Ayer fue la primera vez que se convocaba a los catalanes partidarios de la unidad de España. Desde la recuperación de la democracia nunca antes se había organizado una manifestación no partidista, de simple y llano apoyo a España, y las únicas reuniones de los 12 de octubre eran las de 300 o 400 nostálgicos del general Franco que se reunían en cualquier jardín de Montjuïc.
Si España pierde este partido no será porque no haya españolistas en Cataluña, ni porque no disponga de intelectuales catalanes de prestigio dispuestos a defenderla. Si España pierde será por dejación, por no comparecencia. Hace sólo cinco años, los independentistas no pasaban del 25%. Si hoy son mayoría y podría ser que ganaran un referendo secesionista es porque han hecho un inmenso trabajo de concienciación y de propaganda. Han creado todo tipo de organizaciones y de plataformas, han ido conquistando casi todos los espacios públicos, y muchos independentistas se han ido estratégicamente situando en las estructuras de los principales partidos políticos. Han creado consignas y lemas, algunos muy eficaces como el España nos roba, hasta el punto de que una amplia mayoría de catalanes piensa realmente que seremos más ricos si nos independizamos de España.
Paralelamente, CiU ha ido comprando afinidades en los medios de comunicación más relevantes. En los públicos, es decir, políticos, controlándolos directamente; en los privados, adiestrándolos con toda clase de subvenciones, públicas y encubiertas, hasta llegar a crear estampas tan extraordinarias como que el editor del periódico más independentista del momento es un Grande de España: Javier Godó, conde de Godó y maulet. Lo que puede llegar a hacer el dinero con la aristocracia arruinada.
Los del otro lado, en cambio, no han hecho nada. Tenían la fuerza, tenían la mayoría, tenían el aparato del Estado y no han hecho nada. Dieciocho de los 20 empresarios más importantes de Cataluña no sólo no son independentistas, sino que creen que la independencia podría perjudicarles. Ni el PP ni Ciutadans se han acercado a ellos para tratar de movilizarles, o de buscar su complicidad, o su patrocinio para campañas con las que rebatir los argumentos o los eslóganes del independentismo.
Si España pierde será por no haberse presentado. El independentismo empezó a ganar cuando dejó de quejarse de los árbitros y se puso a trabajar. Cada bando tiene sus razones y España no está perdiendo porque sus razones sean peores, sino porque no ha trabajado. Los judíos se cansaron de tener razón en Auschwitz, pero hasta que se tomaron en serio la construcción de su Estado no se aseguraron el no volver a ser exterminados. Hay mil excusas para cada derrota y sólo ganamos cuando trabajamos.
Ayer fue la primera manifestación españolista en Cataluña desde la restauración democrática. Hubo gente, pero mucha menos que en la Diada. No puede ni compararse. Hubo euforia y ganas, pero también la sensación de que se llegaba tarde, muy tarde, demasiado tarde. Además, a las 12.30 horas, media hora más tarde de la hora a la que había sido convocado el acto, el cielo de Barcelona se abrió y derramó toda su agua sobre los manifestantes. Muchos se refugiaron en la estación del metro de la plaza y tomaron los trenes para marcharse. A medias con la sensación del deber cumplido y a medias con la decepción de ver que Dios, como sus líderes políticos, también les había abandonado.
SALVADOR SOSTRES en EL MUNDO, 13 de octubre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario