viernes, 29 de octubre de 2010

RETROCESO DE LAS LIBERTADES

Esta frase tan manida y tantas veces utilizada por los socialistas españoles durante los dos gobiernos del Partido Popular se viene convirtiendo cada vez más en una realidad en esta segunda legislatura del Partido Socialista.

Empezaron por el vino y el tabaco, continuaron con el lenguaje y las creencias religiosas en los colegios, después volvieron al tabaco y reforzaron sus imposiciones sobre el lenguaje, y ahora quieren hasta prohibir determinados juegos en los patios de los colegios, definiendo qué juegos son educativos y cuáles son perniciosos para la salud mental y la educación sexista, y sexual, de los niños.

No es extraño que Esperanza Aguirre, una de los escasos personajes políticos que no ha caído en esta trampa de la corrección política, avise de que los socialistas acabarán regulando hasta lo que los ciudadanos hacen en su dormitorio.

Lo peor de esta situación no es que los socialistas mantengan esta carrera desenfrenada por regular nuestra vida, sino que los conservadores y los supuestamente liberales no están haciendo frente a esta deriva totalitaria, han entrado ellos también en el juego y hacen eco a los escándalos fingidos que los socialistas organizan con la más mínima excusa.

En esta situación a los ciudadanos sólo nos queda la defensa de nuestra libertad, de la pública y de la íntima, que puedan hacer los periodistas e intelectuales. Pero teniendo en cuenta que los primeros sólo saben hacer un seguimiento perruno de los respectivos partidos de filiación, gracias a los que viven muy por encima de sus merecimientos, y que entre los segundos no se aprecia el más mínimo espíritu crítico, porque la mayoría de ellos viven de los presupuestos generales del Estado (con la honrrosísima excepción de Pérez Reverte), es evidente que no podemos esperar nada de ellos y que estamos condenados a sufrir la esclavitud del pensamiento progre y correcto sin posibilidad de escapatoria.

Como decía hace unos días Vargas Llosa en El País:
En la sociedad moderna, donde el Estado es Dios, el individuo es cada vez menos responsable, porque la realidad apenas le permite serlo, lo empuja cada días más a ser un mero dependiente del Estado. Para casi todo: estudiar, curarse, obtener un trabajo, disfrutar de un seguro, participar y disfrutar de la vida cultural, jubilarse, cuenta con el Estado. La idea de que ése es el destino final de la evolución que viene siguiendo la realidad de su país es simplemente intolerable.....

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