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domingo, 21 de julio de 2013

ADIÓS, ESPAÑA. LAS MENTIRAS DE LOS NACIONALISTAS INDEPENDENTISTAS.

Adiós, España es una magnífica obra de deslegitimación de los nacionalismos. Aunque sin duda su estudio se centra en el caso vasco, también se ocupa en menor medida de Cataluña y Galicia. 

La tesis central del libro es que España es una nación forjada espontáneamente en la Historia a través de la acción continuada y común de los habitantes de la península ibérica. Según el autor, no hay más nación que la española. Y como tal afirmación debe ser demostrada si no se quiere caer en el error de la ideología, Adiós, España se convierte así en un exhaustivo tratado de Historia de España.

Una Historia de España relatada con el fin de que el lector entienda que la gran entrometida y enemiga de los nacionalismos –así llama Laínz a la Historia– ha conformado a lo largo de los siglos el carácter nacional de los españoles. Y que todo lo que sea reivindicar la existencia de otras naciones dentro de España es un invento sin fundamentos históricos. Porque, recuerda Laínz, el País Vasco y Cataluña, como tales, nunca han sido territorios soberanos. La falsa historia inoculada a los niños en dichas Comunidades gracias a las competencias de educación transferidas ha traído en una generación el odio infundado a España. Sólo el conocimiento de la verdadera historia puede combatir esto, aunque sea de extrema dificultad.

Para ello, explica Laínz que la española es la nación más antigua de Europa, puesto que se conforma como identidad histórica a partir de la Reconquista. La repoblación de los terrenos ganados a los moros se hizo con gente de los primeros reinos cristianos del norte: cántabros, astures y vascos. Así nace Castilla, fruto de la Reconquista y fusión de varios pueblos que lucharon juntos por un objetivo común: reivindicar la pertenencia al Cristianismo de lo que se iba conformando como la nación española. Según Sánchez Albornoz, Castilla es el resultado de la fusión de lo vasco, lo cántabro y lo godo.

Veamos algunos ejemplos bélicos. La de Sucesión fue una guerra dinástica, en la que catalanes y vascos estuvieron en bandos enfrentados. Pero los dos bandos reivindicaban el trono de España, no la independencia de ninguna nación diferente de la española. En la guerra de la Convención contra nuestra siempre aliada Francia, los catalanes y los vascos luchaban por su rey, el rey de España, y se llamaban a sí mismos españoles. La guerra de la Independencia también fue liderada por vascos y catalanes, que contenían la entrada de franceses en la península luchando por España. Y la guerra civil no fue un conflicto entre la nación española y la vasca y catalana. Fue una batalla ideológica, en que tantos catalanes y vascos hubo en un bando como en otro.

En el Museo Naval de San Sebastián se narran las aventuras de muchos vascos que en la época de la España imperial fueron a conquistar América. En ningún momento aparecen las referencias de por quién luchaban estos marineros: por el rey de España. Muchos documentos que Laínz transcribe en el libro nos acercan al sentimiento de pertenencia a la nación española de vascos y catalanes hasta el siglo XIX. Y es que los vascos siempre se han sentido parte de una nación que les ha concedido una gran participación en el poder político, como territorio integrante de Castilla y España. Larga es la lista de ministros, virreyes y generales vascos a lo largo de nuestra historia.

Vayamos por más. El pueblo vasco que Arzalluz reivindica como existente desde tiempos prehistóricos no es más que la fusión de varios pueblos (vascones, várdulos, caristos y autrigones) que con la invasión árabe se unieron al resto de pueblos norteños para reconquistar el territorio español. La expresión Domuit vascones (subyugó a los vascones), tan aducida por los nacionalistas, no existe en ninguna fuente germánica. Por eso, nos parece muy bien que Sabino Arana tenga una calle en Barcelona, como la tienen tantos otros inventores célebres. Arana falseó la historia a partir de su ignorancia, creó una ficción (Euzkadi, etimológicamente bosque de euzkos) que puso en boca de vascos que luchaban por España, e incluso se sacó de la chistera un abecedario. Nos parecerían divertidos sus inventos si a raíz de ellos no hubieran muerto mil personas.

La «esquizofrenia política» se plantea, dice Jesús Lainz, en siete puntos:
  1. La emigración interna de los años cuarenta y sesenta del siglo XX en España, que es interpretada por los nacionalistas fraccionarios, como una maniobra propagandista de Franco contra el país vasco y Cataluña, ya que así se invadía de españoles las tierras vascas y catalanas.
  2. En el «cuartel de la Guardia Civil» en Euskadi que es percibido como «cuartel de ocupación».
  3. Y, sobre todo, en la Historia, en la interpretación de la Historia como arma de legitimación del separatismo. La justificación del derecho de secesión de las autonomías es básicamente una cuestión de Historia. Y tal cosa solamente pasa en España. En Francia, de la existencia de reinos durante más de 1.000 años a nadie se le ocurre hacer plebiscito independentista. Tampoco en Alemania. En 1815 todavía en Italia existían ocho estados. En cambio, la Nación española es la primera en unificarse en 1492. Hace solamente 140 años se unifica Italia, y Alemania sólo hace unos años que logra su segunda reunificación.
  4. En la obsesión de hacer una nación política de toda lengua hablada en España. Es absurdo, dice el autor, que lengua sea igual a Nación. Habría que recordar a Mas, Junqueras y otros, por ejemplo, que en Cataluña hay tres lenguas habladas (el español, el catalán y el aranés en el Valle de Arán).
  5. En la reinterpretación interesada de las guerras carlistas y de sucesión españolas.
  6. En una manipulación de la Guerra Civil por motivos ideológicos y nacionalistas. Así se interpreta la Guerra civil española como una ocupación española o de «Madrid».
  7. Y en el racismo o argumento de la raza. La raza vasca, según Sabino Arana, y otros estudiosos de lo vasco, es muy diferente de la española. En 1991 se publican libros «científicos» sobre el RH negativo de la raza.
En definitiva, y como dice Pascual Tamburri, "Adiós, España" es una Summa contra nacionalistas, estructurada en muchos epígrafes de fácil lectura. Porque demuestra cómo el régimen franquista ha hecho perder la legitimidad del patriotismo español para instaurar otros patriotismos imposibles de naciones que nunca lo han sido, basados en la manipulación interesada de la verdad histórica y en el odio perpetuo y ahistórico a algo que sólo durante cuarenta años existió. Y todo ello sin partidismos y reconociendo que Cataluña y el País Vasco son identidades históricas diferenciadas, pero que sólo pueden ser entendidas y reivindicadas en su totalidad como pertenecientes a España.

Jesús Laínz dice, en una de las 823 páginas de su obra, que a una persona que ha llegado a una postura sin argumentos es muy difícil hacerla cambiar de opinión con la razón. Estamos de acuerdo: el sentimiento es irracional. Por eso, creemos necesario que el autor haga un esfuerzo de síntesis, para poder llegar a un libro de dimensiones más accesibles a la gran mayoría de personas. Nos parece que es posible, porque la segunda mitad del libro está llena de reiteraciones y síntesis de lo dicho anteriormente, que si no entorpecen la lectura por lo menos sí la ralentizan. A pesar de esta crítica, ¡gracias Jesús Laínz por este útil instrumento para comprender nuestra historia!


Adiós, España. Verdad y mentira de los nacionalismos
Ediciones Encuentro
Jesús Laínz
823 págs.

jueves, 10 de enero de 2013

LATROCINIO, IMPUNIDAD,COMPLICIDAD E INDEPENDENCIA EN CATALUÑA

SIEMPRE quedó flotando la sospecha de que Pasqual Maragall, en su célebre denuncia del tres por ciento, se había quedado corto. No sólo por la rapidez con que retiró la acusación cuando un indignado Artur Mas, entonces líder de la minoría, le amenazó con cargarse aquel malhadado Estatuto origen de casi todos los presentes males, sino por haber calculado con benévola generosidad el porcentaje de la mordida nacionalista. Hoy sabemos por el caso Pallerols que las comisiones irregulares alcanzaban un diez por ciento de las contratas, aunque falta por determinar qué parte de la tarifa era para los extorsionadores y cuánto le correspondía al partido, esa UDC liderada por quien hasta hace poco podía presumir de ser el político mejor valorado -en estima, no en precio- de España.

Si Unió Democratica de Catalunya ha afrontado la culpa tirando de chequera para asumir responsabilidades no es tanto, o no solamente, por evitarles la cárcel a sus militantes corruptos como para eludir el paseíllo mediático de sus dirigentes en un juicio que de todos modos iba a terminar en condena. La intolerable dilación habitual de los trámites judiciales había situado la vista en un momento de especial delicadeza para quedar como trincones. Qué inoportunidad: la nomenclatura del régimen desfilando, con el exfuturo ministro Duran Lleida al frente, para testificar en el enojoso sumario de una mangancia manifiesta. Preguntas incómodas, respuestas embarazosas, evidencias sonrojantes. Mejor pagar -con dinero procedente en parte de la financiación oficial, es decir, sufragada por los ciudadanos, a los partidos políticos- y más vale una vez colorados que ciento amarillos y un mal acuerdo que un buen pleito.

Alguien tendría que procurar que de estas cosas no se entere Frau Merkel. Porque además de la dudosa reputación que proporciona el tejemaneje delictivo sucede que el dinero desviado procedía de fondos europeos. Y esta clase de fullerías a los puritanos de las cuentas los ponen de muy mala leche. Es la imagen española la que queda en entredicho, por más que el nacionalismo ande emperrado en la cuita de la autodeterminación; a ver quién les cuenta a los ceñudos vigilantes de la ortodoxia fiscal que esto era la basura del oasis catalán. Entre otras razones porque con la Gürtel, los EREs andaluces, el caso Campeón y demás pringues autonómicas y municipales nadie está por estos pagos en condiciones de presumir de nada.

De lo que sí puede blasonar UDC es de haber elevado de forma notoria la proporción del peaje. En materia de corrupción lo reprobable es su propia existencia; se trata de una degradación moral cualitativa que toma cuerpo a partir de la primera milésima de fraude. Pero una cuota del diez por ciento ya entra en escala de exacción mayor, abusiva, especulativa casi. Talla XL. A estos ciudadanos tan ejemplares les gustaba, no cabe duda, pensar a lo grande.

IGNACIO CAMACHO - ABC


Aunque no haya constancia escrita de ello en la política española existe un pacto tácito entre los grandes partidos políticos para no pedirse los unos a los otros las “máximas” responsabilidades políticas por la corrupción. Por ello, el Parlamento español no suele investigar la corrupción y ello explica que, en el día de ayer y tras reconocer Unió ante el juez del caso Pallerols sus delitos de la malversación, no se haya desatado un clamor en Barcelona y en Madrid, exigiendo la dimisión y salida de Duran i Lleida de los cargos públicos que ostenta, empezando por la presidencia de la Comisión de Exteriores del Congreso, que controla el catalán sin lealtad ni hacer honor al cargo (véase su desprecio a la Cumbre Iberoamericana de Cádiz).

Además de liderar una de las ramas de CiU, el partido gobernante en Cataluña que ha lanzado un desafío al Estado, Duran i Lleida se presenta como el hombre puente entre Madrid y Barcelona, y de ese cuento y de su doble discurso, allí y aquí, vive y se entretiene como un profesional del poder jugando con dos barajas, aunque esta vez le han pillado y ha tenido que claudicar ante el juez, con la ayuda de la fiscalía del Estado que debió ser implacable y no aceptar una transacción sino exigir la cárcel para los culpables.

Pero ya sabemos que este Gobierno de Rajoy es experto en paños calientes y con Unió mantiene una especial relación para ver si así le tuercen la mano a Artur Mas. Se vio nada más llegar el PP al poder, porque una de las primeras decisiones de Rajoy fue la de conceder una indecente amnistía a dos dirigentes de Unió, el partido de Duran i Lleida, condenados a cárcel por corrupción. La noticia la ocultó la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en la rueda de prensa del Consejo de Ministros, pero fue descubierta por los medios en el BOE y organizó el natural revuelo.

Ahora, entre la condena a Unió, el escándalo del Palau que toca de lleno a Convergencia, la misteriosa fortuna de los Pujol y las incógnitas sobre el origen de las cuentas ocultas -y más tarde regularizadas- del fallecido padre de Artur Mas, los españoles estamos asistiendo perplejos al espectáculo de que esta “banda” de corruptos o dirigentes bajo sospecha están, en su impunidad, desafiando al Estado y proponiendo la independencia catalana. Y utilizando unos modales que no respetan la legalidad y que son insultantes para España y los españoles y despreciativos para las instituciones y las autoridades del país. Como lo vimos durante la inauguración del AVE a Figueras, o como pretende Mas hacer en Madrid presentando al Rey su plan de independencia después de aprobar en el parlamento catalán una declaración soberanista.

Y si todo esto es grave en fondo y forma, más grave parece que en la Moncloa y en la Zarzuela nadie se atreva a parar los pies a este desvarío haciendo pública denuncia de todo ello y cortando en seco no solo la deriva independentista sino los modales y los abusos de este selecto club de dirigentes independentistas que desafían la legalidad o viven al margen de la ley. ¿Hasta cuando el “silencio administrativo” de Madrid y la inmoralidad política y democrática de mirar hacia otro lado, huyendo de los desafíos en vez de abordarlos de frente?

Cada vez parece más notorio que España tiene un serio problema de liderazgo, capacidad de decisión y de valentía en la persona del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Asunto de muy difícil solución, que solo se podría compensar con la entrada en el Gobierno de políticos con más peso y mayor capacidad que los actuales y con voluntad de decisión y comunicación, cosa que al día de hoy no existe en el Gabinete de Rajoy.

PABLO SEBASTIAN - REPUBLICA.COM


Veinticuatro horas después de que Unió Democrática de Catalunya (UDC) firmase un pacto de conformidad con la fiscalía, reconociendo que se había beneficiado de fondos económicos para combatir el paro para la financiación del partido, su principal responsable, el diputado Josep Antoni Duran i Lleida, que había prometido que en el caso de que se demostrase que su partido había sido financiado ilegalmente (cosa que ha reconocido y firmado ante la fiscalía) asumiría las correspondientes responsabilidades políticas, ni ha dimitido ni parece que tenga la menor intención de hacerlo. Ha proseguido su viaje oficial por Chile, haciendo un panegírico de que España puede superar la crisis, sin referirse a qué parte de esa crisis está provocada por él y por su partido, que apoyan la independencia de Cataluña y su escisión de España.

Ese anuncio de supuesta dimisión lo hizo el señor Duran cuando mantenía que se estaba ante una campaña para desacreditarle políticamente, hace nada más y nada menos que doce años, en plena investigación del llamado ‘caso Pallerols’, una trama acusada de malversación de fondos públicos, cohecho y falsedad documental, que utilizaba las ayudas públicas que concedía la Generalitat, entonces presidida por Jordi Pujol, para cursos de formación de parados para la financiación de Unió, aparte del enriquecimiento de todo tipo de intermediarios entre los que se encuentran Fidel Pallerols, el empresario de las academias, el ex director de Empleo de la Generalitat y secretario de organización de UDC y la número dos de la Consejería de Trabajo. Lo más granado del partido democratacristiano, que forma parte de la Federación CiU y que, ahora, reconoce que “los condenados efectivamente daban un beneficio a Unió, pero sin saberlo Unió”.

Después de alargar el proceso durante 16 años, los dirigentes de Unió que manejaron un total de ocho millones de euros han firmado un pacto por el que han pagado 380.000 euros y las correspondientes multas a cambio de no sentarse en el banquillo y de que no comparezca a declarar el señor Duran i Lleida, el máximo dirigente del partido, que, hasta el momento, no ha hecho ninguna declaración.

De todas formas, no hay que descartar que, como sucedió en el caso de los falsos estudios de derecho laboral elaborados a base de copiar distintos informes y publicaciones, que no aportaban nada, y por el que fueron condenados también altos cargos de Unió, entre ellos el ex cuñado de Sánchez Libre, que al final no ingresaron en prisión gracias al indulto que el Gobierno de Mariano Rajoy les concedió a última hora, en esta ocasión hubiera ocurrido lo mismo, aunque en estos momentos no esté en vigor el pacto entre el Partido Popular y Convergencia.

En estos dos casos, la Justicia ha sido lenta, escandalosa, y el comportamiento del Gobierno, difícilmente explicable. Es inexplicable para la opinión pública, en los graves momentos que está viviendo el país, que delitos que conllevan años de prisión, que afectan a la financiación de los partidos políticos, que miden la credibilidad del sistema y que están relacionados directamente con esa plaga que parece una epidemia, y que es la corrupción, queden prácticamente impunes y que puedan ser enterrados con el manto del silencio, con una multa que, al fin y al cabo, es ridícula, teniendo en cuenta los millones de euros de los que se trata. Esos millones que van a formación y que manejados por partidos, patronal y sindicatos, constituyen uno de los grandes casos de corrupción a todos los niveles. Se comprende la indignación ciudadana y no se comprende el comportamiento del señor Duran i Lleida, el político que sale más favorecido en todas las encuestas como hombre moderado y lleno de sentido común…

Un escándalo más que demuestra que unos son más iguales ante la Ley que otros.

PEPE ONETO -REPUBLICA.COM


martes, 8 de enero de 2013

LAS MENTIRAS DE MAS Y DE CATALUÑA


El presidente de la Generalidad, Artur Mas, aprovecha toda ocasión que se le presente para insistir en su particular mantra de que el Estado maltrata a Cataluña en materia de financiación territorial e inversión pública. Así, este mismo martes, coincidiendo con la inauguración de la línea de AVE Barcelona-Gerona-Figueras, el líder de CiU ha afirmado que Cataluña, pese a ser la comunidad "que más contribuye al PIB español, es la que tiene menos dotación de infraestructura pública" actualmente, después de 30 años de democracia.
Durante el acto inaugural en la estación de Gerona, ante el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y el Príncipe Felipe, Mas ha añadido que, si bien es un día de celebración, la inversión del Estado en Cataluña ha de plantearse como reflexión a tener en cuenta. En este sentido, ha querido dejar claro que la puesta en marcha de la línea de AVE entre Barcelona y Figueras (Gerona) no es un privilegio sino "un acto de justicia".
La razón, según Mas, es que Cataluña es la región que más contribuye al PIB de España y, por tanto, al crecimiento económico, mientras que es también el territorio del Estado que tiene una menor dotación en infraestructura pública. "Cataluña es hoy todavía, y esperemos que siga siendo, el adalid de la exportación del comercio exterior y del crecimiento económico en el conjunto" de España, ha añadido.
Por ello, ha aprovechado la ocasión para reclamar al Estado mayor inversión para completar el denominado Corredor del Mediterráneo. "La auténtica dimensión que nos conviene la tenemos que buscar a escala europea", ha dicho, para lo que es necesario "una gran conectividad con el resto de Europa".

Las falacias

Sin embargo, el discurso de Mas está plagado, nuevamente, de falacias y medias verdades a la vista de los datos. Así, en primer lugar, Cataluña ya no es el principal referente económico de España. En los últimos años, la Comunidad de Madrid supera en casi todos los indicadores económicos a Cataluña.
Además, tampoco es un "adalid" del crecimiento económico nacional, más bien al contrario: el PIB catalán ha registrado una de las mayores contracciones a nivel regional de 2012, con una caída del 1,8%, por encima de la media de España (1,6%), y tan sólo superada por Castilla-La Mancha (-2,5%), Comunidad Valenciana y Asturias (ambas con una caída del 1,9%), según los datos recopilados por los economistas de Hispalink. Prueba inequívoca de las dificultades económicas de la región, y su insolvencia pública, es el hecho de que el Estado ha tenido que inyectar a la Generalidad un total de 12.000 millones de euros para evitar su quiebra.
Por otro lado, a diferencia de lo que afirma Mas, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha recordado este martes que el Estado ha invertido casi 10.000 millones de euros entre 2000 y 2012 para mejorar las comunicaciones ferroviarias en Cataluña, destinados en su mayoría a la Alta velocidad, especialmente en su recorrido desde Lleida-Barcelona y Barcelona- frontera francesa.
De hecho, "Cataluña es la comunidad que más inversiones ha recibido en el ámbito ferroviario", ha detallado Rajoy, que ha reiterado la importancia del tramo Barcelona-Gerona-Figueras como parte del Corredor Mediterráneo, una infraestructura "clave" de la "franja costera mediterránea y de España entera". Rajoy también ha destacado que el Gobierno ha puesto "el cien por cien de su voluntad política para priorizar una infraestructura vital para Cataluña como es este AVE, con una inversión de más de 3.700 millones de euros", una infraestructura que une a España con Francia.
Entre otras cosas, Cataluña es la primera comunidad autónoma en la que todas sus provincias están conectadas por una misma línea de AVE, según fuentes del Ministerio de Fomento. Por si fuera poco, el volumen de inversión que prevé Fomento en Cataluña durante 2013 asciende a 1.112,7 millones de euros, unas 2,6 veces superior a la media nacional. Y en términos absolutos, Barcelona es la provincia de España con mayor volumen de inversión de Fomento, cuadriplicando a la media nacional, con 631 millones de euros.

Cataluña sale beneficiada

Por último, la ausencia de maltrato por parte del Estado a Cataluña se manifiesta claramente en los datos de financiación territorial.Cataluña recaudó 27.000 millones de euros en concepto de IRPF, IVA e Impuestos Especiales en el ejercicio 2011 y recibió casi 15.800, el 60% del total, según datos oficiales de Hacienda. Por el contrario, de los 66.000 millones de euros que se recaudaron en Madrid, la comunidad tan sólo percibió 11.474 millones mediante transferencias estatales, es decir, apenas el 17,6% de todo lo recaudado.
En términos relativos, esto significa que la Generalidad recibió en el reparto autonómico casi cuatro veces más que el Gobierno madrileño -60% frente al 17% recaudado-. En términos absolutos, Cataluña ingresó 4.300 millones de euros más que Madrid, pese a que particulares y empresas madrileñas aportaron a las arcas públicas 2,4 veces más que los catalanes -en Madrid se recaudó un 144% más que en Cataluña-. Así pues, la auténtica maltratada por el sistema es Madrid, no Cataluña. Es la que más aporta y la que menos recibe, tal y como avanzó Libre Mercado.

miércoles, 2 de enero de 2013

EL PSOE ABANDONA A ESPAÑA EN MANOS INDEPENDENTISTAS


«VAMOS a aguar la fiesta a la derecha», es la frase con la que Joan Tardà explicó el plan independentista del nacionalismo catalán en una entrevista televisiva. A la derecha, que no a la izquierda, o que hasta el nacionalismo más radical ha asumido que es la derecha la única que cree en la unidad nacional de España. Y aguando fiestas, o que el referéndum independentista es una agresión deliberada de un grupo político contra otro y no una pelea entre dos agresores.

Ambas son las dos claves para afrontar la amenaza secesionista de los próximos meses. Comenzando por la segunda, por el lenguaje, por los conceptos que usamos para la cosa. Especialmente una palabra, la del conflicto, o el choque de trenes que le llaman algunos, o la colisión de barcos, en expresión adoptada por Artur Mas del lenguaje progresista. Lenguaje según el cual esto del secesionismo es un conflicto entre dos extremos, los nacionalistas que quieren la independencia y la derecha nacionalista española que querría acabar con el Estado de las Autonomías y la diversidad. Y que, como todo conflicto entre dos partes, requeriría de un pacto, un acuerdo en el que ambos extremos cederían para resolver el conflicto. Con el resultado de todos los «conflictos» nacionalistas, la necesidad de decir sí la única parte realmente conflictiva, al nacionalismo catalán.

O decimos que no a la anterior trampa conceptual de una vez por todas o no saldremos jamás de esta espiral de conflicto nacionalista. No hay manera de tratar este problema mientras sigamos poniendo al mismo nivel al defensor de la Constitución y el Estado de las Autonomías y al promotor de la ruptura. Y, aun peor, mientras sigamos llamando centralista y extremista a quien, como la derecha española, está defendiendo uno de los modelos más descentralizados del mundo democrático.

Y una cosa es que la manipulación sea obra de nacionalistas radicales como Tardà y otra que sea defendida por el progresismo que es quien lleva realmente la voz cantante en esto del supuesto choque de trenes o de barcos y la necesidad del pacto entre las partes en conflicto. Y esa es la segunda clave de la respuesta a reto secesionista. 

Que Tardà cree, con bastante razón, que a quien agua la fiesta es a la derecha dado que cuenta con la comprensión de la izquierda, empezando por ese PSC que ya ha manifestado su intención de no oponerse al referéndum y siguiendo por un PSOE que insiste en el supuesto punto intermedio entre el independentismo y el Estado de las Autonomías. Y mientras la izquierda siga en esas no habrá manera de frenar la espiral independentista porque la derecha estará sola en la tarea.

domingo, 23 de diciembre de 2012

EL TRATADO DE CORBEIL



"Según el ordenamiento político internacional y su jurisprudencia,la actual Cataluña era territorio francés y así fue hasta el 16 de julio de 1258.Tengo delante de mí un mapa europeo de la época,“Chrétíenté d’Occident à l’an de grâce 1235”. En él no consta referencia alguna a Cataluña".

Mariano Bendito es un excepcional historiador balear, hecho a sí mismo a base de investigaciones, estudios en bibliotecas y lecturas fidedignas, y en ellas ha encontrado el “Tratado de Corbeil” (1258) escrito en latín. Se trata de un documento interesante y transcendente. Pone de relieve una irrefutable realidad histórica que derriba estrepitosamente la mentira estrafalaria de los ahora llamados “países catalanes”.

Según el ordenamiento político internacional y su jurisprudencia, la actual Cataluña era territorio francés y así fue hasta el 16 de julio de 1258. En el mapa que se encuentra en la Biblioteca Nacional de París (1235) no consta ninguna referencia a Cataluña. El actual territorio catalán está enmarcado como territorio francés. No es error. Los ocho condados autónomos de lo que es hoy Cataluña pagaban entonces vasallaje feudal a la corona francesa.

Por esto el citado Tratado se inicia con estas palabras: ”Es universalmente conocido que existen desavenencias entre el señor rey de Francia y el señor rey de Aragón, de las Mallorcas, y de Valencia, conde de Barcelona y Urgel, señor de Montpellier; por lo que el señor rey de Francia dice que los condados de Barcelona, Besalú, Urgel, etc. son feudos suyos; y el señor rey de Aragón dice que tiene derechos en Carcasona, Tolosa, Narbona, etc.

Se deduce que los condados de la parte española estaban mejor relacionados con Aragón y que los del sur de Francia, con el rey francés. Siguiendo consejos de “hombres buenos” el rey francés (Luis IX) cede a Jaime los condados de la parte española y el aragonés cede a Luis sus derechos en la parte francesa. Este es en síntesis el Tratado de Corbeil. Su importancia histórica transcendente es que se firma 29 años después de la reconquista de Mallorca y 20 de la de Valencia.

Ante este hecho contrastado internacionalmente caen por su base muchas falsedades que se enseñan en libros de texto:

1.- Es falso que “la corona catalano-aragonesa” conquistara Mallorca y Valencia. Cataluña no existía entonces. ¿Qué invención es ésta de “corona catalana"?

2.- Es imposible que una Cataluña, inexistente política, jurídica, y hasta geográficamente tuviera lengua propia. ¿Cómo pudo dar la lengua catalana a Mallorca y Valencia? ¡Esto sí que es un milagro!

Después del Tratado, Jaime comenzó su labor legisladora comenzando por la moneda (1 de agosto, 1258. Jaime I legisla sobre la moneda de Barcelona), acercando políticamente los condados ya oficialmente feudatarios suyos. Con el tiempo todo el territorio se llamó Cataluña.

¿Qué lengua hablaban? Obviamente, el occitano, provenzal o lemosín propio del sur de Francia y condados de la Marca Hispánica. Lean libros magistrales de la también colaboradora de Baleares Liberal, Teresa Puerto, al efecto. La lengua catalana se llamó oficialmente “llemosí” hasta la segunda mitad del siglo XIX.

¿Comprenden por qué los historiadores pancatalanistas silencian siempre que pueden la verdad del Tratado de Corbeil?


El “saco de mentiras históricas” (como don Antonio Ubieto solía definír a los nazionalismos separatistas españoles) era la perfecta denominación de aquellas entidades medievales cuya paupérrima realidad histórica y humilde pasado no correspondían a la desbocada ambición presente de ser “nació” o “pais independent”. Por eso inventan y mienten su pasado. 

Durante toda la Edad Media Cataluña era solo una “Marca Hispanica” tributaria de los Reyes Carolingios hasta que en dicho tratado de Corbeil ,1258, entre San Luis Rey de Francia y Jaime I el Conquistador , acordaron que los Condados al sur de los Pirineos tributarían a la Corona de Aragón y los condados del norte a Francia.  Los 8 condados de la Marca Hispanica tuvieron plena jurisdición hasta el siglo XV. La única excepción fue el Condado de Barcelona que, por el matrimonio del Conde Ramón Belenguer IV en 1137 con Dª Petronila de Aragón , Barcelona quedó entonces incorporado a la Corona de Aragón pero sin variar su condición de condado.  Los 7 restantes condados (Besalú, Vallespir, Peralada, Ausona, Ampurias, Urgel y Cerdanya) mantuvieron su independencia hasta 1521, cuando el Rey de España Carlos I nombró Virrey de Cataluña al Arzobispo de Tarragona, don Pedro Folch de Cardona . Por lo tanto Cataluña no existió como región hasta esa fecha y, por lo tanto, no pudo actuar nunca antes como entidad histórica unificada. 

Más aún, el Reino de Aragón estaba integrado por los territorios que hoy lo forman, más todo lo que es la actual provincia de Lérida , más una franja grande del río Ebro hasta el mar, que incluía a Tortosa como ciudad costera. Por lo tanto, podríamos decir que las ciudades importantes del Reino de Aragón eran Jaca (la primera capital que tuvo cuando aún era Condado), Huesca, Lérida, Zaragoza, Tortosa y Teruel. Todo eso era el territorio auténtico del reino cuya corona tenía don Jaime "el Conquistador". 

Del Tratado de Corbeil es fácil sacar dos conclusiones : 

a) Si Cataluña no existía como tal era imposible que algo que no existe conquistase ni Valencia (1238) ni Mallorca (1229) . 

b) Si carecía de unidad política, jurídica y geográfica ¿cómo iba a tener unidad lingüística si lo que allí se hablaba era un mosaico de dialectos procedentes del PROVENZAL? . 

Decía el odiado y luego recuperado historiador catalán Jaume Vicens i Vives: "En més de 3.000 documents inedits que portem recollits, no hem trobat ni un de sol que ens parlés d'una emoció collectiva catalanesca , que ens revelés un estat de consciencia nacional: ho sentim com a catalans ..." (La Publicitat.Barcelona 1935).


EL DESAFÍO CATALÁN INDEPENDENTISTA CATALÁN


Solo un ciego o un tonto podría ignorar el salto cualitativo que la situación que se vive en Cataluña ha dado esta semana, tras el pacto alcanzado entre CiU y ERC, primero, y el discurso de investidura de Artur Mas, después. Un estado de cosas que ahora cabe calificar no ya de insumisión, sino de verdadera rebelión contra la legalidad consagrada en la Constitución de 1978. El programa de Gobierno desgranado por el nuevo President este jueves no deja lugar a dudas: se trata de construir “estructuras de Estado propio” para que estén a punto en el momento en que se convoque el referéndum. La guinda del proceso, asunto casi insignificante al final del camino, sería esa consulta. Y bien, hasta aquí hemos llegado. Hasta aquí ha llegado la crisis política española, crisis de agotamiento del modelo salido de la Transición, que ha venido a desembocar en el proceloso mar del riesgo de desmembramiento de España, en uno de esos episodios, una de esas crisis de identidad recurrentes en nuestra historia, que tanto recuerda lo ocurrido en los años 30 del pasado siglo.

La Segunda República fue entonces generosa con Cataluña: las cortes constituyentes aprobaron en septiembre de 1932 su primer Estatuto de Autonomía, que pretendía dar satisfacción a las aspiraciones catalanas sin poner en riesgo la unidad española. El objetivo no se consiguió: la deslealtad del nacionalismo catalán para con la República es juicio admitido y compartido por una mayoría de historiadores, reflejo, además, de una cortedad de miras que, en el contexto social y político de la época, puso al régimen republicano contra las cuerdas bastante antes del golpe de julio del 36. Tras renacer de sus cenizas –el talento y la laboriosidad no son fáciles de eliminar- con la liberalización económica de los 60, y convertirse en tierra de promisión de cientos de miles de españoles de otras regiones, Cataluña volvió 46 años después a contar con un segundo Estatuto de Autonomía, también amplísimo de facultades, al amparo de la Constitución de 1978.

Casi 35 años después de este renovado intento de dar satisfacción a sus demandas, se puede afirmar sin ambages que otra vez el nacionalismo catalán ha vuelto a vulnerar el espíritu y la letra de una Constitución, ha traicionado los afanes de concordia de sus redactores y de amplia mayoría del pueblo español –catalanes incluidos- que la ratificaron en referéndum, y ello a pesar de haber alcanzado un grado de autogobierno superior al de muchos Estados federales. La bancarrota financiera de la Generalitat y la corrupción galopante que amenaza ahogar a su elite dirigente –con la fiscalía pisándole los talones-, ha terminado actuando de espoleta en la escalada de reclamaciones de un nacionalismo que, al socaire de su tradicional lista de agravios, anuncia con descaro la creación de Estado propio capaz de actuar como bálsamo de fierabrás contra los males que le aquejan. 

Cabe decir, sin embargo, que la crisis ha sido apenas la espoleta de un fenómeno viejo que, como en el caso vasco, no ha nacido por generación espontánea. Como aseguraba Manuel Muela, columnista de este diario, en una reciente intervención en el Ateneo madrileño, ambos desafíos son “hijos aventajados de la Constitución de 1978 y de la dejación de responsabilidades de los sucesivos gobiernos constitucionales en beneficio de todo aquello, nacionalismos incluidos, que ha despojado al Estado de sus facultades y atributos, esenciales para velar por la solidaridad, la justicia y la libertad de los españoles”. Consecuencia de esa lenidad, en las últimas décadas ha tomado cuerpo un fortalecimiento social y político de las minorías nacionalistas que gobiernan en Cataluña y en el País Vasco, en paralelo con un desapego de los valores del Estado como factor de unidad nacional e igualdad social, olvidando las sabias palabras de Manuel Azaña según las cuales, “Votadas las autonomías, el organismo de gobierno de la región es una parte del Estado español, no es un organismo rival, ni defensivo ni agresivo, sino una parte integrante del Estado de la República Española. Y mientras esto no se comprenda así no entenderá nadie lo que es la autonomía”. A ese fortalecimiento han contribuido decisivamente unos Gobiernos centrales, tanto del PSOE como del PP que, por culpa de una Ley electoral torticera, han necesitado a CiU y a PNV para gobernar.

El nacionalismo como única expresión ideológica legítima

La dejación de competencias, especialmente grave en materia de Educación, ha contribuido, en efecto, a consolidar al nacionalismo como la única expresión ideológica legítima en ambos territorios, sacrificando en el altar nacionalista la pluralidad y la tolerancia propias de cualquier sistema democrático. El fenómeno es particularmente grave en Cataluña donde todos los partidos –y los medios de comunicación- son nacionalistas, con excepción del PPC y de Ciudadanos, nacionalismo que ha dispuesto de generosos presupuestos para procurar el bienestar de sus ciudadanos. Su fracaso como gestor ha sido estrepitoso: en Cataluña no hay prosperidad y tampoco libertad, los dos ingredientes básicos que marcan el sentido de pertenencia –no las ensoñaciones de orden étnico o lingüístico- de los ciudadanos en una sociedad abierta. Hay, sí, corrupción a raudales y una pésima calidad de vida democrática, en medio de un paisaje agobiante y sin aire para todo aquel que no profese la fe identitaria. Como no podía ser de otra forma en tal ambiente opresivo, durante estos años se ha tejido en Cataluña una gigantesca tela de araña de intereses clientelares, fundamentalmente políticos y económicos, que hace muy difícil, si no imposible, cualquier tipo de negocio o actividad liberal al margen del patronazgo de CiU, lo que ha devenido en una corrupción galopante que todo el mundo conoce y que nadie denuncia dentro de la marca catalana.

Particularmente nefasto fue el pirómano Zapatero (“Apoyaré la reforma del Estatuto que salga del Parlamento de Cataluña”), una iniciativa más que osada irresponsable, por cuanto nadie reclamaba su necesidad –apenas uno de cada tres votantes catalanes lo refrendó-, que hirió de muerte al orden constitucional y marcó el principio de una carrera que ha terminado con la quiebra financiera de Cataluña. Naturalmente que los Gobiernos centrales tienen buena parte de culpa en lo ocurrido, aunque nadie debe llamarse a engaño: la verdadera responsabilidad incumbe a los políticos nacionalistas que, además de haber traicionado el espíritu de la Transición, han sido capaces de embarcarse en el viaje a ninguna parte de la independencia, un señuelo destinado a esconder su condición de pésimos gestores y su afición al enriquecimiento espurio.

Dos de las cinco patas sobre las que se asentó el edificio Constitucional en 1978, el nacionalismo de derechas catalán y vasco –con la Corona, el PP y el PSOE-, han decidido ahora romper la baraja y reclamar la independencia. Lo hacen en uno de los momentos más críticos de España, con el Estado exhausto y secuestrado por sus acreedores. Apostando a esa estrategia tan leninista del cuando peor mejor, el cogollo del poder convergente que rodea a Mas (“Nacionalismo es hambre de poder atemperada por el autoengaño” que dijo George Orwell), ha decidido que es ahora o nunca, porque el pulso de esta España enferma es tan débil que creen existe una alta probabilidad de que no sea capaz de reaccionar al reto.

Un atentado a la libertad y la prosperidad de los catalanes   

Se trata de un desafío a España, naturalmente, pero sobre todo se trata de un atentado al derecho a la paz y la felicidad, una seria amenaza a la libertad y la prosperidad de millones de ciudadanos catalanes no alienados por la ensoñación nacionalista de una minoría en el poder. “Vosotros lo veis como un problema para España, sin daros cuenta de que quienes vamos a pagar el pato somos los catalanes que no estamos por el independentismo y que seguimos siendo mayoría. Al final, la guerra de Kosovo no fue jodida para los serbios, sino para los kosovares”, cuenta un periodista barcelonés. La declaración de guerra que el jueves supuso el discurso de investidura de Mas marca un punto de inflexión en la Historia reciente de España, un punto de no retorno, un antes y un después. Es también, por desgracia, la constatación del fracaso de esa tercera España que no pudo ser y que, tras la guerra civil y la dictadura, pareció emerger en 1978 del brazo de la monarquía parlamentaria.

Se trata, de largo, del peor escenario de los posibles”, asegura un empresario barcelonés, “aunque no creo que esa alianza pueda durar más de un año. Mas se ha suicidado, que es quizá lo único que podía hacer, porque España nunca les dejará llevar a cabo lo que pretenden…” Es la hora de España, en efecto. Porque, a pesar de la profundidad de la crisis institucional y de valores, además de económica, que nos aqueja, a este país le sobra nervio y recursos para impedir tamaño desvarío. Solo víctima de un grado de pusilanimidad inimaginable por parte del Estado y sus responsables políticos podría la tropa de Mas salirse con la suya. Al Gobierno Rajoy le asiste la legalidad y, por si fuera poco, la razón, pero afrontar este desafío requerirá un consenso lo más amplio posible con el PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Nada será igual después de este envite: asistimos al auténtico final del régimen político iniciado tras la muerte de Franco. Al Gobierno del PP le toca administrar el colapso de la Transición, y abordar el inicio de una nueva era cargada de incógnitas. Vale una cita del discurso pronunciado en las Cortes por Ortega y Gasset el 13 de mayo de 1932, con motivo de la discusión del proyecto de Estatuto Catalán: “Los nacionalismos solo pueden deprimirse cuando se envuelven en un gran movimiento ascensional de todo un país, cuando se crea un gran Estado, en el que van bien las cosas, en el que ilusiona embarcarse porque la fortuna sopla en sus velas. Un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos: un Estado en buena ventura los desnutre y los reabsorbe”. Esa es la tarea por delante: alumbrar el nacimiento de una nueva España democrática y solidaria, capaz de cicatrizar heridas y recuperar lazos de entendimiento con quienes tanto han trabajado por romperlos.

jueves, 20 de diciembre de 2012

LA ASFIXIA ECONÓMICA QUE SE AVECINA EN CATALUÑA.


La comunidad catalana se convierte en una de las que tiene los impuestos más altos de Europa. El pacto de CiU y ERC supone subidas de impuestos de 1.000 millones al año con un mayor castigo a los patrimonios, la recuperación de Sucesiones, la imposición de una euroviñeta o un gravamen a los depósitos bancarios, entre otras medidas. Este acuerdo llega a una comunidad que ya soporta una de las fiscalidades más duras de Europa (con un IRPF de hasta el 56%) y puede auspiciar la salida de empresas, patrimonios y directivos en busca de una fiscalidad menos gravosa. El acuerdo suscrito por Mas y Junqueras concitó las críticas de entidades financieras, patronales, cámaras de comercio y fiscal.

En Cataluña se pagará más por trabajar. Se pagará más por tener propiedades. Se pagará más por ahorrar. Se pagará más por estudiar, por consumir ciertos productos, y hasta por morir. Artur Mas se promocionó en 2010 con una tarjeta de presentación de empresario y buen gestor que le definía como business friendly, lo que le abrió las puertas de la Generalitat. Dos años después, la urgencia independentista y sus nuevas alianzas políticas selladas ayer en el Parlament le han traído las críticas frontales de la patronal, la banca y las cámaras de comercio, un dudoso premio que ni el último tripartito logró cosechar.

CiU ha tenido que renunciar a su decálogo económico por alcanzar la estabilidad en el gobierno, y hallevado al extremolaasfixia fiscal para ciudadanos y empresas. Ha puesto una alfombra roja para que abandonen Cataluña empresas y patrimonios, tras aceptar gravar más el patrimonio, recuperar Sucesiones y crear un impuesto a los depósitos bancarios y dejar intacto un elevadísimo IRPF que cuando llegó al poder se comprometió a revisar. Las grandes asociaciones empresariales lamentan el golpe a la recuperación económica que ello supondrá y los bufetes de abogados advierten ya de un aumento de firmas y ejecutivos que se plantean seriamente abandonar Cataluña.

La subida en 2010 del tramo marginal del impuesto sobre la renta hasta el 56% coloca a Cataluña solo por debajo de Suecia en Europa. Hasta ahora no se ha notado en exceso,  pero los expertos señalan que el cóctel que se producirá en 2013 entre IRPF, Sucesiones y Patrimonio hará que “la deslocalización sea mayor; es confiscatorio”, cuenta José María Cusí, socio de Amat & VidalQuadras.

David Sardá, fiscalista del bufete BDO, advierte de que hay muchos directivos que se están planteando abandonar Cataluña por el duro gravamen sobre la renta, así como empresas. El abogado considera que no es fácil llevarlo a cabo, porque hay que realizar un cambio de residencia real. Existen otros perjuicios, principalmente con el Impuesto de Patrimonio –en el que CiU y ERC plantean rebajar el mínimo exento– y en Sucesiones, que Mas no sólo recuperará, sino que además endurecerá, que conllevarán que muchos extranjeros deseosos de mudarse a Cataluña opten por otras autonomías con una fiscalidad más amigable. “Habría que explicar que no está claro que salga a cuenta”,cuenta Sardá: en el plano fiscal “no es una zona a la que valga la pena venir a vivir”.

Así, Jorge Sarró, socio de Rousaud Costas Duran SLP e inspector de Hacienda en excedencia, entiende que “puede llevar efectivamente a deslocalizaciones de empresas y personas. Piénsese que residir en Madrid o en Barcelona puede suponer para un gran patrimonio varios cientos de miles de euros de diferencia en impuestos. Dicha circunstancia afecta asimismo a posibles nuevos residentes, que elegirán otros territorios”. Otro bufete instalado en Madrid y Barcelona asegura que El presidente de la Generalitat en funciones, Artur Mas, estrecha la mano al presidente de ERC, Oriol Junqueras, ayer en Barcelona. “la gente empieza a ronronear con irse de Cataluña”.

La patronal de la banca, la AEB, y la de las cajas de ahorro, la Ceca (que preside Isidro Fainé, presidente de La Caixa), lamentaron ayer el impuesto de 500 millones de euros sobre los depósitos bancarios. La AEB denuncia que la tasa “fragmenta” el mercado financiero y “penaliza el ahorro”. Las cajas advierten de que “no es un impuesto favorable” al sector en un momento “de crisis como el actual”. Las fuentes financieras consultadas dan por hecho que el impuesto obligado por ERC repercutirá en el cliente y encarecerá el crédito. El presidente de Banco Popular,  Angel Ron,aseguró ayer que “poner cargas impositivas al ahorro no va a favorecer la recuperacióneconómica”. Las críticas llueven también desde la propia patronal catalana, Fomento del Trabajo. El presidente de los empresarios, Joaquín Gay de Montellá, nada enemigo del poder y que defendió con ahínco el pacto fiscal de Artur Mas, ha dicho basta. Preguntado sobre la posible deslocalización empresarial en Cataluña, Gay admitió que el afán recaudatorio de la Generalitat “en principio, desmotiva”, afirmó. “Las subidas de impuestos son notorias y demuestran un camino equivocado. Nosotros respetamos las decisiones de los políticos, [pero] estas medidas dificultan la recuperación”, dijo.

La gran patronal catalana no es la única en dar un golpe sobre la mesa. La asociación de las pequeñas y medianas empresas catalanas, Pimec, denuncia que “no hay que subir la presión fiscal a las pymes”, mientras que la Cámara de Comercio de Barcelona, transmisora habitual de ciertas reclamaciones del Govern de Mas, criticó ayer que las subidas de impuestos “tendrían un efecto muy negativo sobre la economía”. Todas ellas han mostrado su rechazo al proceso independentista y abogan por recuperar el diálogo con el Estado. Otro ejemplo de cómo “la transición nacional”  soberanista puede conducir a un desierto empresarial. Algunas productoras de cine y televisión apuntan que los proyectos que busquen financiación ahora no se decantarán por Cataluña y que la autonomía no atraerá ningún rodaje cuando las medidas entren en vigor. Precisamente cuando son varias las regiones que están lanzando incentivos fiscales en la UE para atraerlos.

El discurso independentista no gusta a los empresarios. Uno de los más representativos en Cataluña, José Manuel Lara, dueño de Planeta, ha amenazado con mover su sede con el proceso. Procter&Gamble ha planteado también llevarse de la región la actividad de Arbora Ausonia tras haber adquirido el 50% que no tenía. A éstas les pueden seguir otras. Artur Mas se ha pasado la campaña electoral denunciando que los argumentos económicos contrarios a la independencia catalana formaban parte del “discurso del miedo”. Empresas y ejecutivos han empezado a demostrar que el “miedo”, efectivamente existe, pero anda más dirigido hacia un presidente de la Generalitat del que no se sabe de qué es capaz por la independencia.



domingo, 16 de diciembre de 2012

CONTRA LA MEMORIA


Rieff es uno de los intelectuales norteamericanos de mejor fuste y de expresión más preclara. Hijo de Susan Sontag, discutido premio Príncipe de Asturias de las Letras, tiene la virtud de parecerse poco a su madre en sectarismo y amargura y, sin embargo, la suerte de haber heredado el gusto por el trabajo y el método de análisis de la desaparecida intelectual norteamericana. 

David Rieff, reportero del New York Times Magazine, ah escrito un libro breve e intenso sobre la pasión por el pasado y su influencia maléfica sobre la historia más nacionalista. 

Rieff presenta un conmovedor alegato contra nuestra pasión por el pasado. Analiza cómo la memoria colectiva sirve a la historia más nacionalista, y en su extremo, cómo la memoria de horrores pasados enciende profundos odios étnicos, violencia y guerras. Las matanzas que Rieff presenció en Bosnia tiñeron de sangre para siempre la idea del recuerdo. Este libro es el resultado de esa experiencia. Al cuestionar esa idea central de muchas sociedades,

Confiesa Rieff que en las colinas de Bosnia aprendió a detestar -y sobre todo a temer- la memoria histórica colectiva. Es enormemente sencillo revisar y reescribir dicha memoria y situarla cerca del mito, antes que hacerlo de la propia historia, deformando y reconstruyendo el pasado de tal manera que pueda enfurecer y alborotar una comunidad a favor de la cultura del agravio y resentimiento. Se trata de crear una proximidad psicológica antes que favorecer precisión histórica. 

Se trata del nacionalismo: una emoción que a lo único que lleva es al amor propio y a no reconocer que las naciones no son eternas, que tuvieron un principio y tendrán su fin, y a constatar que siempre eligen el mito -decía Renan- por encima de la historia.

Es evidente que la historia y la memoria son cosas distintas. Sostiene Rieff que la ingeniería de tradiciones y el modelo de nación como comunidad imaginaria hacen que la memoria colectiva no sea ni lo uno ni lo otro y que como tal, como memoria histórica colectiva, ello conduzca con demasiada frecuencia a la guerra más que a la paz, al rencor más que a la reconciliación y a la resolución de vengarse en lugar de obligarse a la ardua labor del perdón

En la España más actual, la que recorre el agitado siglo XX y la que llega a los albores del XXI, se hace especialmente cierto que la memoria es un arma arrojadiza con la que lesionar los cimientos de los nuevos tiempos. En nombre de la misma se ha cercenado mucho intento de regeneración social y política nacida en el seno de la Transición española. La rememoración no solo se fortalece con las penas, pero sí se sustenta en el sentimiento de victimismo. 

En el franquismo sabíamos que la bazofia que nos suministraban como material de la memoria había que contrastarla con una realidad apabullante. Partíamos de que nada era como nos lo contaban. ¿Y ahora? ¿Alguien osaría decir lo mismo? Queridos, hemos terminado en algo parecido, pero sin el elemento dialéctico. No hay otra verdad que la que te enseñan.

Hay en el luminoso libro de David Rieff dos ideas que desasosiegan. La primera: que los pueblos avanzan cuando tienen más capacidad para olvidar que para recordar. De ser cierto, nos plantea un dilema trascendental. No se trata de hacer ciencia ficción, sino de someter nuestro recuerdo implacable a una sociedad que prefiere rememorar las navidades, no las visitas al cementerio. Detrás de esa efervescencia de la memoria de tanto asesinato en las cunetas del franquismo, detrás de esa legítima búsqueda de los restos de los parientes desaparecidos, hay algo de orgullo generacional y de reproche. Los nietos no están dispuestos a asumir el miedo de sus padres. Y eso les dignifica pero plantea una cruel realidad; la democracia se instauró en 1977. Por tanto, la larga espera de 30 años significa dos generaciones acojonadas. Dos generaciones con la memoria suspendida son mucho para una sociedad.

La otra idea de David Rieff es aún más inquietante. “No hay nada más socialmente incontrolable y, por ende, peligroso políticamente que un pueblo que se tiene a sí mismo por víctima”. Aquí nos encontramos con una paradoja interesante y de una actualidad vibrante. La conciencia de víctima consiente una legitimidad ilimitada para cometer las mayores barbaridades de la historia. El victimario del siglo XX, el menos tratado y el de mayores consecuencias, fue la campaña política que llevo a la victoria del partido nazi en 1933. Los verdugos, en un tiempo récord, se trasmutaron en víctimas de las potencias vecinas y de los poderes financieros que ellos atribuían a los judíos. No les dejaban ser lo que querían porque se lo impedían los tratados, la historia y la confabulación del comunismo y el sionismo. Toda la teoría sobre la Guerra Civil que desarrolló el franquismo estaba basada en el victimario. Los políticos, cuando manejan la historia, amasan goma 2, y cuando explota, aseguran que no era culpa suya.


No sostiene Rieff que lo mejor sea prescribir un alzhéimer moral, ya que estar desprovisto de memoria es estar desprovisto de un mundo y sería absurdo imaginar que la memoria será alguna vez otra cosa que un acto social. Ni siquiera mantiene que no haya que rendir memoria a los propios muertos, ya que sería un empobrecimiento moral y psicológico de proporciones trágicas. Afirma que la conmemoración es un riesgo político, incluso la de aquellos hechos que son ciertos, no simple leyenda barata: al olvidar, en verdad, se comete una injusticia con el pasado, pero ello no implica que al recordar no se cometa una injusticia con el presente, condenándonos a sentir el dolor de nuestras heridas históricas y la amargura de nuestros resentimientos mucho más allá del extremo en el que debimos dejarlos atrás.

Un libro breve pero intenso (Contra la memoria, Editorial Debate, 2012). 


viernes, 30 de noviembre de 2012

OTRA VEZ LA GENERALITAT MINTIENDO SOBRE ARAGÓN Y LA HISTORIA CATALANA



Una vez más la Generalitat de Cataluña "tergiversa la historia" y en su página web oficial llama "nación catalana independiente" a la histórica Corona de Aragón y la denomina "países catalanes". Es la penúltima intromisión y apropiación de los nacionalistas catalanes en el territorio, la historia y la lengua de Aragón.

Unas veces sitúa como picos catalanes al Aneto o el Villibierna, en los Pirineos aragoneses, otras veces incluye en sus mapas a las comarcas aragonesas de La Ribagorza, La Litera, el Bajo Cinca y el Matarraña dentro de lo que llama la Cataluña occidental.

Es frecuente en la comunidad vecina hablar de la Corona catalanoaragonesa cuando todo el mundo sabe por la historia que se trata de la antigua Corona de Aragón, integrada por Aragón, Valencia, Baleares y Cataluña más Córcega y Sicilia. Algo parecido ocurre con los reyes de Aragón, para ellos reyes catalanoaragoneses cuando Cataluña nunca tuvo reyes.

Ley de lenguas

En las mencionadas comarcas aragonesas, limítrofes con Cataluña, se habla, para unos, catalán, para otros aragonés de la zona oriental.

Precisamente una ley de lenguas aprobada por el Gobierno de Marcelino Iglesias reconocía el catalán como lengua propia de Aragón, denominación que desparece tras el anuncio de una nueva ley elaborada por el actual Ejecutivo de Luisa Fernada Rudi.

La denominación de catalán para lo que se habla en esa zona motivó una auténtica cruzada por parte de la Plataforma No Hablamos Catalán, que engloba a decenas de colectivos, asociaciones y ayuntamientos, que recogieron miles de firmas en contra y hoy mismo hacía público un comunicado contra la nueva "invasión" catalana y apremiando al Gobierno aragonés a que apruebe ya la nueva lengua.

Bienes eclesiásticos

A este conflicto de la lengua hay que sumar el de los bienes eclesiásticos: pese a los sucesivos fallos del Vaticano a favor de Aragón, Cataluña se niega a devolver 113 valiosas obras de arte sacro depositadas en el Museo Diocesano de Lérida y que pertenecen a 11 parroquias de la diócesis de Barbastro-Monzón.

En un artículo sobre la cocina catalana entre los siglos XII y XV, en la citada página web de la Generalitat, se asegura que "la conocida legalmente como Corona de Aragón fue, oficialmente, una nación catalana independiente".

Guillermo Fatás, catedrático de la universidad de Zaragoza, asegura que "es anacrónico hablar de nación catalana independiente en los siglos XIV y XV y resulta pintoresco asegurar que era conocida legalmente como Corona de Aragón. Ninguna de las dos cosas es cierta". La Corona de Aragón "es una monarquía compuesta que no se puede definir con categorías actuales. Usar esa terminología revela falta de profesionalidad", señala el prestigioso historiador aragonés en unas declaraciones a Heraldo de Aragón, que se hace eco de la nueva interpretación de la historia por parte de Cataluña.

Ha habido otras reacciones. Así, el Partido Aragonés (PAR) de la zona oriental, que aglutina a más de 20 comités locales, pide a los aragoneses que "no se dejen amedrentar por las manipulaciones históricas, culturales, identitarias y lingüísticas que el nacionalismo catalán está realizando desde hace muchos años y que se han radicalizado en las últimas semanas". El PAR denuncia también que "el nacionalismo manipulador catalanista tiene unos buenos aliados en Aragón con CHA e IU pero también con el PSOE".

Añade que "la Chunta, socia de Esquerra Republicana en Europa y sin prácticamente representación en la zona oriental de Aragón, día sí y día también presiona para que se nos imponga el catalán en nuestra tierra y ha presentado multitud de enmiendas a la Ley de Lenguas para que el catalán sea identificado como lengua propia de Aragón. Por su parte, Izquierda Unida, socia de Iniciativa per Catalunya, exige la cooficialidad del catalán en Aragón a pesar de que no tienen presencia en las comarcas orientales aragonesas. Finalmente, el PSOE, coaligado con el PSC en Cataluña, pide también la implantación del catalán en Aragón".


viernes, 23 de noviembre de 2012

THE ECONOMIST; MEJOR HARÍA CATALUÑA TRABAJANDO POR SALIR DE LA CRISIS QUE ESFORZÁNDOSE EN ROMPER CON ESPAÑA


GEORGE ORWELL, a British writer, fought in the trenches in the Spanish civil war to defend Catalonia from General Franco. He would surely be saddened by what is going on in that beautiful, cultured corner of Spain. On November 25th Catalans will vote in a regional election called as an unofficial referendum on independence. Since Catalonia represents a big chunk of the euro zone’s fourth-largest economy, and since Spain is in the frontline of efforts to save the euro, the vote and its aftermath will be felt farther afield.

What could be wrong with 7.5m people with their own language and culture choosing to become a nation-state? At first blush, it is hard to object to what Catalan nationalists call the “right to decide”. In fact, there are many reasons why Catalans should not waste their energy trying to break away from Spain. Start by recalling Orwell’s definition of nationalism as “power-hunger tempered by self-deception”.

Under Spain’s constitution of 1978, Catalonia enjoys more selfgovernment than almost any other corner of Europe. It runs its own schools, hospitals, police, prisons and cultural institutions. It lacks only tax-raising powers and the Ruritanian trappings of statehood, which nationalist politicians appear to be hungry for. As for the selfdeception, this is sometimes farcical: Catalan public television offers a weather forecast that includes provinces that have been part of France since 1659, but no meteorological information for Zaragoza or Madrid.

And most Catalans still seem happy to be both Catalans and Spaniards. Support for independence has risen mainly because Catalans think it would offer relief from recession. It would not. An independent Catalonia would have more fiscal revenues, but it would also have a higher debt burden than Spain. The argument that Catalans should not subsidise feckless Andalusians is a dangerous one: apply that more widely and the euro zone would fall apart. Indeed, far from welcoming Catalonia as an independent member, the euro zone’s leaders hardly yearn for an extra nation-state.

Spilling the Spanish beans 

All that said, the Catalan problem cannot be wished away. Roughly three-quarters of the next Catalan parliament is likely to vote for the right to decide. The constitution says only the Spanish parliament can approve a referendum—and it will not do so. The constitution has in general served both Spain and Catalonia well—but there is a case for updating it.

The Catalans’ complaints come down to two things. First they feel that Mariano Rajoy’s conservative government in Madrid refuses to recognise that Spain is a plurinational and pluri-linguistic country. Second, they think that, set beside the other 16 regions, they pay too much. The neatest answer to these grievances would be for Spain formally to embrace federalism, with a federal senate and clear rules about who collects which taxes. Federalism would mean each region was equal, with the same rights and obligations. But it has been a dirty word in Spain since a failed federal government in 1873-74. A messier, but more feasible, alternative would be to accept that some regions— Catalonia, the Basque country and perhaps Galicia—should have more autonomy than the rest and be recognised as cultural nations within Spain. Doing this would require a national pact to revise the constitution. After the Catalan vote, Mr Rajoy would be wise to set that process in motion. 


YO NO ESTOY DE ACUERDO EN DOS COSAS. PRIMERO, PREFIERO QUE CATALUÑA SE INDEPENDICE, Y "LIBERE" A ESPAÑA DE UNA VEZ POR TODAS. SEGUNDO, SI CATALUÑA SIGUIERA EN ESPAÑA, DEBERÍA SER UNA MÁS Y COMO LAS DEMÁS.


Una encuesta del diario 'The Guardian', preparada por la empresa Sigma Dos, asegura que CiU podría perder entre 3 y 5 escaños en las elecciones catalanas de este 25-N. Con este resultado, el partido de Mas se estancaría entre los 57 y 59 escaños, de los 135 que completan el Parlament, frente a los 62 que tiene en la actualidad y por debajo de los necesarios 68 escaños para gobernar sin llegar a acuerdos con otros partidos. El sondeo, publicado este viernes el diario británico, otorga entre 21 y 22 escaños en el PP y el PSC, y sitúa ERC en 16. Esta encuesta pronostica la previsible debacle de los socialistas catalanes, al perder entre seis y siete escaños de los 28 que tiene actualmente, quedando con 21 o 22.

Tanto PP como ERC se verían beneficiados con el adelanto electoral, ya que el primero pasaría de los 18 escaños actuales a 21 o 22 y ERC de 10 a 16.

Un 50,9% de los encuestados asegura que si Cataluña se independizase le gustaría tener la doble nacionalidad, española y catalana, mientras que sólo el 25,2% querría únicamente ser catalán y un 17,9% es partidario de permanecer en Cataluña como residentes extranjeros manteniendo su nacionalidad española.

Un 66,3% se muestra partidario de que el castellano tenga el mismo estatus oficial que el catalán y un 8% rechaza que el castellano siga siendo una lengua oficial en una Cataluña independiente.

Un 38,1% quiere que el Barça siga jugando en la Liga española mientras que un 22,7% desearía la creación de una nueva Liga catalana.

A pesar de que en España está prohibido por ley publicar nuevas encuestas electorales desde el pasado lunes 19 de noviembre, el ‘The Guardian’ no está sujeto a dicha norma por ser un rotativo extranjero, a pesar de que la encuesta ha sido encargada a una empresa española: Sigma Dos.

La encuesta no refleja datos datos del resto de los partidos con representación en el Parlament de Catalunya y el director de Sigma Dos, José Miguel de Elías, asegura al rotativo que la popularidad de CiU ha caído “sostenidamente” desde que el presidente Artur Mas convocó las elecciones. “La gente ha visto que la independencia tiene muchos problemas”, asegura De Elías al diario británico

AL FINAL ESTOS COBARDES SE ECHARÁN ATRÁS. LOS QUE SON CONTRARIOS A LA INDEPENDENCIA SE QUEDARÁN EN CASA EN LUGAR DE IR A VOTAR CONTRA LOS NACIONALISTAS, LOS INDEPENDENTISTAS ACUDIRÁN EN MASA, Y LOS NACIONALISTAS NADARÁN ENTRE DOS AGUAS, QUERRÍAN SER INDEPENDENTISTAS PERO SE VEN OBLIGADOS A PERMANECER EN ESPAÑA POR LA "PELA".

INDEPENDENCIA UNILATEAL DE CATALUÑA YA, POR FAVOR, NO SE ACOBARDEN.