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domingo, 7 de noviembre de 2010

EL TEA PARTY PATRIO Y PROGRE

Edurne Uriarte en ABC, merece la pena leerlo:
EDURNE URIARTE Día 06/11/2010

La clase intelectual de izquierdas es numéricamente tan mayoritaria en nuestro país que consigue imponer todos sus debates y, sobre todo, sus conceptos. Ahora, la alerta sobre el Tea Party, que lo mismo sirve para ..... insinuar el supuesto Tea Party escondida en España en el seno del PP.


Todo ello con una burda manipulación del contenido clave del Tea Party americano que no es otro que la movilización contra el exceso de Estado y de impuestos. Y de eso, en España, no sólo no hay Tea Pary alguno en la derecha que es tan pro gran Estado del Bienestar como la izquierda sino que el único Tea Party realmente fuerte es el que se halla en las filas progres. En el otro lado de la balanza, por supuesto, en el de la defensa fanática del Estado inmenso y la demonización de todos aquellos que protestan contra el brutal volumen de impuestos al que los somete dicho Estado. Ese Tea Party, ............. está ampliamente implantado en nuestra izquierda.

Su radicalismo llega al punto de haber montado una campaña sobre una mentira, la supuesta intención de la derecha de acabar con el Estado del Bienestar. ........ aquí hay todo un Gobierno socialista arengando en los medios sobre la desaparición del Estado del Bienestar con el PP.

Sólo falta para completar el ridículo que salgan con una campaña de imágenes ........ Con Rajoy, por ejemplo, caracterizado de ogro capitalista tragando trabajadores.

jueves, 4 de noviembre de 2010

EL PP Y EL TEA PARTY. OBJETIVO SOCIALISTA A CORTO PLAZO

Antes de las elecciones estadounidenses el Tea Party era objetivo de críticas descarnadas por parte de la prensa y los políticos socialistas. Una vez que este movimiento ha conseguido un esperado éxito electoral y que sus dirigentes se muestran dispuestos a poner fin a algunas de las medidas sociales propuestas por el Presidente Obama, el partido socialista nacional y sus terminales mediáticas se están poniendo manos a la obra para identificar al PP con el Tea Party, con la única finalidad de desligitimar democráticamente a la oposición, una maniobra habitual entre nuestros izquierdistas.

Empiezan a aparecer ya artículos de prensa que dan alimento "intelectual" y respaldo periodístico a esta maniobra socialista. Aunque no lo hacen directamente, algunos redactores, como Pepe Oneto, ya publican sus artículos donde se lanza la sombra de la sospecha. El mero hecho de reflejar las declaraciones sin sentido que realizan los dirigentes socialistas, de darles difusión sin matizaciones, es colaboración con esa maniobra. Otros, como los de El País o los de Público, no tienen ningún reparo en asimilar al PP con el Tea Party.

Pero es que el propio PP, sus dirigentes, son incapaces de rebatir las diatribas socialistas y se muestran como simples pardillos a la hora de presentarse ante la opinión pública. Rajoy ha venido a defenderse ante la televisión y a la pregunta de si el PP tiene su 'Tea Party', ha respondido que no, y ha añadido a continuación: "Yo quiero que el PP sea como yo me siento cómodo. Un partido moderado, centrado (...), que quiere un Gobierno con seriedad, sensatez y sentido común".

Rajoy y cualquier otro dirigente del PP debería responder a ese tipo de preguntas realizadas por plumillas pesebreros con una declaración similar a ésta: "la equiparación del PP con la imagen estereotipada y fascista del Tea Party, creada por el PSOE y sus terminales mediáticas, no tiene otro objetivo que desprestigiar a nuestro partido de cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas, y llevar el discurso político a un terreno donde no se hable de economía, paro o delincuencia. Y el mero hecho de realizar esa pregunta es seguir el juego al Partido Socialista, es sacar nuevamente el doberman a pasear".

Pero no, el PP y la "arriolana" lluvia fina de sus asesores les impide pronunciarse con la contundencia que requieren las campañas de desprestigio. Sólo Esperanza Aguirre parece tener claro como enfrentarse políticamente al PSOE, el resto de su partido siguen siendo una pandilla de pardillos.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

EL TEA PARTY AVANZA

El Tea Party, ese movimiento que cada analista define de una manera según su adscripción política propia, ha obtenido unos resultados importantes en las elecciones del 2 de noviembre en Estados Unidos, así que a España, como país, y a nuestro gobiernos, se les plantea una nueva situación.

El gobierno español y los socialistas, con sus medios de comunicación de la mano, pueden seguir descalificándoles como si fueran un grupo de salvajes extremistas, ignorando las opiniones de cualquier analista independiente, o pueden empezar a sentarse a leer y a aprender un poco sobre ellos, evitando las declaraciones insultantes o falsos (racistas, xenófobos, ultraconservadores, confesionales...), para estudiar la manera de mantener unas buenas relaciones con el nuevo "poder" estadounidense. España no puede permitirse un enfrentamiento con la Administración estadounidense, con ninguna de sus ramas, cada vez que nuestros progresistas de salón y caviar quieren demostrar su superioridad moral sobre los "paletos" norteamericanos.

Para empezar podrían leer este artículo de El Economista, escrito por Lorenzo Bernaldo de Quirós, donde intenta aclarar la imagen distorsionada que se ofrece de los objetivos de este movimiento, que lógicamente son rechazadas por un gobierno socialista por lo que significan de menos poder, menos Estado, menos impuestos, más libertad y más sociedad civil.
..... Sin duda, dentro del Tea Party hay radicales y extremistas, como los hay en casi todos los grandes movimientos de izquierda o de derecha, pero eso no constituye la esencia, cuyo discurso fundamental es una revuelta contra el gran Gobierno, contra la masiva intervención de la economía lanzada por Obama y una reivindicación de los valores fundacionales de la República norteamericana.

Lo que no es

...... la acusación de fascismo al Tea Party es ridícula, ya que ese ideario es anticapitalista, estatista, imperialista y, no lo olvidemos, su programa es el de un socialismo nacional

...... el Tea Party no sólo no guarda conexión alguna con ese ideario, sino que es radicalmente contrario a él. En este línea, conviene recordar que los liberales, en el sentido americano del término -esto es, la izquierda- profesaron en los años 30 del siglo pasado una profunda admiración hacia la economía dirigida de la Italia fascista y de la Alemania nazi frente al desorden del capitalismo.

Tampoco guarda relación alguna el Tea Party con el programa tradicional del populismo norteamericano. Ésta fue siempre una corriente de opinión, nacida a raíz de las crisis económicas del siglo XIX y de la Gran Depresión, contraria al capitalismo, proteccionista, opuesta a la modernización de la economía norteamericana y con una base sociológica concentrada en las zonas agrarias.

Sus conexiones con el socialismo primero y con el liberalismo después (socialdemocracia, en términos europeos) fueron siempre muy intensas, y donde los populistas encontraron mayor apoyo no fue en el Partido Republicano, sino en el Demócrata, hasta el extremo de que su principal líder en la última recta del siglo XIX, William Bryan Jennigs, concurrió tres veces a la presidencia norteamericana por los demócratas.

Lo que sí es


Desde el punto de vista de la filosofía política, el Tea Party es conservador en el sentido de representar la tradición que fundó EEUU, esto es, un estado pequeño, con gasto público e impuestos bajos, con pocas regulaciones y con una moneda fuerte.

En suma, es un movimiento que defiende la libertad económica en el marco de un aparato estatal, cuyas funciones han de limitarse a proteger los derechos individuales, garantizar el cumplimiento de la ley, asegurar el cumplimiento de los contratos, suministrar bienes y servicios públicos y establecer una red mínima de seguridad para aquellas personas que, víctimas del infortunio, sean incapaces de valerse por sí mismas o de adquirir en el mercados determinados bienes y servicios.

Fuera de ese contexto institucional, los individuos han de tener la libertad de perseguir los fines que deseen sin restricciones de los poderes públicos. Esta es, en definitiva, la base del sueño americano y ésa es la filosofía central del Tea Party. Los referentes políticos del movimiento no se encuentran en el Ku Kux Klan, tolérese la caricaturesca analogía, sino en lo que representaron en el Partido Republicano personalidades como Barry Goldwater y, sobre todo Ronald Reagan, esto es, la tradición de un conservadurismo, en términos norteamericanos, que equivale a lo que en Europa se entiende por liberalismo clásico.

La revuelta del Tea Party contra la política de Obama se resume en un hecho: su convicción de que la gestión obamita se aparta de lo que fue y es el fundamento de la libertad y de la prosperidad norteamericanas. En esta revuelta coinciden en el movimiento de los revolucionarios del té desde conservadores como los intelectuales a la americana del American Entreprise Institute hasta libertarios como las gentes del Cato Institute. Todos aspiran a una reducción del tamaño del gobierno federal en línea con el espíritu de los Padres Fundadores.

Aunque hay de todo, la filosofía del Tea Party no tiene nada que ver con la de la búsqueda de una especie de teocracia impuesta por la derecha religiosa. Una cosa es creer en algo y otra imponérselo a los demás por la fuerza. Nada de eso demanda el movimiento. Al contrario, reivindica en coherencia con la tradición americana la libertad religiosa, no podía ser de otro modo, como una expresión de la libertad individual.

En este sentido, no quieren que se obligue a nadie a, por ejemplo rezar en los colegios, sino que se garantice la libertad de las familias para elegir el tipo de educación que quieren dar a sus hijos. Esto significa reducir el papel del Estado en el ámbito educativo, bien privatizando la enseñanza bien introduciendo mecanismos como el cheque escolar para garantizar la libertad de elección. En este marco habrá escuelas agnósticas, islámicas, paganas, ateas, católicas, etc. y se respetará el pluralismo de las creencias.

En conclusión, que nadie vea en el Tea Party lo que no es. Busca la resurrección y la traslación al gobierno de los ideales que hicieron grande América y esos ideales son diametralmente opuestos a los profesados por el fascismo o por la extrema derecha. Obviamente, este proyecto no gusta a la izquierda, pero ya está bien de identificar todo lo que se opone a sus ideas como fascista.
Se han publicado estos días decenas de artículos ridiculizantes sobre determinados personajes que militan en ese movimiento y que ocupan puestos destacados en la política estadounidense, o aspiran a obtenerlos, tomando la parte por el todo. Pero va siendo hora de que el gobierno y sus terminales mediáticas empiecen a pensar que ya no se trata de un grupito de descerebrados, sino de un grupo con poder en el Congreso de Washintgon, que las desavenencias con el Congreso estadounidense puede abrir la puerta a consecuencias inesperadas en otros puntos de interés para la política españoles, como la relación con Marruecos, por ejemplo.

Por otra parte, según las encuestas de opinión realizadas en España, los ciudadanos están hartos de los políticos profesionales, de su incompetencia y avaricia, de pagar unos impuestos altísimos, de recibir millones de emigrantes que saturan los servicios públicos pagados con esos altísimos impuestos, de que la educación este degradada y manipulada políticamente (Educación para la Ciudadanía), y así hasta el hartazgo.

Nuestros políticos patrios están consiguiendo que la situación del país cada vez sea más propicia a la creación de movimientos populares del estilo del parodiado Tea Party, donde un personaje público avispado, con mayor o menor preparación pero una alta capacidad demagógica, sea capaz de movilizar los sentimientos de frustración de los ciudadanos. En Cataluña tienen ya varios ejemplares de este tipo, Carretero, Laporta y ERC, y en el resto del país no es difícil que surjan dentro de poco.



martes, 26 de octubre de 2010

EL LEVIATÁN ESTATAL Y EL TEA PARTY

Cuanto más se recrudece la crisis económica más empeño ponen nuestros socialistas y nuestros izquierdistas en aumentar el tamaño y los poderes del Estado, para convertirlo en ese Leviatán de Hobbes que todo lo engulle bajo su autoritarismo.

Decenas de años de autoritarismo soviético en varios países del mundo han demostrado que la economía y la sociedad son algo muy precioso que no se pueden dejar en manos del Estado, con su natural tendencia a destruirlo todo ante la irresponsabilidad colectiva. Tampoco el PP parece estar haciendo ni proponiendo nada para evitar la colectivización del Estado, por el contrario, sigue con la misma tendencia de los socialistas y no hace nada para evitar las interferencias estatales en los aspectos más íntimos de nuestra vida diaria, en su empeño por modelarnos el pensamiento y las ideas.

En este escenario surge en Estados Unidos el Tea Party, esa mezcla de movimiento político y ciudadano al que los medios de comunicación españoles se empeñan en presentar como una pandilla de ultraderechistas, racistas, fascistas y cavernarios. Pero de un reciente artículo del Nobel Vargas Llosa en El País convendría destacar algunas afirmaciones para que nos fijemos en el fondo del asunto y no en las florituras que les gusta presentar a la prensa de izquierdas.

Como el artículo de El País no puedo abrirlo, cosas de la informática, les pongo el enlace con la magnífica página de prensa del blog Almendrón, y algunas de las frases de Vargas Llosa:
Su nacimiento fue espontáneo, una proliferación de grupos que, enarbolando como símbolo el de los colonos de la Revolución independentista ...... se reunían a protestar por el crecimiento desaforado del Estado que advertían en medidas como la reforma sanitaria y las descomunales ayudas fiscales a los bancos a raíz de la crisis financiera. Lo que parecía poco más que una manifestación intrascendente y pintoresca del folclor político de Estados Unidos creció como la pólvora y saltó de los márgenes a formar parte de la corriente principal del acontecer cívico del país.

.... Sin embargo, algo importante quedará de él y será absorbido por los grandes partidos y el quehacer político en esta sociedad, una de las más permeables y capaces de recrearse que conozco. Porque, por debajo de su semblante ultraconservador, reaccionario, populista y demagógico, y de los disparates que pueden proclamar algunos de sus dirigentes ..... hay en la entraña de este movimiento algo sano, realista, democrático y profundamente libertario. El temor al crecimiento desenfrenado del Estado y de la burocracia, cuyos tentáculos se infiltran cada vez más en la vida privada de los ciudadanos, recortando y asfixiando su libertad y sus iniciativas; la apropiación por parte del sector público de funciones o servicios que la sociedad civil podría asumir con más eficacia y menos derroche de recursos; la creación de sistemas llamativos de asistencia social que sólo podrán financiarse con subidas sistemáticas de impuestos, lo que se traducirá en caídas de los niveles de vida de las clases medias y populares.

Estos temores no son gratuitos, responden a una realidad de nuestro tiempo y se originan en problemas que se viven por igual en el Primer y el Tercer Mundo. Pero en Estados Unidos tienen una resonancia particular, pues tocan un nervio siempre vivo en un país donde el individualismo no tuvo jamás la mala prensa que tiene en Europa, en la que las doctrinas colectivistas han echado hondas raíces en su historia moderna. A Estados Unidos llegaron los peregrinos europeos en busca de libertad .... para defender el derecho del individuo a gozar de independencia, de elegir su vida sin otra limitación que el respeto de las formas de vida de los otros. En la tradición americana más acendrada no es el Estado sino el ciudadano el responsable primero de su fracaso o de su éxito. Aquél no debe interferir en la vida de éste sino garantizar igualdad de oportunidades, que se cumplan las leyes equitativas y justas que dan los representantes elegidos en comicios libérrimos. Durante mucho tiempo este designio ideal fue más o menos respetado y funcionó, con el extraordinario desarrollo y prosperidad del país como resultado.

En ese modelo había algo de irrealidad y muchas imperfecciones, sin duda, pero dio al grueso de la sociedad norteamericana unos niveles de vida muy por encima del resto del mundo durante mucho tiempo. Luego, en razón de las guerras, de las desigualdades económicas que multiplicó, de la acción política reformista, fue siendo enmendado, en muchas cosas para mejorarlo, pero en otras para empeorarlo. Y entre estas últimas, sin duda, figura esa elefantiásica inflación burocrática que, casi tanto como en Europa, ha ido reduciendo el espacio de libertad y de autonomía del individuo, con el consiguiente encogimiento de la sociedad civil y, por lo tanto, de la responsabilidad del ciudadano frente a sí mismo, su familia y el conjunto social.

En la sociedad moderna, donde el Estado es Dios, el individuo es cada vez menos responsable, porque la realidad apenas le permite serlo, lo empuja cada días más a ser un mero dependiente del Estado. Para casi todo: estudiar, curarse, obtener un trabajo, disfrutar de un seguro, participar y disfrutar de la vida cultural, jubilarse, cuenta con el Estado. La idea de que ése es el destino final de la evolución que viene siguiendo la realidad de su país es simplemente intolerable para un sector importante de Estados Unidos, donde la idea del individuo soberano que no debe dejarse arrollar ni instrumentalizar por el Estado, siempre un peligro latente para su libertad, es ingrediente esencial de su historia.

Ese es un sentimiento justo y que merece ser incorporado a la agenda política pues apunta a problemas reales que enfrenta la cultura democrática. Si el Estado no se descentraliza y adelgaza, si no devuelve a la sociedad civil, a los particulares, las muchas iniciativas y servicios que les ha ido arrebatando, el resultado final será el envilecimiento de la democracia, su conversión en una mera apariencia en la que el individuo ha dejado de ser libre y se ha convertido en un autómata, manipulado por burócratas invisibles y todopoderosos que, desde la sombra de sus despachos, toman todas las decisiones importantes que conciernen a su destino.

No es verdad que sólo el Estado puede ejercitar la solidaridad con el débil, la ayuda al que no puede valerse por sí mismo, responsabilizarse de la cultura, la salud, el trabajo de los ciudadanos. En muchísimos casos, éstos lo hacen mejor y gastando menos que los burócratas ..... Es verdad que hay incentivos tributarios que alientan esta generosidad, pero la razón principal es una tradición cultural, no desaparecida del todo, que induce a los ciudadanos a actuar, tomar iniciativas en invertir su dinero en aquello que creen justo y necesario. A diferencia de los otros, este mensaje del Tea Party merece ser tenido en cuenta.


jueves, 2 de septiembre de 2010

EL ODIO AL EX PRESIDENTE AZNAR

Estaba deleitándome con los editoriales y las columnas de opinión del diario digital El Plural.es, es periódico zapateril dirigido por un individuo como Enric Sopena y donde suelen escribir y colaborar lo más granado de la España progre, alguno de esos individuos que estarían dispuestos a firmar condenas de muerte por ser opositor al progresismo de nuestros socialistas patrios.

Después he pasado a ABC y me he encontrado una columna de opinión de Hermann Terstch, ese periodista odiado por la izquierda progre porque tras abandonar el país hace unos años, donde era experto en política internacional, decidió pasarse al ABC y dirigir un diario nocturno en Telemadrid donde no se cortaba a la hora de emitir sus opiniones sobre este gobierno y sobre este mundo y movimiento progre que se ha creado a su alrededor.

Terstch ha escrito una columna titulada "Aznar y sus odiadores" que es francamente recomendable. Una vez que la hayan leído, busquen algo de Enric Sopena sobre Aznar y saquen sus propias conclusiones. Es un ejercicio curioso.

También es verdad que Aznar suele sorprendernos de vez en cuando con declaraciones que no ayudan a que su imagen sea más aceptada por la población. Por ejemplo, con sus recientes acusaciones a Obama realizadas en Israel. La realidad es que tampoco le importa, él sabe que ante cierto sector de la población y de la prensa no tiene nada que ganar ni que perder, así que prefiere ser él mismo y decir lo que considera conveniente, aunque pueda estar equivocado, o lo que simplemente considera que es verdad y no se puede ocultar. Este caso concreto ha sido aprovechado por Pablo Sebastián, uno de los periodistas más críticos con Aznar pero sin llegar a caer en el ridículo de Sopena u otros plumillas de PRISA, para comparar la Fundación FAES con el Tea Party:
Un discurso belicista de Aznar que es el presidente de FAES, la fundación del Partido Popular, que se está convirtiendo en el “Tea Party” del PP, al estilo del ruidoso movimiento patriotero, belicista, conservador y confesional, que presiona por la derecha al Partido Republicano de los Estados Unidos.

martes, 3 de agosto de 2010

ZAPATERO Y EL TEA PARTY, MÁS SEMEJANTES DE LO QUE PARECE

En Project Syndicate se ha publicado un artículo de la analista progre estadounidense Naomi Klein titulado "God Crashes the tea Party" (aunque habitualmente hay una versión española de los artículos de esta página, en este caso de momento no está disponible).

El artículo es muy interesante para conocer dos cosas.

Primero, el origen del Tea Party, organización que en sus inicios debería merecer las críticas de los socialistas españoles por su afán por luchar por la libertad de los ciudadanos frente a las agresiones del gobierno federal, principio libertario incompatible con el espíritu del socialismo español, pero la ignorancia de éstos les lleva a criticar a este partido por cuestiones completamente diferentes como su cercanía al neoconservadurismo.

"The Tea Party emerged from a laudably grassroots base: libertarians, fervent Constitutionalists, and ordinary people alarmed at the suppression of liberties, whether by George W. Bush or Barack Obama. Libertarians, of course, tend to understand church-state separation: if you don’t want government intruding in your life, you definitely don’t want it telling you how to worship.

This anti-establishmentarian impulse is a time-honored tradition in America, where advocacy of separation of church and state – a radical view in the late eighteenth century – was driven by the experiences of religious minorities such as Quakers, Huguenots, and Puritans, all of whom suffered religious persecution in Britain and France".

Y segundo, que la negativa evolución del Tea Party de la mano de la derecha religiosa estadounidense (religious bigotry also has a long history in America, and there are powerful factions that cannot accept that God did not intend the US to be a Christian nation. Ronald Reagan saw the benefit of tapping these constituencies, introducing a faith-first element into what had been a more secularized, “big tent” conservatism) le está llevando a adoptar una estrategia política similar a la de los socialistas españoles actuales.

Klein aporta el concepto de las "guerras culturales" para calificar las discusiones políticas que acaban derivado en enfrentamientos sociales sobre cuestiones que afectan al ser íntimo de muchos ciudadanos. Es decir, el proceso de ingeniería social que está llevando a cabo Zapatero a través Educación para la Ciudadanía, liberalización del aborto, matrimonios homosexuales, cuestiones migratorias o los ataques a la Iglesia Católica.

Así en Estados Unidos "Over a century ago, a nation that originated modern democracy was gripped by a political fever that led ordinary people to choose sides based on racist demagoguery. Cynical political tacticians manipulated popular opinion – through propaganda, through what posed as a free press, and through targeted political hate speech – to unite in carrying out a massive miscarriage of justice, demonizing a religious minority for political gain".

Algo parecido es lo que está llevando a cabo Zapatero en España, exacerbando las cuestiones religiosas y sociales sólo con el objetivo de manipular la opinión pública para dividir a la población y forzarles a escoger un bando basándose en una demagogia religiosa y social.

"The nation that had defined itself by its belief in freedom and reason for over a hundred years found itself seduced by the most barbaric of faith-based bigotry. Even civilized, educated people signed on to it. It was not the US that was gripped by this wave of racist paranoia, but France, the cradle of “liberté, egalité et fraternité.” And the hated, “treasonous” religious minority was not Muslim, but Jewish". Cómo recuerda esto al "cordón sanitario" al que muchos intelectuales se han apuntado fervorosamente, pero en el caso español la minoría odiada ha sido la cristiana practicante y los políticos conservadores.