jueves, 11 de octubre de 2012

ARTUR MAS CONVOCA LA GUERRA COMERCIAL CON ESPAÑA



Da la impresión que el presidente catalán (en funciones) y líder de CiU, Artur Mas, ha saltado sin paracaídas sobre territorio español y pretende batir el récord de velocidad en caída libre, antes que el audaz piloto austríaco Felix Baumgartner, que acaba de aplazar su intentona por motivos climáticos. Lo especial de estos saltos es que una vez en el espacio no puedes volverte atrás, y en esa más que peligrosa posición política y personal se encuentra ahora Mas por no haber calculado los riesgos y consecuencias de su desafío. Forzando la ruta hacia la independencia de Cataluña, al margen de la ley, y en plena crisis económica y financiera nacional. Y todo ello, para aprovechar la debilidad española y también para huir de su incapacidad para gestionar la crisis catalana, echando la culpa a España con el cuento falso del déficit fiscal catalán, y el argumento falaz desde de que España le “roba” a Cataluña sus recursos fiscales (ayer acaba de pedir Mas otros 400 millones de euros al Estado, además de los 5.000 solicitados).

El falso déficit fiscal catalán que debería de haber desmontado con datos el Gobierno de Rajoy -que siempre llega tarde a todas las citas, como al rescate, “la ayuda”, dice balbuceante Soraya en la Moncloa-, o puede que incluso el propio empresariado y los banqueros de Cataluña que son los que saben las cifras reales de todo ello y los que ahora temen una gran guerra comercial entre Cataluña y resto de España, con dimensiones muy superiores a la guerra del cava de 2005, aquella que convocó Carod Rovira, que puede quedar convertida en una broma si la comparamos con esta que acaba de convocar Mas desde la presidencia de la Generalitat.

Para empezar es falso lo del déficit fiscal, porque una gran parte de los ingresos fiscales de Cataluña provienen del resto de España a través de los ingresos, IVA y servicios de empresas y entidades financieras catalanas que actúan en España fuera del territorio de Cataluña. A todo ello hay que añadir los ingresos fiscales que en Cataluña aportan los catalanes españolistas que son contrarios a la independencia y están por la solidaridad interregional. Y luego y para seguir hay que hablar del global de la relación económica de Cataluña con España que muy favorable para los catalanes, y ahí se incluyen la balanza comercial, de servicios, bancos, turismo, seguridad social, infraestructuras y aportaciones del Estado. Algo que los primeros empresarios catalanes deberían explicar a Mas y a sus ciudadanos, antes que sea demasiado tarde para todos, y en especial para ellos y las instituciones y empresas que regentan.

Sobre todo, porque la noticia de que el desafío independentista de Mas está causando o puede causar estragos en la credibilidad y la financiación de España, y el argumento oficial catalán de que la “recaudación fiscal” catalana se tiene que quedar “en casa” va a provocar una enorme respuesta según la cual los ahorradores y los consumidores españoles también actuaran para que se queden “en su casa”, es decir en España, y no en Cataluña, todo su dinero, sus ahorros, sus inversiones y sus compras de productos y servicios.

Máxime una vez que se sabe que la Generalitat, y las entidades financieras y empresas de Cataluña utilizan el dinero que reciben de España para financiar la secesión y dañar nuestra economía, dejando a los españoles por tontos, cornudos y apaleados.

Eso ya pasa con la enseñanza catalana y la marginación obscena de la lengua castellana en Cataluña en la enseñanza y también en las instituciones, todo ello pagado con el dinero público, algo que el ministro Wert anuncia que va a cambiar. Pero lo de financiar la independencia de Cataluña con dinero de España eso si que no va a prosperar. Eso es lo que pensó lograr Artur Mas antes de saltar al vacío en caída libre, convencido que nadie lo iba a sospechar.


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