lunes, 22 de octubre de 2012

LA COSECHA DEL MIEDO

LA COSECHA DEL MIEDO: Edurne Uriarte en ABC 22.10.12
 
Y no me refiero en este caso al miedo a ETA. Me refiero a otro tipo de miedo como factor principal de explicación del gran resultado de los nacionalistas en el País Vasco y del fracaso del llamado constitucionalismo: el miedo a la reivindicación de la propia identidad, el españolismo. Han triunfado quienes tienen una identidad definida, clara y desacomplejada, han fracasado quienes tienen miedo a su propia identidad y lo llaman constitucionalismo porque no se atreven a decir españolismo. Un viejo problema, ciertamente, pero hasta ahora ocultado por la movilización antiterrorista que dejaba esa carencia en un segundo plano.

Hay otros dos factores en la explicación del gran resultado nacionalista, obviamente. El primero, la habitual prima para la irresponsabilidad autonómica, aquello de que los males vienen de Madrid y los bienes del egoísmo localista, un populismo de «lo nuestro» que ha sido útil al PNV tanto en el Gobierno como en la oposición. El segundo factor, la otra prima también habitual en el País Vasco, la prima a los terroristas, cuando asesinan y cuando dejan de hacerlo, antes por el agradecimiento a su «heroísmo» asesino, ahora a su «generosa» disposición a renunciar a los crímenes.
 
El monumental batacazo del PSE se produce precisamente cuando su conversión al nacionalismo había llegado más lejos que nunca. Hace tan sólo unos días, al increíble extremo de pedir un referéndum de autodeterminación para el País Vasco. Pero, antes, durante todo el mandato de Patxi López, con unas políticas difícilmente distinguibles de las nacionalistas. Y, sobre todo, con un discurso, un mensaje, unos conceptos y una simbología más cercanos al nacionalismo que a cualquier alternativa españolista. Para un desconocedor de los líderes políticos vascos habría sido difícil diferenciar a Patxi López de un lehendakari nacionalista, tal ha sido su preocupación por no parecer excesivamente español, ni siquiera mínimamente español.
 
Por supuesto, nadie le ha agradecido a él, a su partido o a Zapatero, la entusiasta negociación con los terroristas. Como era de esperar, quienes han sacado beneficios electorales de tal negociación han sido los propios terroristas, en este caso, su brazo político reconvertido a la formalidad democrática. Y lo han sacado, no sólo por el agradecimiento tradicional de quienes siempre han apoyado los crímenes, sino también por los nuevos apoyos a una opción ahora tan presentable y legal. Es decir, legitimada democráticamente por la respetabilidad que les han otorgado quienes han negociado con ellos, Patxi López, Zapatero y Rubalcaba, recompensados con el premio de una bofetada electoral de las que hacen época. Y que pasará factura a los dos supervivientes del PSOE zapateril, López y Rubalcaba. El primero ha dinamitado su oportunidad de ser alternativa a Rubalcaba y el segundo tiene los días contados al frente del PSOE, sobre todo cuando suma el desastre gallego a la debacle vasca.
Indecisión en el PP
 
El decepcionante resultado del PP no sólo tiene que ver con los nulos réditos de un apoyo a un líder socialista que más bien pareció nacionalista. También con una búsqueda de supuestos espacios intermedios y con un miedo a la reivindicación de la españolidad que, sin llegar a los extremos del PSE, ha afectado a algunos de sus líderes. Como el alcalde vitoriano, Javier Maroto, que dijo aquello de que en Madrid no sabían entender que él se llevara muy bien con su peluquera de HB. O el líder guipuzcoano Borja Semper que dijo hace unos días que el PP vasco no está ni por vasquizar ni por españolizar a los niños vascos. O, siguiendo el conocido chiste vasco de las setas o el Rolex, «¿A qué estamos, Patxi, a setas o a Rolex?», que algunos líderes populares del País Vasco han dado a entender que no están ni a setas ni a Rolex, es decir, a nada, lo que en política siempre es letal. Y eso a pesar de tener al frente del partido a un líder sólido y desacomplejado como Antonio Basagoiti que no ha podido, sin embargo, neutralizar la percepción de un partido que en ocasiones no parece decidirse ni por las setas ni por el Rolex.
 
A diferencia de los nacionalistas, sean los del PNV o los de Bildu, que están a por setas, como el Patxi del chiste, pero, además, se quedan con el Rolex, con todo el poder. Sobre todo el PNV que, con esta distribución de escaños, podrá gobernar en solitario con apoyos puntuales para cada de sus iniciativas. Dada la improbabilidad de las coaliciones entre los demás, el PNV podrá gobernar en solitario tal como quería. ¿Para pedir la independencia, como Mas? No está tan claro como parece porque el PNV no tiene interés alguno en ser fagocitado por el radicalismo de Bildu. Le ha ido perfectamente con la combinación de ambigüedad y pragmatismo y no tiene razones para cambiar ahora que vuelve al poder. Que pruebe Mas con el precipicio y luego verán si se tiran y con qué tipo de paracaídas lo hacen.



No hay comentarios: