La mayor amenaza soberanista. Así la definió Mayor Oreja. Y hoy, con los resultados electorales en las manos, resulta imposible negar que ese monstruo ha entrado en nuestra vida.
Por la ineptitud de unos políticos que han jugado a las alianzas con un enemigo, el nacionalismo, que bajo su racista creencia de una superioridad frente al resto de compatriotas, no baraja más opciones que una convivencia parasitaria o la separación. Por el olvido de un proyecto, el de España, que, pese a ser el único que representa la defensa de las libertades, languidece frente a las afrentas separatistas. Y por el miedo a usar las herramientas legales frente a los proetarras y los aspirantes a ello. Por todo ello, hoy, el monstruo se ha sentado en nuestras más altas instituciones con el deseo de expulsar de ellas a quienes creen en la Constitución.
El PNV vuelve al poder. Y es muy posible que eluda el pacto formal con EH Bildu. Pero eso será lo de menos. Porque fue el PNV el primero que alimentó al monstruo desde las escuelas. Y hoy, esa bestia irracional, enseñada a no valorar el deterioro de los derechos y progreso de su pueblo, camina sola, por delante de los partidos, a lomos de miles de jóvenes convencidos de que su paraíso se encuentra en la independencia. Por eso el PNV exigirá esa «Euskadi, nación europea» que ya enarbola Urkullu y que ansía EH-Bildu. Por eso la socialista Mendia ha señalado el referéndum de independencia de Escocia como el ejemplo de cómo «deben hacerse las cosas». Porque ninguno de ellos, culpables de amamantar al monstruo cuando era débil, está dispuesto a reconocer que la maquinaria que diseñaron para arrinconar a los constitucionalistas se les ha ido de las manos y camina hacia un encuentro suicida con EH-Bildu, un partido donde el 45,8% de sus cuadros son antiguos miembros de Batasuna-ETA.
¿Se atreverán nuestras instituciones a parar los pies a un tigre al que no frenaron cuando era cachorro? Resulta difícil creerlo. Pero en caso contrario, será el tigre el que los devore a ellos.
Por la ineptitud de unos políticos que han jugado a las alianzas con un enemigo, el nacionalismo, que bajo su racista creencia de una superioridad frente al resto de compatriotas, no baraja más opciones que una convivencia parasitaria o la separación. Por el olvido de un proyecto, el de España, que, pese a ser el único que representa la defensa de las libertades, languidece frente a las afrentas separatistas. Y por el miedo a usar las herramientas legales frente a los proetarras y los aspirantes a ello. Por todo ello, hoy, el monstruo se ha sentado en nuestras más altas instituciones con el deseo de expulsar de ellas a quienes creen en la Constitución.
El PNV vuelve al poder. Y es muy posible que eluda el pacto formal con EH Bildu. Pero eso será lo de menos. Porque fue el PNV el primero que alimentó al monstruo desde las escuelas. Y hoy, esa bestia irracional, enseñada a no valorar el deterioro de los derechos y progreso de su pueblo, camina sola, por delante de los partidos, a lomos de miles de jóvenes convencidos de que su paraíso se encuentra en la independencia. Por eso el PNV exigirá esa «Euskadi, nación europea» que ya enarbola Urkullu y que ansía EH-Bildu. Por eso la socialista Mendia ha señalado el referéndum de independencia de Escocia como el ejemplo de cómo «deben hacerse las cosas». Porque ninguno de ellos, culpables de amamantar al monstruo cuando era débil, está dispuesto a reconocer que la maquinaria que diseñaron para arrinconar a los constitucionalistas se les ha ido de las manos y camina hacia un encuentro suicida con EH-Bildu, un partido donde el 45,8% de sus cuadros son antiguos miembros de Batasuna-ETA.
¿Se atreverán nuestras instituciones a parar los pies a un tigre al que no frenaron cuando era cachorro? Resulta difícil creerlo. Pero en caso contrario, será el tigre el que los devore a ellos.
Carlos Cuesta en El Mundo 22.10.12
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