Al respecto hoy podemos recomendar un artículo de opinión publicado en Project Syndicate de Dani Rodrik titulado "El mito del crecimiento autoritario", en el que afirma:
Las democracias obtienen mejores resultados no sólo en materia de crecimiento económico, sino también en otros respectos importantes. Brindan una estabilidad económica mucho mayor, calibrada mediante los altibajos del ciclo económico. Consiguen ajustarse mejor a las sacudidas económicas exteriores (como, por ejemplo, disminución de la relación de intercambio o interrupciones repentinas de las entradas de capitales). Crean mayor inversión en capital humano –salud y educación– y producen sociedades más equitativas.
En cambio, los regímenes autoritarios producen, en ultima instancia, economías que son tan frágiles como sus sistemas políticos. Su potencia económica, cuando existe, descansa en la fuerza de sus dirigentes individuales o en circunstancias favorables, pero temporales. No pueden aspirar a una innovación económica continua ni a una dirección económica mundial.
Al que recuerde ahora el caso del crecimiento económico chino le proponemos que lea el artículo hasta el final, y que después acuda a otras fuentes de información para conocer la situación de las regiones del interior, no sólo el arco marítimo, e incluso dentro de los grandes centros productivos de la costa que recabe información sobre las condiciones de vida de los obreros de las fábricas y de la construcción. Probablemente después piense de otra manera.
Pero además de los casos aportados por Rodrik para sustentar su opinión, y desde el punto de vista español, debemos recordar nuevamente a Cuba, que Rodrik ignora en este caso, y que siendo uno de los países con mayor potencial de crecimiento económico de la región por sus condiciones geográficas y climáticas, es una de las economías más deterioradas del planeta; que ha pasado de ser uno de los países más ricos del mundo, con un PIB y un índice de alfabetización muy superior a España en los años cincuenta, a una economía en hundimiento constante, mantenida sólo gracias a los ingentes fondos aportados primero por Rusia y ahora por Venezuela.
"No hay peor ciego que el que no quiere ver"
(frase popular)
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