El primero está escrito por dos profesores de Derecho Internacional de la Universidad de Nueva York, Robert Howse y Ruti Teitel, y se titula ¿De verdad somos secesionistas ahora?. El artículo finaliza con la siguiente opinión: "Conforme a los procedimientos vigentes, la formulación de preguntas al Tribunal Internacional es una prerrogativa exclusiva de los Estados, ya sea como partes en un debate o, como en el caso del dictamen sobre Kosovo, por mediación de las Naciones Unidas, pero los derechos de las personas y de los pueblos, y no sólo los intereses de los Estados, están en juego en controversias como ésa. Para impartir justicia internacional actualmente, necesitamos un nuevo tipo de Tribunal Mundial, al que puedan recurrir todas las voces".
Howse y Teitel ponen el dedo en la llaga al recordar que las preguntas al TIJ no se plantean teniendo en cuenta los intereses de las poblaciones o la situación real de los países, sino que son redactadas para dirigir las sentencias hacia un objetivo concreto, y ya sabemos como se las gastan los nacionalistas en cuestiones de manipulación del lenguaje.
El segundo artículo está firmado por Jean Pisani-Ferry, director de Bruegel, grupo de estudio de las políticas y la economía de la UE radicado en Bruselas, profesor de Economía en la Université París-Dauphine y miembro del Consejo de Análisis Económico del Primer Ministro francés.
El artículo se titula Resurge el debate sobre el federalismo de Europa, y no se trata de la situación interna de los estados Miembros de la Unión Europea, sino de la forma de organización política de la propia UE con la finalidad de alcanzar con mayor éxito sus objetivos. De este modo el artículo empieza con la pregunta "¿puede sobrevivir una unión monetaria sin alguna forma de federalismo fiscal?".
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La solidaridad europea, las transferencias de fondos de los países más desarrollados en favor de los menos con la finalidad de alcanzar la convergencia entre las naciones europeas de modo que el mercado interno se dinamice y distribuya sus beneficios (y evite las tensiones nacionales, ya que ese fue uno de los objetivos políticos y filosóficos en los que se basó la creación de las Comunidades Europeas), se mantiene pese a todos los problemas financieros de la actual crisis y pese a que algunos gobiernos que empiezan a dudar de su eficacia (Alemania especialmente).
Sin embargo, mientras esa solidaridad internacional y europea parece resistir los embates, la solidaridad española se encuentra en riesgo de desaparición o de fragmentación. Ese es uno de los objetivos del Estatuto catalán y de los políticos catalanes.
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