Ayaan Hirsi Ali
Ayaan Hirsi Ali es una conocida ciudadana holandesa de origen
somalí que se ha hecho conocida en todo el mundo por su acceso a la condición de diputada holandesa tras huir de su país donde su familia había acordado un matrimonio, y le había sometido a la práctica salvaje de la ablación.
Sus abiertas críticas a determinadas posiciones del Islam le han valido amenazas de muerte de diferentes facciones terroristas, lo que le obliga a vivir bajo protección. Esto no le impide hacer acto de presencia en diferentes actividades políticas y culturales ni le ha impedido que escriba libros donde no expone sus opiniones, fundadas tanto en su
activismo político y su bagaje cultural como en sus propias experiencias personales.
En su último libro,
Nomad: From Islam to America: A Personal Journey Through the Clash of Civilizations, nos ofrece lo que son
los tres obstáculos que dificultan e incluso en algunos casos impiden la integración de los musulmanes en las sociedades occidentales:
- La primera es la ya conocida despectiva actitud de los musulmanes hacia la mujer, su
sujección a la disciplina marital, su escasa valoración como persona en un mundo que pretenden defender,
supuestamente, los derechos fundamentales absolutos
y ya positivados.
- El segundo obstáculo es la dificultad que tienen muchos inmigrantes musulmanes para utilizar y manejar algo tan común y universal como el dinero.
- El tercero es lo que ella llama la "
socialización de la mentalidad musulmana". Aceptando la infalibilidad y la autoridad absoluta del Corán, la comunidad musulmana demanda obediencia incuestionable a sus dictados, convirtiendo a los musulmanes en elementos altamente vulnerables a un grado
indoctrinación que los fieles de otras confesiones no alcanzan.
No parece que estos obstáculos sean
desconocidos para ningún lector de prensa o de artículos especializados, pero quizás alguna de las
soluciones que propone sean más sorprendentes. Entre estas encontramos:
- La primera es la educación. En este aspecto, critica ferozmente a los
occidentales que contemplan bajo el prisma del
multiculturalismo la profusión de
madrassas donde se
indoctrina a en el
wahabismo a jóvenes que acaban siendo musulmanes radicales. La educación debe ir dirigida a la integración social y la formación cultural, poniendo coto a la educación religiosa ofrecida por las asociaciones y
organizaciones islamistas en los países
occidentales.
- La segunda es la adopción de medidas de mejora del respeto por la condición de la mujer en esas comunidades, un fomento del feminismo. En la misma posición del párrafo anterior, a quien más ataca es a las feministas que se sitúan bajo el paraguas de la corrección política, dejando
desprotegidas a las mujeres musulmanas.
- La tercera, y más sorprendente, es el fomento del cristianismo moderado entre las comunidades musulmanas e incluso en los países musulmanes, el proselitismo cristiano, la
construcción de iglesias en las ciudades del mundo musulmán, en correspondencia a la
proliferación de mezquitas en las ciudades
occidentales. La enseñanza de los idiomas locales y la realización de seminarios y talleres de trabajo donde los inmigrantes aprenden a adaptarse a sus nuevas sociedades no es suficiente para la integración de los musulmanes, se requiere una actitud más
proactiva.
Parece que tanto los problemas como las soluciones son bastante obvias y compartidas por la mayoría de los analistas. Hay que hacer una excepción con el propuesto protagonismo de la religión cristiana, algo que hasta ahora no ha aparecido en ningún estudio de los consultados.
Su ataque a los adeptos a la corrección política y a los seguidores del
multiculturalismo es a todas luces necesario por infrecuente. Puede estar equivocada en unas u otras
afirmaciones, pero en este aspecto merece ser alabada.