como acción para el cumplimiento de la ley cosmopolita. Pero la intervención humanitaria, entendida de este modo, es muy distinta a la guerra. Los Gobiernos no pueden tomarse la ley en sus manos, de la misma manera que los ciudadanos no pueden decidir unilateralmente cuándo se viola la ley. Tiene que haber un conjunto de criterios acordados para decidir cuándo es adecuada una intervención humanitaria y cuándo hay que aplicar esos criterios.

La intervención humanitaria consiste en impedir las catástrofes humanitarias. El objetivo no es la victoria sobre otro colectivo, sino la protección de la gente y la detención de los criminales responsables de la catástrofe.
 
Por tanto, la intervención humanitaria es como la actividad policial, aunque requiera el uso de la fuerza militar. La guerra consiste en tomar partido, y las vidas de los soldados de un bando tienen prioridad sobre las de los civiles del otro. En la intervención humanitaria, el soldado arriesga su vida para salvar la vida de los civiles.

La Comisión Independiente Internacional en Kosovo. Esa comisión llegó a la conclusión de que la intervención en Kosovo fue ilegal, porque no había resolución del Consejo de Seguridad, pero legítima porque ayudó a resolver una crisis humanitaria y contó con un apoyo amplio de la comunidad internacional y la sociedad civil. La comisión también sostuvo que el vacío entre legalidad y legitimidad es muy peligroso y es necesario eliminarlo especificando las condiciones de la intervención humanitaria.

Confundir la guerra preventiva con la intervención humanitaria, como hace Blair, es la fórmula para la escalada de la violencia y para la polarización global. Hay tres polémicos aspectos de la intervención humanitaria: la autoridad legal, el umbral de abuso y la relevancia de los motivos. Aunque el marco de los derechos humanos se basa desde hace tiempo en la premisa de que los Estados no son de confianza, la Carta de la ONU dejó la tarea de autorizar la intervención humanitaria a esos mismos Estados no dignos de confianza.

Dejar la autoridad legal en el Consejo de Seguridad, que incluye a Rusia y a China, dos notorios agresores de los derechos humanos, casi garantiza la falta de acción, incluso en lugares en los que la amenaza para la humanidad es desproporcionada. 
 
Por otro lado, disolver el Consejo de Seguridad, tal como parece empeñado en hacer Bush, invita a la prevención, al caos y, en último extremo, a un baño de sangre probablemente mayor. Sin la reforma que debería haberse realizado en el Consejo hace mucho tiempo, necesitamos un mecanismo de repuesto para legitimar las intervenciones, que podría encontrarse tal vez en el secretario general, único organismo de la ONU con capacidad para ir más allá de los intereses de Estado.

Cuando se trata de decidir si los abusos contra los derechos humanos son tan flagrantes como para exigir una intervención, casi todo el mundo está de acuerdo en que el genocidio o los crímenes en masa contra la humanidad constituyen un umbral válido. Pero en la práctica, pocos consiguen ponerse de acuerdo sobre cuándo se ha traspasado ese umbral.

A la hora de evaluar una intervención humanitaria, un tercer punto de controversia incluye la cuestión de cuánto deberían importarnos los motivos del que interviene. Algunos exageran la importancia del motivo, negándose a apoyar cualquier intervención que no sea puramente humanitaria. Otros le restan importancia, alegando que las verdaderas intenciones de los Estados son imposibles de discernir y que, por tanto, lo que importa son los resultados humanitarios. Ambos planteamientos son erróneos. Los motivos importan no porque podamos esperar realmente que sean puros, sino porque el hecho de saber por qué interviene un Estado nos da un cierto poder de predicción: la importancia relativa que un Estado da a las preocupaciones humanitarias nos dice mucho sobre el punto al que estaría dispuesto a llegar para salvar vidas civiles, y la voluntad del agente interventor de continuar con la labor, e invertir el capital político, financiero y militar necesario para ofrecer un entorno seguro en nombre de aquellos por los que se ha iniciado la guerra. Naturalmente, una vez que ha terminado la guerra, los resultados importan. Y a la hora de juzgar los efectos a largo plazo de esas misiones, es importante no limitarse a medir los efectos humanizadores y deshumanizadores del país receptor, sino también los efectos que tendrá en la región, o en el país o países que intervienen, y en el sistema internacional.

Intervención humanitaria" es un nombre inapropiado, ya nos refiramos a ella como prescripción o como descripción. Lo que realmente queremos decir cuando hablamos de intervención humanitaria (o intervención por los derechos humanos, o la "responsabilidad de proteger", dos nuevas versiones de la misma fórmula) es guerra.

Nos referimos, claro está, a una guerra por una buena causa. Estas guerras se llevan a cabo para proteger a la población civil de agresiones externas cuando sus Estados se vienen abajo o por alguna otra razón no pueden o no quieren defenderla. También pueden emprenderse cuando un país es demasiado débil para reprimir los conflictos internos, como es el caso de Sierra Leona. Por último, pueden llevarse a cabo cuando el Estado mismo es el opresor, como en Kosovo.

Estas guerras pueden ser bienintencionadas y justas, pero llamemos a las cosas por su nombre, y no las higienicemos con el término intervención humanitaria. El admitir que lo que se requiere es una guerra sitúa el problema de si el uso de la fuerza es apropiado la consecuencia inevitable de ensalzar la intervención humanitaria como respuesta deseable a las guerras y a las crisis de refugiados será un nuevo orden colonial. En la mayoría de los casos, la acción militar consiste, en la práctica, en sustituir al Gobierno del país en cuestión por el Gobierno del interventor humanitario o por algún otro agente externo, que suele ser la ONU, o si no, un sustituto local que de hecho está controlado por el interventor externo. El hecho de que los intervencionistas humanitarios y los activistas de los derechos humanos sigan afirmando que esto no es un problema grave porque:

a) tienen las mejores intenciones, centradas únicamente en el interés de las víctimas, y
 
b) sólo actúan de acuerdo con la ley internacional establecida, es, como poco, un caso de amnesia histórica.

¿Quién se opondría a una intervención humanitaria, sobre todo si se trata de impedir el genocidio o crímenes en contra de la humanidad? Sin embargo, la Carta de Naciones Unidas prohíbe la injerencia en los asuntos internos de los Estados miembros. Esta cláusula fue introducida por los fundadores de la organización internacional por dos razones: para respetar la soberanía de los Estados miembros y, más importante, para mantener la paz mundial. Los autores de la Carta no querían proporcionar a los Estados, o a los grupos de Estados, un pretexto para intervenir por motivos egoístas. De ahí la absoluta necesidad de que todas las intervenciones humanitarias sean aprobadas de antemano por el Consejo de Seguridad.
 
La intervención humanitaria es un principio noble que puede someterse fácilmente a la distorsión y al abuso. Al igual que otros nobles principios, como la democracia (que a menudo implica elecciones sin opciones) o la autodeterminación (que puede significar la ruptura de un Estado multicultural en favor de la dominación de una sola etnia o grupo religioso), puede ser una tapadera para la intolerancia y la agresión. El ampliar la doctrina más allá de la prevención del genocidio plantea una serie de problemas a los que la gente bienintencionada es reacia a enfrentarse.

Para que la intervención humanitaria sea más que un deseo piadoso de un mundo mejor, es necesario diseñar unos mecanismos realistas para la toma de decisiones y el cumplimiento de la ley. Esto implica el establecer no sólo un tribunal internacional con autoridad vinculante, sino también un Parlamento internacional y un cuerpo de seguridad. Y esto conlleva tanto la disminución de la soberanía de los Estados individuales como la creación de la soberanía de una entidad global que de momento es poco más que un cliché (la "comunidad internacional"). Pero hay que tener en cuenta las siguientes cuestiones:

Primero, los Estados que intervienen por meras razones humanitarias pierden el interés rápidamente y se vuelven a casa (como en Haití o Somalia); los que se quedan, casi siempre tienen motivos sospechosos.

Segundo, los agresores más atroces de los derechos humanos (la Alemania nazi, el Japón imperial, la Rusia soviética) rara vez se detienen ante las sanciones económicas, que suelen ser fáciles de esquivar. Pero sí los agresores de poca monta, como los caciques asesinos de África Central, dada su dependencia del petróleo internacional y los diamantes.

Tercero, si no se puede eliminar a los agresores, ayudemos a las víctimas. Muchos, puede que la mayoría, de los judíos europeos podrían haberse salvado en los años treinta si algún Estado les hubiera ofrecido asilo.

Cuarto, es más difícil y más importante construir una nación que destruirla. La intervención humanitaria sólo funcionará si hay un compromiso a largo plazo para construir algo mejor.

Quinto, las consecuencias no previstas suelen prevalecer. Las guerras humanitarias siguen siendo guerras, aunque limpiemos su imagen llamándolas intervenciones. Y éstas, invariablemente, crean nuevos problemas. Entre los más frecuentes están el del separatismo étnico y la violencia comunal. Los imperios austrohúngaro y otomano eran más tolerantes, justos y cosmopolitas que lo que les sustituyó.

Sexto, cuidado con las soluciones democráticas. La democracia es una planta que requiere cuidados a largo plazo y no enraíza en cualquier parte. Lo que importa no es que un Estado sea democrático (Atenas no lo era), sino que brinde justicia, igualdad y dignidad a sus ciudadanos. Al fin y al cabo, la democracia no es una solución, sino sólo un método.
 
Justificar las intervenciones militares con el propósito de imponer la democracia es una tapadera cínica del imperialismo o, si no, un acto de ingenuidad irresponsable. Los líderes de las grandes potencias no suelen ser ingenuos, aunque los ciudadanos sí lo son. Un caso que viene a cuento es que las autoridades estadounidenses han declarado que no permitirán que los fundamentalistas islámicos suban al poder en Irak ni siquiera si son elegidos libremente. Los entusiastas de la intervención humanitaria harían bien en tener en cuenta la primera lección que les enseñan a los estudiantes de medicina: sobre todo, evitad hacer daño.

LOS INDEPENDENTISTAS (NACIONALISTAS) EN ESPAÑA

Magnífico artículo de Carlos Herrera en ABC, EL CUENTO INDEPENDENTISTA, sobre los independentistas (nacionalistas) que encontramos en el Parlamento español. Por su interés aquí tienen un resumen:
Amenazar a estas alturas con la independencia de Cataluña tiene menos efectos que exhibir un matasuegras en cualquier sesión plenaria del Congreso de los Diputados: no sólo no asusta a nadie, sino que puede, incluso, excitar a unos cuantos deseosos de quitarse de en medio la monserga permanente de escuchar lamentos irritados. .... La independencia de Cataluña, la real, la efectiva, la que supone ponerse a la cola de los países que quieren entrar en la UE, la que significa tenerse que beber todo el vino criado en esa digna tierra, la que implica organizar una liga particular deporte por deporte, la que provoca perder decenas de puntos de su PIB, no interesa más que a unos cuantos espíritus simples e inflamados. Cualquier cabeza medianamente amueblada sabe que una declaración de independencia .... significa la ruina, el aislamiento sentimental, la anécdota histórica y el enfrentamiento civil,cuando no el éxodo o la huida. .... a los nacionalistas catalanes no les interesa la independencia, les interesa el independentismo, que es mucho más rentable. La independencia real significaría renunciar a un mercado natural, el español, que resuelve la venta del producto catalán, .... El independentismo ... es .... (la maniobra por la que) .... pronunciar las palabras mágicas que habrán de levantar a un pueblo indignado: «¡nos odian!».
Mediante la independencia llegaría una felicidad postural de no muy largo recorrido, pero mediante el independentismo llegan acuerdos políticos de interés nada despreciable: si los votos de CiU son necesarios para acabar la legislatura, excitarán el ambiente mediante proclamas medievales .... el gobierno será comprensivo y ellos lo saben. .... 

EL SUPUESTO DECÁLOGO DE LENIN PARA HACERSE CON EL PODER

Circula por internet un supuesto decálogo escrito por Lenin en 1937 con los diez objetivos que debe cumplir una estrategia que pretenda hacerse con y mantener el poder en cualquier país. Hay varios puntos en ese decálogo que nos lleva por lógica a deducir que se trata de un texto escrito por alguien con el deseo de atacar a algún gobierno occidental, y no por el propio Lenin, además de no tener constancia de que el ruso sea el verdadero autor de estos 10 puntos. De hecho en la blogosfera argentina es muy común encontrar este decálogo para describir el gobierno de los Kirchner desde hace unos años.

Aquí, en España, este decálogo también puede ser utilizado con facilidad para describir con bastante fiabilidad el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero. Vamos a verlo:

1. Corrompa a la juventud y fomente la libertad sexual.
Parece que el gobierno socialista de Zapatero es un destacado impulsor del furor genital mediante la subvención de publicaciones que enseñan a marturbarse y a mantener  relaciones hetero y homosexuales, el mapa clitoridiano, el aborto de las menores sin conocimiento paterno, etc.

2. Infiltre y después controle todos los medios de comunicación de masas
Es difícil que Lenin hablar de medios de comunicación de masas ya que en esa época sólo existían los periódicos y su difusión era mínima. Pero sí es aplicable a la España actual donde se han creado consejos censores (CAC catalán), se va a crear un consejo censor nacional, se multa a las emisoras que no siguen la línea editorial del zapaterismo, se conceden emisoras y grupos multimedia a los amiguetes (La Sexta), se viola la ley de concesión de emisoras para favorecer a grupos afines (La Cuatro).

3. Divida a la población en grupos antagónicos, incitando las discusiones sobre asuntos sociales.
Y qué fue la creación de la Ley de Memoria Histórica y los ataques continuos a la Iglesia Católica sino una táctica en este sentido. La división del país en buenos y malos, con el punto de partida puesto en la II República, una experiencia histórica que la mayoría de los españoles no vivimos.

4. Destruya la confianza del pueblo en sus líderes.
La continua deslegitimación de la oposición conservadora, calificándola de derecha extrema (por no decir extrema derecha, aunque también lo hacen), quitándole cualquier rasgo de espíritu democrático es la vía para alcanzar este punto. Los ataques a los empresarios y a la CEOE, es la otra cara de este punto.

5. Hable siempre sobre Democracia y Estado de Derecho, pero, en cuanto se presente la oportunidad, asuma el Poder sin ningún escrúpulo.
Parece evidente que su permanente personificación como el paradigma de la democracia, como los  únicos depositarios de las esencias democráticas y como los únicos defensores de los derechos humanos, al mismo tiempo que se han aprovechado del 11-M y del asesinato del concejal Isaías Carrasco justo antes de las elecciones de 2004 y 2008 demuestran que este punto lo han alcanzado sin mayores problemas, como así lo hace la desaparición de la división de poderes que pone la Justicia en manos del Ejecutivo.

6. Colabore con el vaciamiento de los dineros públicos; desacredite la imagen del País, especialmente en el exterior y provoque el pánico y el desasosiego en la población por medio de la inflación.
Deuda, déficit, paro riesgo de impago, riesgo de quiebra, pérdida de poder en las instituciones internacionales, etc. ¿Algo más que decir?

7. Promueva huelgas, aunque sean ilegales, en las industrias vitales del País.
Por ejemplo, la huelga del Metro de Madrid, las huelgas generales realizadas sin motivos reales durante los mandatos del PP no se apartan mucho de este mandato.

8. Promueva disturbios y contribuya para que las autoridades constituidas no las repriman.
Las manifestaciones como consecuencia del caso Prestige y contra la presencia de tropas españolas en Irak (donde nunca entraron en combate para invadir el país, sólo para mantener la paz bajo mandato de Naciones Unidas, exactamente igual que lo hacen ahora bajo un gobierno socialista), la defensa de los altercados protagonizados por antisistemas en Madrid, la defensa de las actividades de los okupas antisistema en Barcelona, etc.

9. Contribuya a destruir los valores morales, la honestidad y la creencia en las promesas de los gobernantes. Nuestros parlamentarios infiltrados en los partidos democráticos deben acusar a los no comunistas, obligándolos, so pena de exponerlos al ridículo, a votar solamente lo que sea de interés de la causa socialista.
Evidente cada semana en nuestra vida política, pero cambiemos la palabra comunista por socialista o izquierdista, el pensamiento único como aceptable en una votación parlamentaria so pena de ser considerado un fascista si algún diputado se muestra contrario a las intenciones socialistas.

10. Registre a todos aquellos que posean armas de fuego, para que sean confiscadas en el momento oportuno, haciendo imposible cualquier resistencia a la causa.
Actualmente este registro es obligatorio legalmente, y no parece aplicable a la situación española ya que no se puede esperar tampoco ninguna clase de respuesta armada por parte de la sociedad.

Obviando la verdadera autoría de este decálogo, parece que nueve de los puntos son aplicables a la situación española actual, como si el Gobierno socialista de Zapatero hubiera seguido realmente y al pie de la letra cada uno de ellos (no así el décimo). 

Por lo demás, cada persona con interés por interpretar estos puntos puede aportar sus propias razones a favor o en contra, de forma más o menos extensa, espero las suyas.

jueves, 27 de enero de 2011

OPINIONES SOBRE EL PROBLEMA CATALÁN

Los nacionalistas catalanes de Convergencia i Unión han retomado el poder de ese gobierno autonómico  y en contra de la opinión de muchos "analistas" buenistas y socialistas, de esos que pronosticaban una vuelta a la cordura, siguen echados al monte, enervando a parte de su población, algunos están encantados, con sus típicas declaraciones victimistas. Un par de catalanes han  manifestado en ABC su opinión sobre la famosa cuestión catalana. Tratándose de catalanes de nacimiento y educación, no está de más conocer su posición y opinión sobre el eterno problema español:

En Cataluña se cuenta el siguiente chiste: si a un alemán, un inglés, un francés, un italiano y un catalán se les encargara un ensayo sobre el elefante, ¿cómo titularía cada uno de ellos su trabajo? ......: el título del alemán sería Fundamentos epistemológicos del estudio de los mamíferos ungulados; el del inglés, Teoría y práctica del mamífero proboscídeo; el del francés, El grado cero del lenguaje del elefante; el del italiano, La estética del elefante; y el del catalán, El elefante y la cuestión nacional catalana. ....
El chiste del elefante —esa obsesión identitaria del nacionalismo catalán, ese distinguirse de lo español por sistema y a cualquier precio, ese valorar la existencia en función de la llamada cuestión nacional catalana—.....  La apelación a los derechos históricos del pueblo catalán, la reivindicación de la vocación secular de autogobierno, el reconocimiento de la posición singular de la Generalitat, así como la definición nacional de una Cataluña que poseería el inalienable derecho al autogobierno, todo ello pone en evidencia la obsesión identitaria que impregna el texto estatutario.
Esa obsesión por la excepcionalidad, esa pulsión preconstitucional que afirma la diferencia, se concreta en un texto que aúna lo simbólico y lo prosaico. Lo simbólico: la bandera, la fiesta, el himno o la lengua nacionales. Lo prosaico: la bilateralidad, las competencias, la financiación o la Justicia. El detalle que retener: aquí, lo prosaico es también simbólico. En la Cataluña nacionalista de cada día todo se vincula —el chiste del elefante— con la llamada cuestión nacional catalana. Si Cataluña debe relacionarse de tú a tú con España, si debe tener competencias exclusivas en determinadas materias, si debe negociar la financiación directamente con el Estado, si todo ello debe ser así, es porque Cataluña es —otra vez el ser que distingue y separa— una nación y, en consecuencia, tiene derecho a reclamar lo que le pertenece......  La lógica nacionalista del elefante ..... resurge cuando se habla de la ruptura del pacto político firmado entre Cataluña y España, cuando se aduce que la sentencia está falta de legitimidad al corregir la voluntad emanada de las instituciones y el pueblo catalán, cuando se afirma la existencia de un choque de legitimidades entre Cataluña y España. Nada de ello es de recibo: no se ha roto ningún pacto político entre Cataluña y España, porque tal pacto —solo posible entre entidades soberanas— no existe; la sentencia es legítima, porque ........... nadie ni nada está por encima de la Constitución y Cataluña no tiene poder constituyente; no existe un choque de legitimidades ...... Todo eso tanto da, porque el nacionalismo catalán...... necesita alimentar permanentemente el conflicto llegando, incluso, a la insumisión.
¿Qué puede ocurrir en Cataluña a corto o medio plazo? Mucho populismo y mucho tacticismo. El populismo —uso y abuso de la palabra, invención de la verdad, movilización a la carta, fustigación sistemática de un supuesto enemigo exterior, cuestionamiento de las instituciones estatales— de un nacionalismo que habla de un Estado español que no admite la pluralidad, de una Cataluña maltratada que no puede decidir su futuro, de un pueblo humillado que no puede escoger su destino. El tacticismo de unos partidos nacionalistas que necesitan marcar perfil soberanista —lean independentista— para autoafirmarse y agitar la conciencia y sentimientos de militantes y simpatizantes previamente recalentados. . Hay mucho movimiento, mucho grito, mucho ruido y mucho farol. Mucho histrionismo, ...... el populismo y el tacticismo nacionalistas pretenden convertir la llamada realidad nacional catalana en un referente ordinario que podría dar su fruto. 
Así, se normaliza la nación ..... se elogia una economía de la secesión que haría de Cataluña —cosa falsa— la cuarta potencia económica de la Unión Europea. El objetivo: el nacionalismo catalán —paso a paso— va en busca y captura de una mayoría social independentista antes de convocar un referéndum de autodeterminación. El nacionalismo catalán administra el tiempo consciente de que la impaciencia ............ conduce al fracaso.
......el nacionalismo catalán necesita una cuestión nacional catalana no resuelta para continuar existiendo...... O se rompe la hegemonía discursiva y política nacionalista —ese Partido Único Catalán, de derecha e izquierda, instalado en las instituciones— en beneficio de una colaboración leal en el marco del proyecto constitucional común de la España liberal-democrática, o Cataluña seguirá dando pasos adelante en el proceso de desvinculación —afectiva primero y política después— de España. ...... los prejuicios identitarios e ideológicos raramente se desactivan, las fantasías difícilmente de desvanecen y los intereses pocas veces desaparecen. Parafraseando al filósofo francés Alain, no se puede razonar con quien defiende ciegamente sus verdades.......
Mi chiste sobre elefantes acabaría así "El elefante español, harto del elefante catalán". En Bulgaria en la época comunista había un chiste similar que parodiaba la sumisión del régimen comunista búlgaro al soviético, de modo que el título del libro búlgaro era "El elefante búlgaro, el mejor amigo del elefante ruso". En mi título, mi elefante estaría en la posición opuesta al búlgaro.

El segundo artículo es de Xavier Pericay y se titula "La carcoma" (ABC, 27.01.11)
........ querencia de la prensa catalana por «España» como tropo es bastante reciente. Por lo menos, en los diarios importantes. Antes lo que abundaba era otra sinécdoque, el famoso «Madrid», cuya mera expresión —rematada por aquella «t» inconfundible— acarreaba ya en según qué labios todo un memorial de agravios. Pero «Madrid», ....es, un recurso periodístico consagrado para referirse al Gobierno del Estado. Lo cual permitía hablar, con propiedad, de los contactos entre ...... un Ejecutivo autonómico y uno central. Lo de «España» no va por aquí. Lo de «España» presupone forzosamente que la relación ya no se establece entre dos gobiernos de rango distinto, sino entre pares. ...... O sea, como si Cataluña fuera lo que no es: un Estado independiente, con un ministro plenipotenciario, cuando no un embajador, al que se nombra para que represente al Gobierno del país lejos de la patria.
....... esa deriva de los medios catalanes resulta inseparable de la deriva de su clase política. ....... del camino emprendido con la reforma del Estatuto, ....... la prensa ha actuado como una avanzadilla del poder autonómico. Sin rubor alguno, sin turbarse lo más mínimo, asumiendo como una especie de causa general lo que no eran sino intereses de parte, diarios, radios y televisiones catalanas, en grados distintos pero coincidentes, han ido consolidando la ficción de una Cataluña soberana, desgajada de España —y, si no desgajada ya, deseosa al menos de consumar cuanto antes la tan ansiada separación—. De ahí que España se haya convertido, para esos medios, en una realidad ajena, con la que Cataluña no tiene ya otra relación que la que emana de los pleitos en curso.
En este sentido, nada hay tan revelador del deterioro periodístico catalán como el editorial publicado al unísono, el 26 de noviembre de 2009, por la docena de diarios radicados en la todavía comunidad autónoma. ....... Se titulaba «La dignidad de Cataluña» y no era sino un intento ruin de condicionar la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto cuando todo daba a entender que esa sentencia, por entonces, ya no podía demorarse. ...... sus intenciones —entre las que también estaba, por supuesto, la de soliviantar a una parte notable de la sociedad catalana contra una de las más altas instituciones del Estado—, lo más significativo de la iniciativa era su carácter colectivo. ...... sin que ninguna cabecera sintiera siquiera la necesidad de expresar una reserva al respecto, un mismo texto, y precisamente aquel. La unanimidad más absoluta. El asentimiento más general. ...... un retoño algo tardío de aquellos editoriales de inserción obligatoria tan comunes en la prensa española de la inmediata posguerra, la de la censura y las consignas.
Pero esa vanguardia periodística ..... Medio año más tarde, y con la sentencia del Estatuto todavía en el alero, sesenta columnistas autocalificados de «colaboradores de la prensa diaria catalana, de sensibilidades y talantes diferentes», publicaron en muchas cabeceras de esa misma prensa diaria un artículo conjunto, «El dilema español», en el que arremetían también contra el Alto Tribunal, al tiempo que abogaban sin tapujos por la secesión de Cataluña si el fallo no respetaba en su integridad el texto aprobado en referéndum...... la proclama la suscribían reputados comentaristas..... en Cataluña, la función de comentarista tiene siempre un halo familiar. La distancia entre los protagonistas de la actualidad —y singularmente de la actualidad política— y quienes se supone que deben juzgarla es mínima. Hasta tal punto que no resulta nada extraño encontrar en determinadas columnas un «querido Jordi» o una «querida Montserrat» dirigidos a algún político .......
Y es que esa relación entre periodismo y política descansa en el compañerismo, en la intimidad. ...... Lo nuevo, en el caso catalán, es que las transacciones entre el poder político y el llamado cuarto poder ya no se producen de tapadillo, sino a plena luz, mediante un persistente goteo de favores y subvenciones. .....
Esta Tercera de ABC no es innovadora ni aleccionadora en el sentido de que se trata de constatar algo que todos los observadores de la actualidad diaria ya conocen, es tan evidente que no se necesita un don especial para descubrirla. Por ello no deja de sorprender como todavía hay quien niega la evidencia de esa íntima colaboración entre la prensa catalana y los políticos nacionalistas e independentistas, uno de los síntomas de la enfermedad que corroe esa sociedad, ese síndrome del elefante que impide que la prensa ejerza su papel de fiscalizador e informe a la sociedad de los males que la aquejan. Muy al contrario, se han convertido en un acelerador de la metástasis nacionalista catalana.

Y como tal metástasis cancerígena, los políticos españoles deberían tomarse en serio la necesidad de poner fin a la enfermedad y dejarse de buenismos con venda en los ojos, y el mejor remedio sería: la secesión.

 


Y mientras tanto, Zapatero cada vez más cerca de estos nacionalistas anti-españoles, cediendo en las negociaciones que le mantienen en el gobierno a cambio de ceder competencias de todo tipo hasta que vacíe el Estado de sentido.

miércoles, 26 de enero de 2011

LOS PROGRESISTAS DE SALÓN. LA GAUCHE DIVINE

Genial Antonio Burgos sobre los progresistas españoles, esa gauche divine, esa izquierda caviar que vive de decirnos a los demás como es la democracia pero obviando sus propias recomendaciones. Se lo dejo entero según fue publicado en ABC:
En esta España de la titulitis, donde la Universidad es una fábrica de parados, pero, eso sí, con muchas diplomaturas, licenciaturas, doctorados y másteres, han debido de poner una Facultad de Ciencias del Progreso y yo no me he enterado. No veas la cantidad de progresistas que van por ahí presumiendo de serlo y viviendo de ello. Y perdonando la vida y llamando facha a todo el que no tiene la inmensa dicha de pertenecer a ese cuerpo de privilegiados que en nuestra nación detentan (que no ostentan) el poder, el prestigio, la razón y además el dinero, de trincar la tela arrimándose al perol.
Son progresistas con carné. Un carné maravilloso, porque no es por puntos, como el de conducir, y no te lo quitan si eres un baranda que le das una subvención a la empresa de tu hija o metes la mano en el cajón o en la cal viva . Bueno, les pasa como a los fachas con carné, también sin puntos, pero a la inversa. Si eres un facha con carné y, por ejemplo, sacas a España de la ruina en la que la dejaron los progresistas, enderezas la economía, creas millones de empleos y logras el respeto internacional, como hizo Aznar, el carné de facha no te lo quita nadie.
...... Los progresistas con carné han echado las campanas al vuelo (campanas laicas, naturalmente) porque han elegido como presidente a uno de los suyos, .....  los jueces progresistas, que se llevan los mejores puestos, los más rápidos ascensos, las grandes mamelas. ...
.... en la judicatura y en la comunicación, en la enseñanza y en la medicina, progresista en España es hoy una especialización, una profesión como otra cualquiera. Progresista suena a profesión. Como escayolista, economista, taxista, anestesista, documentalista, ebanista, pianista o futbolista: progresista. De ahí que España se haya llenado de progresistas profesionales, que le sacan una pasta al oficio.
En esta tesitura de volverán encuestas victoriosas y de hambre y sed de justicia, digo, de urnas, me encontré el otro día con un profesional de éstos, que me dijo:
—Yo no puedo votar al PP, porque soy progresista.
Vamos, como el militar que te dice que no puede afiliarse a un partido porque es comandante. Y le pregunté:
—¿Y qué es ser progresista, hijo mío? ¿Decir que de los 4 millones de parados tienen la culpa la Banca y el PP? ¿Estar en contra de la pena de muerte... en China, pero a favor del aborto y la eutanasia en España? ¿Decir a cada paso esa imbecilidad de «ciudadanos y ciudadanas»? ¿Defender la dictadura de Cuba? ¿Quitar los crucifijos? ¿Prohibir los toros? Ah, y se me olvidaba lo principal: ¿negar la religión... católica, que no el Islam? Porque los progresistas, hijo, decís todos que sois agnósticos o ateos, pero gracias a vuestro carné vivís como Dios.

martes, 25 de enero de 2011

LOS ACCIDENTES IMPORTANTES QUE HACEN GANAR ELECCIONES

Un tipo como Ernesto Ekaizer, que sabe mucho sobre el mundo zapateril por su excelente y larga relación con los socialistas, afirma en Público que: 
"A lo sumo, aquellos que conceden la posibilidad teórica de esa recuperación del PSOE la condicionan a dos escenarios: la renuncia de Zapatero a un tercer mandato en favor de un candidato como, por ejemplo, Alfredo Perez Rubalcaba, y a algún accidente, o acontecimiento inesperado de suficiente impacto nacional como para borrar el desencanto de esta segunda legislatura socialista".
Miedo da pensar qué es en lo que Ekaizer estaba pensando cuando escribió ese artículo, y más aún si tenemos en cuenta lo que Ekaizer sabe de este gobierno, de sus actividades en relación con el GAL, de sus relaciones con la Policía Nacional y la Justicia antes y después del 11-M, y de las negociaciones con ETA. Si recordamos el 11-M y el asesinato del socialista Isaías Carrasco días antes de las elecciones de 2008, con la encerrona que los socialistas realizaron a los dirigentes populares en el funeral, no sería extraño que se produjera otro accidente inesperado según parece desprenderse de las letras escritas por el periodista socialista.

Por otra parte, calificar el 11-M como un accidente es algo más que una opinión, es una ofensa a las víctimas y a España de difícil comprensión y aceptación.

Para acabar, el presunto genocida Santiago Carrillo, que lleva media vida dando lecciones de democracia a los españoles, sigue negándose a hablar de las matanzas de Paracuellos realizadas por hombres bajo su mando durante la Guerra Civil, mandando a los periodistas al infierno (audio) si le preguntan por esos asesinatos de inocentes. Y este tipo sigue siendo uno de los ídolos de la izquierda española, un icono que, como el Ché y los Castro, tiene las manos manchadas de sangre, esa que  Ekaizer parece echar de menos para que los socialistas no pierdan las elecciones.


PENSIONES, DESEMPLEO Y PREBENDAS DE LOS POLÍTICOS

Bono también celebró una boda a lo grande

Cuando Rosa Díez, dirigente de Unión Progreso y Democracia, solicitó la revisión a la baja de las cantidades y las prebendas que reciben los políticos una vez perdido su escaño (pensiones de jubilación, plazos mínimos y cantidades a recibir, por ejemplo) todos se echaron las manos a la cabeza, cerrando filas PP y PSOE en defensa de esos beneficios que a todos ellos les vienen tan bien, siendo especialmente beligerante en la defensa de esos intereses el Presidente del Congreso José Bono.


Sin embargo, el éxito de la propuesta de Rajoy, ante la opinión pública, ha hecho rectificar al PSOE que ahora se muestra dispuesto a negociar a la baja los derechos de los parlamentarios, obviando las acusaciones de demagogia que sólo hace dos días realizaba contra la oposición. Claro que, teniendo presente que quedan pocos meses para las elecciones autonómicas, no es de extrañar que ahora todos estén tan dispuestos a aprobar esa revisión. No solo eso, sino que el PSOE para tomar un poco de ventaja electoral propone ahora que los parlamentarios hagan público todo su patrimonio, proposición que para su espanto, el de Bono, puede salir adelante. Al parecer, ya habrían empezado las conversaciones para llegar a un acuerdo.

Por otra parte, ¿quién se va a creer lo que digan los parlamentarios sobre su patrimonio después de la experiencia que tenemos con el publicado patrimonio de los ministros? Este es en resumen el patrimonio de nuestro gobierno según ABC:
 
- El valor catastral de los bienes inmuebles de Rodríguez Zapatero asciende a 37.258,67 euros, a los que se suman otros 171.947,46 euros de otros bienes, lo que hace un total de 209.206,13 euros, mientras que en créditos, préstamos y deudas acumula un total de 80.847,89 euros.

- La Vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega declaró un activo de 731.506 euros, que suman los 323.607 de bienes inmuebles y los 407.898 de otros bienes. Incluye también bienes y derechos provenientes de herencia familiar y declara un pasivo de 161.717 euros.
 
- Vicepresidenta segunda y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado: cuenta con 976.934 euros de patrimonio, 236.934 en inmuebles, y 740.000 en otro tipo de bienes.

- Vicepresidente tercero y ministro de política Territorial, Manuel Chaves, con un patrimonio de 68.964 euros, de los que 46.502 son inmuebles y 22.461 otros bienes.
 
- Ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia declara que parte de los 4.978.217 euros de su patrimonio proceden de herencia. Tiene inmuebles por valor catastral de 1.428.220 euros y otros bienes que suman 3.549.997 euros.
 
- Ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián. Los 1,7 millones de euros del patrimonio de Sebastián se dividen en 316.466 en inmuebles y 1.386 en otros conceptos. El ministro de Industria especifica que parte de ese dinero procede de herencia.

- Ministro de Interior , Alfredo Pérez Rubalcaba tiene inmuebles con un valor catastral de 109.608 euros, y otros bienes por 1.113.546 euros. Especifica que este patrimonio incluye bienes heredados.
 
- Ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos: tiene 384.978,37 euros, de los que 284.978 son en bienes inmuebles y 100.000 de otro tipo.
 
- Ministra de Defensa, Carme Chacón: declara un total de 156.718 euros de patrimonio, 107.061 en inmuebles y 49.657 en otros bienes. Chacón debe 358.382 euros.
 
- Ministro de Justicia, Francisco Caamaño: tiene inmuebles por valor de 24.503 euros y otros bienes que suman 82.200 euros, lo que hace un total de 106.703 euros, un patrimonio al que habría que descontar un pasivo de 36.300 euros.
 
- Ministro de Fomento, José Blanco: declara 239.536 euros de patrimonio, que se dividen en 179.490 en inmuebles y otros bienes por valor 60.045, en parte provenientes de herencia. Cuenta con un pasivo de 241.138 euros.
 
- Ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho: 208.017 euros de patrimonio, con un pasivo de 170.935. Tiene inmuebles por valor de 119.018 euros, y otros bienes que suman 8.999 euros.

-Ministro de Justicia, Francisco Caamaño, tiene en bienes inmuebles 24.503,61 euros, valor total de otros bienes, 82.200 con un total de 106.703,61 euros
 
- Ministra de Vivienda, Beatriz Corredor: tiene inmuebles por un valor catastral de 259.624 euros y otros bienes que suman 301.195 euros, lo que hace un total de 560.820 euros. Debe 283.981 euros.
 
- Ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez: 109.796 euros de patrimonio, de los que la mayor parte, 89.796, pertenecen a bienes inmuebles, y otros 20.000 a otros bienes. Cuenta con un pasivo de cerca de 184.000 euros.
 
- Ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde: acumula 269.359 euros, que se dividen en inmuebles por valor de 174.996 euros y otros bienes que suman 94.362. Declara un pasivo de 72.843 euros y especifica que parte de su patrimonio procede de herencia.

- Ministra de Igualdad, Bibiana Aído declara 21.415 euros en inmuebles y 17.503 euros en otros bienes -lo que suma 38.918 euros- pero tiene un pasivo -créditos, préstamos y deudas- de 109.722 euros.
 
- Ministro de Educación, Ángel Gabilondo: tiene inmuebles con un valor catastral de 76.169 euros, a los que se suman 85.404 de otros bienes, lo que hace un total de 161.573 euros. Deudas por valor de 8.482 euros.
 
- Ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Elena Espinosa: declara un total de 400.038 euros, de los que la menor parte -92.558- son inmuebles. Acumula 307.479 euros en otros bienes. Declara que este patrimonio incluye bienes heredados.

En general son cifras difíciles de creer ya que en algunos casos llevan treinta años de diputado (como Zapatero que lleva ya siete de Presidente del Gobierno) y Chávez (con más de veinte años de presidente de la Junta andaluza), por lo que hay que estima que nos están engañando sin ningún pudor. O eso, o demuestran ser un auténtico desastre en la gestión de su propio patrimonio, como ya han demostrado con la gestión del nacional.