miércoles, 20 de junio de 2012

LOS ESPAÑOLES, CLASIFICACIÓN DE PÍO BAROJA


Pío Baroja (13/5/1904)

Corría el año 1904 y aquella tertulia, que había abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán en el Nuevo Café de Levante, hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales de la Generación del 98 y los artistas más significados, entre ellos Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos.

Y aquella tarde noche del 13 de mayo de 1904 el que sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja. Porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo:

La verdad es que en España hay siete clases de españoles, sí, como los siete pecados capitales. A saber:

1)     los que no saben;

2)     los que no quieren saber;

3)     los que odian el saber;

4)     los que sufren por no saber;

5)     los que aparentan que saben;

6)     los que triunfan sin saber, y

7)     los que viven gracias a que los demás no saben.

Unamuno y Benito Pérez Galdós aplaudieron a Baroja. Sobre todo por el último punto, el que dice “los que viven gracias a que los demás no saben”.

Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”.

Hoy día, más de cien años después de la tertulia de Baroja, los intelectuales españoles pretenden saber más que el común de los mortales, son del grupo 5, y en general son una pandilla de indocumentados adoctrinados, y los políticos son una mezcla del grupo 6 y el 7, ya no se molestan en ser intelectuales, les vale con ser los perros falderos de los partidos, donde ingresan cuando son adolescentes y medran y ascienden sin haber trabajado nunca, sin haber tenido que ganarse un salario duramente como el resto de los ciudadanos.


martes, 19 de junio de 2012

ZAPATERO: EL TONTO INACABABLE

La entrevista del inútil y patético ex Presidente José Luis Rodríguez Zapatero, alias el cejas, en la cadena Al Jazeera ha levantado ampollas en una triste y empobrecida España, asolada, que lucha por sobrevivir. El bobalicón presidente de la Alianza de Civilizaciones, del Plan E, del cheque bebé y de los aviones Falcon para ir a mítines afirmó sin sonrojarse que "el país habría sufrido menos si hubiéramos ahorrado más y tomado prestado menos del exterior".

Que el expresidente bajo cuyo mandato el paro se dobló -de 2,2 millones de desempleados en 2004 a 5 cuando él abandonó La Moncloa- se permita ahora dar lecciones es un insulto a la memoria reciente de la ciudadanía. Que el socialista que no tuvo empacho en presentarse a la reelección en 2008 con un cartel electoral que prometía el pleno empleo ofrezca ahora su "humilde opinión", una tomadura de pelo. Que el hombre que en su segunda legislatura presumió del sistema financiero "más sólido de la comunidad internacional" y del "rigor" de su "marco de regulación y supervisión" pretenda además plasmar su experiencia en un libro con el que engordará su cuenta corriente, un chiste.

La opinión pública ya no le pasa ni una a Zapatero, cuya pésima gestión no han olvidado los españoles y mucho menos los socialistas, puesto que su labor de oposición se ve lastrada a diario por el legado de este anormal, aún demasiado reciente. El enfado de los españoles es lícito y comprensible, dada la impunidad con la que el expresidente se pasea por Lanzarote o París -lugares de sus últimas escapadas junto a su esposa- después de haberse descubierto que ocultó 2,5 puntos de déficit en el doble fondo de su herencia. 

Porque no conviene olvidar que en todo este tiempo Zapatero ni ha hecho autocrítica ni mucho menos ha pedido perdón por sus errores, que fueron incontables. Todo lo más que hizo fue, en la campaña de las elecciones generales, afirmar que se sentía "el principal responsable ante la falta de trabajo". Poco, muy poco después de haber arrastrado a España a un pozo ruinoso y enfrentado a los españoles con el matrimonio homosexual, la reforma de la ley del aborto o la asignatura de Educación para la Ciudadanía por banderas.

Está claro que España ni es Islandia y que, aunque a muchos les gustaría ver a Zapatero, a Elena Salgado y a muchos otros responder ante la Justicia por su gestión, eso jamás ocurrirá. Pero al menos el expresidente debería tener un mínimo de pudor a la hora de hacer según qué declaraciones. 

Porque bastante tiene la ciudadanía con saber que después de su nefasto paso por La Moncloa fue premiado con el Collar de la Orden de Isabel la Católica y con un puesto vitalicio en el Consejo de Estado que le reporta unos ingresos de 72.800 euros anuales. Y eso que sólo va por allí una vez por semana, según contaba El País en un reportaje sobre su nueva vida publicado a principios de este mes. A ese jornal hay que sumarle otros 74.000 euros anuales de la asignación a los expresidentes, el sueldo de su secretaria, el de su jefe de gabinete, los escoltas, el coche oficial...

Y qué dice nuestro actual Presidente, el que tenía que sacar a España de la crisis en la que le hundido el miserable Zapatero:

Mariano Rajoy prometió en su discurso de investidura no mirar para atrás más de lo estrictamente necesario porque, según dijo entonces, los españoles no le habían elegido para que estuviera todo el día lamentándose de lo heredado sino para solucionar los problemas. Y eso es lo que debe hacer el presidente, pero ello no quita para que muchos ciudadanos con la soga al cuello o simplemente con memoria juren en arameo cada vez que Zapatero sale de su retiro para opinar como si él no fuera el principal responsable de la crítica situación en la que se encuentra España. El derecho al pataleo es lo único que les queda, visto lo barato que sale llevar a pique a un país.

A buenas horas... Era la frase más repetida, y también la más suave, en las redes sociales tras conocerse las declaraciones de Zapatero en Al Jazeera.

Zapatero, que puso en valor el crecimiento de la economía española durante dos décadas, lamentó que se invirtiera "más de lo que ganábamos". Con la crisis, indicó, la situación se volvió "más grave" y "todas" la fuentes de financiación a España "se cortaron".

Pero el que fuese jefe del Ejecutivo entre 2004 y 2011 fue más allá aconsejando sobre cómo salir de la crisis de deuda que atraviesa Europa. Hay que "ser claros", sentenció quien negó la crisis y se negó incluso a pronunciarla, para aventurar que las dificultades no se superarán "en dos años". "Va a costar tiempo superar la crisis, lo importante es mantener al máximo la cohesión social", reflexionó.

Estas declaraciones del expresidente, que afirmó sólo estar expresando su "humilde" opinión porque ya está desvinculado de la vida política, desató una ola de indignación en las redes sociales. Sobre todo en Twitter, donde decenas de usuarios criticaron que Zapatero entonase este particular "mea culpa" en estos momentos.

Así, se podían leer mensajes como: "Zapatero:"Europa es más fuerte que la crisis" la Europa alemana? ¿ahora dices #crisis, negacionista?"; "El propio ZParo reconoce su culpa. Ahora los que se quedan q vengan diciéndonos que paremos de hablar de la herencia ts"; "Zapatero: "Europa es más fuerte que la crisis". Si soportó tu gobierno durante siete años, es que es verdaderamente fuerte"; "La apoteosis del cinismo: ´Zapatero admite que España sufriría "menos" si hubiera ahorrado "más" en los últimos años´"; "Impresentable... Zp admite q España sufriría "menos" si hubiera ahorrado + en los últimos años"; o "Zapatero dice que ´teníamos que haber ahorrado más´. Y ojo, el es el lumbreras que puso en marcha el plan E (20.000 millones € en la basura)". Aunque aún alguno aseguraba: "Te echamos de menos Presi"... 

Sorprendentemente, Zapatero no fue el único socialista que este sábado reconoció los "errores" del Gobierno del PSOE. La vicesecretaria general del partido, Elena Valenciano, también aseveró, en el acto público de conmemoración del XXXV aniversario del reagrupamiento de la agrupación local socialista en La Vall d´Uixò, "algunas decisiones se tomaron tarde y otras fueron un error y no pasa nada por reconocerlo". Algo que, seis meses después de perder las elecciones, desde luego no arregla nada.




 

LO NUEVO DE KEANE: STRANGELAND


LA ULTIMA CARGA DE LA CABALLERIA ESPAÑOLA

Arturo Pérez Reverte ha publicado en el XL Semanal de ABC un homenaje a la caballería española, que después de 90 años ha conseguido que se reconociera el sacrificio se sus jinetes. Como siempre en España, los muertos sin nombre se olvidan y el homenaje se dedica a sus oficiales:

A veces se hace justicia, aunque sea tardía. Aunque sólo sirva para conmover las entrañas de los pocos que aún recuerdan. Es cierto que el ondear de banderas tiene algo de sospechoso, pues entre los pliegues de éstas, sin distinción de colores, suele esconderse mucho hijo de puta. Tampoco quienes conceden o reciben medallas son siempre de limpia ejecutoria. Pero a veces hay excepciones; momentos en los que las cosas se hacen como es debido. Y éste es uno de esos momentos. Noventa y un años después del desastre de Annual de 1921, donde 8.000 soldados españoles fueron exterminados por la estupidez de un rey, la venalidad de los políticos -nada hay nuevo bajo el sol-, la incompetencia de los generales y la desvergüenza de numerosos jefes y oficiales, el gobierno español ha concedido la Laureada de San Fernando, con carácter colectivo, al regimiento de caballería Alcántara, que se sacrificó casi en su totalidad para proteger la retirada de sus compañeros. La Laureada es la máxima condecoración militar española, y se obtiene por acciones extraordinarias en combate. Por aquella jornada, el jefe del regimiento recibió a título póstumo la Laureada individual; pero la tropa, como de costumbre, fue olvidada. Ninguno de los intentos posteriores por honrar su memoria tuvo éxito. Políticos y espadones de diversa ideología, desde el general Franco a la ministra Chacón, coincidieron en no querer remover aquello. Pero al fin, para satisfacción de los nietos y bisnietos de esos hombres, se repara la vergüenza.

Imaginen la escena: las harkas de moros sublevados por Abd el Krim acosan a la desorganizada columna que intenta escapar hacia Melilla abandonando a su suerte a heridos y enfermos. Aquello es una matanza inaudita, y millares de soldados abandonados por jefes y oficiales corren despavoridos, atormentados por la sed, intentando ponerse a salvo. En el camino de Dar Dríus a El Batel y Monte Arruit, la protección de la retaguardia de los fugitivos recae en un regimiento de caballería que todavía se encuentra intacto y bien mandado, el Alcántara nº 14. Su jefe es el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano del teniente general del mismo apellido, que en seguida comprende que se está pidiendo a sus 691 hombres que se dejen la piel por salvar a los compañeros. Pero no hay otra. Hace de tripas corazón, arenga a su gente, les dice que toca bailar con la más fea del Rif, y el regimiento, disciplinado y silencioso, se pone en marcha con sus escuadrones protegiendo los flancos y la retaguardia de la columna en retirada. 

A las cuatro de la tarde, aparte infinidad de escaramuzas parciales, los jinetes de Alcántara ya han tenido que dar su primera carga al galope contra una fuerte concentración enemiga. Pero es en el cruce del río Igán, que está seco y en torno al que se atrincheran miles de rifeños que hacen fuego graneado, donde la columna se arriesga a quedar cercada. Entonces, el teniente coronel les toca a sus hombres la única fibra que a esas alturas, con semejante panorama, cree que puede funcionar: «Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos».

Y no lo fueron. Siete veces cargó Alcántara monte arriba y sable en mano, reagrupándose tras cada carga, cada vez menos hombres, más heridos, exhaustos y sedientos jinetes y caballos, una y otra vez bajo la granizada de balas enemigas, entre las zarzas y parapetos rifeños, tan diezmados y agotados al final que la última carga, octava del día, hubo que darla con los caballos al paso, pues ya no podían ni trotar; y aún después se continuó ladera arriba, a pie, combatiendo al arma blanca. Cargaron los soldados, y también el joven trompeta de quince años que llevaba el cornetín de órdenes. Y cuando a la quinta o sexta carga ya no hubo hombres suficientes para cerrar las filas, cargaron también, aunque nadie los obligaba a ello, los tres alféreces veterinarios, y el teniente médico, y hasta el capellán fue adelante con la tropa. Y cuando ya no quedó nadie a quien recurrir, cargaron también los catorce maestros herradores, y con ellos los trece chiquillos de catorce y quince años de la banda de música del regimiento; que, como el joven corneta de órdenes, murieron todos. Y al anochecer, cuando los supervivientes consiguieron llegar a la posición de El Batel, agotados, llenos de heridas, caminando entre las sombras con sus extenuados caballos cogidos de la brida, de los 691 hombres del regimiento sólo quedaban 67. Desde luego, aquel 23 de julio de 1921 los del regimiento Alcántara cumplieron con su teniente coronel. A ellos, ninguna madre, mujer o novia los llamó cobardes.