Esto no es más que una nueva muestra de la deriva islamista que están tomando las autoridades religiosas de ese país y lo que es peor, las políticas. Hace unos días ABC facilitaba una entrevista con Anwar Ibrahim, líder de la oposición política malaya que pretende hacerse con el poder tras más de 50 años de gobierno de la coalición Barisan Nasional. La alianza gobernante, ante el avance de una oposición moderada (donde se unen un partido socialdemócrata de la etnia china, un partido islamista y un partido laico de la etnia malayo-musulmana), está incrementando el carácter y el contenido religioso de varias de las nuevas leyes y de las actitudes de sus dirigentes.
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Situación similar se puede encontrar en Indonesia donde el islamismo está logrando mantener un pequeño pero estable porcentaje de votos que se convierte en necesario para la elección del Presidente, lo que le está llevando a dar lentos pasos políticos del gusto de los islamistas. Junto a los partidos políticos islamistas, de los cuales el PKS es el más importante, podemos encontrar en Indonesia una organización radical que es probable que próximamente empiece a proporcionar desagradables noticias, Jama’ah Ansharut Tauhid, dirigida por el clérigo Abu Bakar Ba’asyir, mentor de los terroristas que realizaron los sangrientos atentados de Bali contra turistas occidentales.
Ninguno de los dos países se puede considerar como un santuario del islamismo radical, aunque sí se encuentran en ellos terroristas miembros de Jemaah Islamiyah, pero sí son dos de los territorios donde se viene observando un lento avance de las posiciones islamistas. Es muy probable que Bernard Lewis tuviera razón.
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