miércoles, 7 de julio de 2010

LA TERCERA DEPRESIÓN

El gobierno Zapatero ha seguido durante los últimos tres años las políticas keynesianas de incremento de gasto y ha negado la existencia de una crisis económica y financiera, hasta que desde el exterior le han obligado a reconocerla, desoyendo durante este tiempo las advertencias de algunos expertos economistas que le advertían de la inminente llegada de la crisis. Nada desconocido hasta aquí.

Pero desde el punto de vista de un lego en economía sí podemos recordar con lástima que su ideología y sus ansias de mantenerse en el poder llevaron al PSOE y a sus medios de comunicación afines a criticar duramente a Manuel Pizarro tras el famoso debate con Pedro Solbes en el que el primero avisaba de la mala situación económica de España, que sentaba las bases para la tormenta perfecta que se avecinaba.


Ahora Paul Krugman, el Premio Nobel y gurú económico de los socialistas, nos informa en el New York Times de que nos encontramos no en una recesión, sino en una depresión: "We are now, I fear, in the early stages of a third depression. It will probably look more like the Long Depression than the much more severe Great Depression. But the costto the world economy and, above all, to the millions of lives blighted by the absence of jobswill nonetheless be immense".

Esta situación parece que está llevando a los políticos occidentales a asumir que el keynesianismo, después de los grandes desembolsos de fondos públicos para sostener el sistema bancario e impulsar la recuperación económica y el empleo, no es la respuesta adecuada a la depresión.

Como señalan algunos expertos, parece que los gobiernos están inclinándose hacia la austeridad fiscal y los equilibrios presupuestarios, proponiendo costosos recortes en los gastos del presupuesto para evitar que se repita la depresión de los años treinta. De ese mismo artículo se puede extraer el siguiente comentario: "If any financial policy idea is taking a major place on the American and global stages, it is fiscal austerity. It is not that fiscal conservatives have won a grand battle of ideas, but rather that governments realize that the bills are coming due. In the United States (o cualquier país europeo), we face rising health care costs and pension problems in state governments, with no clear long-run solution for bringing the books into balance".

Otro experto keynesiano afirma que se trata de un crisis de confianza, no en los gobiernos sino en el sector privado: "But the market doesn't lack confidence in the government. The market lacks confidence in the private sector--it lacks confidence that unemployment will be low and capacity utilization high enough for private businesses to make the operating profits needed to service their debt, and that the financial system is well-enough capitalized that those operating profits will flow through to newly-issued financial instruments rather than being diverted to cover unrecognized but very real past losses". Y sobre esta lucha entre el keynesianismo y las fórmulas económicas más austeras afirma: "Somehow we seem to have lost the argument--within the ECB, within the French and the European governments, within the British Liberal Party, within the Bank of England, within the Federal Reserve, with U.S. Senator number 60, and even within the White House. And I do not understand how, or why we have lost the argument".

No veremos a corto plazo si las políticas de austeridad presupuestaria e incremento de los ingresos vía impuestos serán las correctas o no para huir de la depresión y del paro masivo. En este sentido, según Krugman, "that while long-term fiscal responsibility is important, slashing spending in the midst of a depression, which deepens that depression and paves the way for deflation, is actually self-defeating" ..... "And who will pay the price for this triumph of orthodoxy? The answer is, tens of millions of unemployed workers, many of whom will go jobless for years, and some of whom will never work again".

Quizás Krugman tenga razón y en el futuro podamos comprobar que la austeridad es un camino hacia el precipicio. Pero lo que parece evidente por ahora es que sus propuestas keynesianas para salir de la crisis, seguidas de forma entusiasta por el gobierno Zapatero, nos han situado en un destino totalmente opuesto al que debían dirigirnos.

Por otra parte, Aussie no tiene capacidad de análisis económico suficiente para poder afirmar con rotundidad si la crisis de confianza es hacia los mercados o hacia los gobiernos, pero lo que sí parece evidente desde el sentido común es que en el caso español esa desconfianza se da hacia los dos polos, pero es especialmente aguda en el caso del gobierno socialista que es al fin y al cabo quien debe conseguir una valoración positiva de la imagen de un país y de sus posibilidades y potenciales. Y es que la actuación del gobierno español para generar confianza tanto hacia las empresas españolas como hacia esa misma institución ha sido lamentable a lo largo de toda la crisis.

Les dejo un pequeño video recuerdo, puede que partidista pero no por ello menos certero.


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