He adoptado este nombre de una forera habitual de El Confidencial que califica así a personajes como Antonio Casado, periodista español famoso al que se puede encontrar a cualquier hora del día o de la noche en tertulias de radio o televisión, en periódicos de papel o en los digitales, ejerciendo de manera curiosa su bien pagada profesión de periodista.
Casado, como otros conocidos plumillas pesebreros entre los que encontramos a Sopena, Sáenz Díez, Lucía Méndez, Carmelo Encinas, Fernando Garea, Calvo Hernando y tantos otros, tantos que son difíciles de recordar, se gana la vida, de forma opípara, escribiendo estudiados artículos en los que levemente se reconocen los problemas del actual gobierno socialista de ZP, pero en los que se ataca de forma inmisericorde a una oposición conservadora por no resolver los problemas que causa el propio gobierno.
No es buena nuestra oposición, pero no se le puede culpar de los problemas del país. Aislada, arrinconada, expulsada de la política nacional, excluida por el cordón sanitario durante seis años, desterrada bajo firma notarial, ahora se le culpa de su escasa colaboración y de "no arrimar el hombro".
Recomiendo la lectura de los artículos de Antonio Casado, y de sus colegas de profesión, a los estudiantes de periodismo para que practiquen comentarios de texto críticos. Aquí podrán encontrar ejemplos diarios de la ausencia de cualquier deontología profesional, el olvido de las preguntas típicas - qué, cuándo, dónde, cómo, porqué-, y de la obligación de contar las cosas como han sucedido y con la mayor equidistancia e independencia posible. Ya se sabe que nadie es cien por cien neutral, pero hay que intentarlo o aproximarse lo más posible en el periodismo.
Como es natural esta tendencia tan exagerada a favor de un lado del espectro político, el que controla la mayoría de los medios de comunicación en España, tiene sus recompensas. Como buenos pagadores, estas empresas llenan las cuentas corrientes de todos estos individuos gracias a sus múltiples contratos en toda clase de programas de radio y televisión, columnas en la prensa, conferencias, etc.
Si esta actitud era triste cuando viajábamos en una nube, y defendían políticas que de forma irreflexiva dividían profundamente a la sociedad, más triste es la situación actual cuando con el país al borde de la bancarrota siguen defendiendo al gobierno socialista.
Por el lado contrario les recomiendo vivamente dos periodistas, probablemente los mejores de la actualidad española, Ignacio Camacho y Santiago González, que deberían ser el ejemplo que todo estudiante de periodismo debería seguir.
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