El «usted no es un político decente» forma parte de esta agresión, como resumen de la machacona manera que tiene la izquierda de ir destruyendo a los hombres y mujeres de los que simplemente discrepa
La bofetada a Rajoy no es espontánea ni aislada. Tiene una historia muy concreta, un pasado trabajado muy a conciencia por la corrección política. El relato buenista predica en cada una de sus consignas el odio al PP y a su presidente. La prensa socialdemócrata no se conforma con tratar al Partido Popular como a un adversario, ni siquiera como al enemigo, sino que le niega cualquier legitimidad y le despacha como si fuera una repugnante mancha de la democracia, la más vergonzosa e infame. «Si esto es un hombre», Primo Levi.
Era cuestión de tiempo que alguien acabara agrediendo a Rajoy y tenemos que celebrar que no haya sido más grave. Parece que fue un independentista gallego. ¿Qué más da? La izquierda traza caminos y los aprovecha cualquiera.
El «usted no es un político decente» forma parte de esta agresión, como resumen de la machacona manera que tiene la izquierda de ir destruyendo a los hombres y mujeres de los que simplemente discrepa. Mediante la insidia, la mentira, la difamación y el escarnio; mediante el linchamiento, la deshumanización y el irnos despojando de cualquier dignidad, nos reduce a masa amorfa andante hasta que en el imaginario de su tropa la única duda sobre si nos dispararn es si realmente merecemos que gasten en nosotros una bala.
La agresión que sufrió ayer Rajoy está en la mano que le dio el bofetón pero la violencia que subyace hay que buscarla en las hemerotecas.
Las gafas rotas de Rajoy son la libertad que nos espera si la corrección política toma el control de nuestras vidas y marca el ritmo de nuestra convivencia. Vendrán a por nosotros y no serán un ejército, ni policías ni soldados, ni «secretas» vestidos de paisano. No les hará falta ni acabar de decidir si merecemos el dispendio de una bala.
Será una mano o muchas manos envalentonas por columnistas, humoristas y cantantes; serán indignados, serán independentistas gallegos o catalanes, serán feministas, pacifistas, atermundistas o vegetarianos, porque cualquier discrepante se habrá sentido invitado al manotazo; será una muchedumbre minuciosamente adiestrada, letal, imparable, segura de ser la encarnación de lo justo, de lo decente, de la democracia; serán legión y no les costará eliminarnos porque en su descontrol y en su rabia estarán convencidos -si esto es un hombre- de que delante no tienen a nadie.
La bofetada a Rajoy no es espontánea ni aislada. Tiene una historia muy concreta, un pasado trabajado muy a conciencia por la corrección política. El relato buenista predica en cada una de sus consignas el odio al PP y a su presidente. La prensa socialdemócrata no se conforma con tratar al Partido Popular como a un adversario, ni siquiera como al enemigo, sino que le niega cualquier legitimidad y le despacha como si fuera una repugnante mancha de la democracia, la más vergonzosa e infame. «Si esto es un hombre», Primo Levi.
Era cuestión de tiempo que alguien acabara agrediendo a Rajoy y tenemos que celebrar que no haya sido más grave. Parece que fue un independentista gallego. ¿Qué más da? La izquierda traza caminos y los aprovecha cualquiera.
El «usted no es un político decente» forma parte de esta agresión, como resumen de la machacona manera que tiene la izquierda de ir destruyendo a los hombres y mujeres de los que simplemente discrepa. Mediante la insidia, la mentira, la difamación y el escarnio; mediante el linchamiento, la deshumanización y el irnos despojando de cualquier dignidad, nos reduce a masa amorfa andante hasta que en el imaginario de su tropa la única duda sobre si nos dispararn es si realmente merecemos que gasten en nosotros una bala.
La agresión que sufrió ayer Rajoy está en la mano que le dio el bofetón pero la violencia que subyace hay que buscarla en las hemerotecas.
Las gafas rotas de Rajoy son la libertad que nos espera si la corrección política toma el control de nuestras vidas y marca el ritmo de nuestra convivencia. Vendrán a por nosotros y no serán un ejército, ni policías ni soldados, ni «secretas» vestidos de paisano. No les hará falta ni acabar de decidir si merecemos el dispendio de una bala.
Será una mano o muchas manos envalentonas por columnistas, humoristas y cantantes; serán indignados, serán independentistas gallegos o catalanes, serán feministas, pacifistas, atermundistas o vegetarianos, porque cualquier discrepante se habrá sentido invitado al manotazo; será una muchedumbre minuciosamente adiestrada, letal, imparable, segura de ser la encarnación de lo justo, de lo decente, de la democracia; serán legión y no les costará eliminarnos porque en su descontrol y en su rabia estarán convencidos -si esto es un hombre- de que delante no tienen a nadie.
"Si esto es un presidente", Salvador Sostres en ABC
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