Un partido que mantiene una relación conflictiva con la Constitución, con la economía de mercado y la democracia representativa, con la unidad de España y con la Unión Europea
Monsieur Jourdain, protagonista de 'El burgués gentilhombre' de Molière, se sorprende al descubrir que durante toda su vida ha estado hablando en prosa sin saberlo. Así es la estupefacción de algunos ante el desafiante documento que presentó el lunes Pablo Iglesias. Lo que sorprende es la sorpresa: no hay nada en ese documento ni en el movimiento táctico de Iglesias que no responda fielmente a todo lo que Podemos ha hecho y ha dicho desde que irrumpió en la política española.
Si en la sesión inaugural del Congreso ninguno de los 69 diputados de Podemos y sus aliados acata la Constitución con la sencilla fórmula 'Sí, juro' o 'Sí, prometo' y todos sin excepción añaden alguna reserva o alegato que contradice la promesa, es razonable pensar que ese partido tiene un problema con la Constitución española.
Si se leen con atención los textos en los que Pablo Iglesias y sus colegas muestran sus querencias ideológicas, se ve sin dificultad que no son precisamente partidarios de la economía de mercado; y que su desafección hacia las reglas de la democracia representativa es tan intensa como su apego a las prácticas de la llamada 'democracia directa'.
Si se abren los oídos para escuchar lo que proponen sobre la organización del Estado, cualquiera entiende que entre sus prioridades no figura la unidad de España.
El grupo del que Podemos forma parte ha coincidido más veces con los de Le Pen o Beppe Grillo que con los socialdemócratas y otros grupos europeístas.
Y si se repasan sus votaciones y sus intervenciones en el Parlamento de Estrasburgo, se comprueba que no creen en esta Unión Europea. El grupo del que Podemos forma parte (Izquierda Unitaria Europea) ha coincidido muchas más veces con los de Le Pen o Beppe Grillo que con los socialdemócratas y otros grupos europeístas.
Sí, Podemos es exactamente lo que parece ser: un partido que mantiene una relación conflictiva con la Constitución, con la economía de mercado y la democracia representativa, con la unidad de España y con la Unión Europea. Aspiran, legítima y pacíficamente, a sustituir los fundamentos de la España actual por un modelo distinto. Y desean llegar al Gobierno para trabajar por eso y no por otra cosa. Hay que vendarse los ojos para no verlo, porque ellos nunca lo han ocultado.
Podemos ha sido igualmente coherente y transparente respecto a la situación política derivada de las elecciones del 20-D. Sus condiciones son las mismas desde el primer día: un acuerdo restringido al ámbito de la izquierda y de los nacionalismos, un Gobierno de coalición con Iglesias como vicepresidente -en realidad, como copresidente- y derecho de autodeterminación para todos con un referéndum inmediato en Cataluña. Si eso no se acepta, nuevas elecciones. Se puede decir más alto, pero no más claro.
Podemos ha sido coherente y transparente respecto a la situación política derivada de las elecciones del 20-D. Sus condiciones son las mismas desde el primer día.
Podemos no ha cambiado su posición ni ha engañado a nadie. El documento es demencial, pero es consistente con su trayectoria. ¿Por qué habrían de cambiar si no han parado de avanzar mientras otros no han parado de retroceder? Les aseguro que si alguien está desorientado en este baile, no es Pablo Iglesias.
Por el contrario, sí se engañan y engañan a muchos quienes, por voluntarismo o por esa ambición que nubla la vista -“entusiasmados por su propio entusiasmo”, decía Zweig-, fantasean con experimentos y malabarismos imposibles sin querer ver lo que está ante sus narices. Hay demasiados Monsieur Jourdain en la izquierda española y, singularmente, en el actual Partido Socialista y en su entorno mediático. Ahora se revuelven contra Podemos, pero son ellos quienes deben dar explicaciones por levantar expectativas infundadas y vender pompas de jabón como si fueran lingotes de oro.
Cuando Iglesias te lanza una cuerda, nunca sabes si es para que te salves o para que te ahorques con ella. Dijo que sería generoso con Pedro Sánchez y le ofrece nada menos que una Presidencia honoraria del Gobierno, con importantes responsabilidades, como dar la cara en el Parlamento (a alguien se la tienen que partir), viajar por el mundo y moderar los debates del Consejo de Ministros. En El Gobierno del Cambio (siempre con mayúsculas, por favor), el presidente preside, pero no gobierna. Todo lo que tiene que ver con el ejercicio del poder está minuciosamente precisado en las seis páginas dedicadas a las atribuciones del macrovicepresidente (cero palabras sobre las del presidente). Se ve que en eso consiste la sonrisa del destino.
Cuando Iglesias te lanza una cuerda, nunca sabes si es para que te salves o para que te ahorques con ella.
No vale la pena detenerse a desmenuzar un programa que jamás va a ser aplicado y cuyo propósito no es iniciar una negociación sino cortarla desde su raíz. Sencillamente, han juntado todo lo que sabían que resultaría indigerible para los socialistas. Llama la atención cómo se deleitan en cuantificar el aumento astronómico del gasto público, las subidas generalizadas de impuestos y, en general, todo aquello que haría que en Bruselas nos señalaran directamente la puerta de la calle. El primer Tsipras era un moderado social-liberal comparado con estos leones.
Pero no resisto la tentación de reproducir un párrafo que no merece pasar desapercibido:
"Incluso si la apertura del gran debate constitucional por parte del Gobierno del Cambio no lograse modificación alguna en las posiciones del PP, cabría activar la vía popular sobre la base del artículo 1 (soberanía del pueblo español), del artículo 23 (derecho de la ciudadanía a participar en los asuntos públicos) o del artículo 92 (referéndum consultivo)".
¡Albricias! Podemos ha encontrado la fórmula para cambiar la Constitución prescindiendo del Partido Popular. Puesto que la soberanía reside en el pueblo (artículo 1), el pueblo puede pasar por encima del procedimiento que la propia Constitución establece para su reforma. ¡Jaque mate al constitucionalismo burgués! Es solo una muestra de lo que es y a dónde puede conducir el populismo cuando se desboca.
Admitamos que es raro este país nuestro: dos señores que se reúnen no para hablar, sino para mostrar al mundo que no son capaces ni siquiera de saludarse. Un documento negociador que no pretende abrir una negociación sino matarla. Un vicepresidente que quiere mandar más que cualquier presidente. Decenas de personas en Ferraz preparando contra el reloj una consulta a las bases sin que se sepa aún si habrá algo que consultar.
Sánchez no va a ganar esta investidura. Todo lo que avance con C’s está destinado a servir como base para un segundo intento tras las elecciones de junio.
En fin, al menos hoy sabemos algunas cosas que antes del lunes parecían dudosas.
Sabemos que Pedro Sánchez no va a ganar esta investidura. Queda la duda de si obtendrá el voto afirmativo de Ciudadanos o si Rivera finalmente se abstendrá. En cualquier caso, todo lo que el PSOE avance ahora con C’s está destinado a servir como base para un segundo intento tras las elecciones de junio.
Sabemos que muy probablemente habrá elecciones el 26 de junio y que el 2 de marzo asistiremos al primer gran mitin de la campaña electoral.
Sabemos que algo gordo tiene que pasar en el PP; y va a ser más pronto que tarde, ya lo verán.
Y sabemos que nos esperan cuatro meses desesperantes de batallas posicionales, operaciones subterráneas que nunca conoceremos y una bacanal del postureo mientras todo lo importante se pone peor. No creo que nos lo debamos permitir, pero es lo que hay.
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