El filósofo inglés neopositivista Alfred Ayer, autor del clásico Lenguaje, verdad y lógica, escribió que la contradicción es más grave que la falsedad porque en la primera siempre hay un grado de intencionalidad mientras que la segunda puede ser puramente accidental.
Un ejemplo: yo digo que hay un cenicero en mi mesa, pero esa afirmación es falsa porque está encima de una silla. Se trata de un error que no altera el hecho sustancial de la existencia del objeto. Pero si yo digo que estoy contra la corrupción y sistemáticamente la silencio, esa contradicción adquiere un carácter de gran relevancia.
Esto es lo que le sucede a El País, que ha desplegado un esfuerzo ingente para verificar si todas y cada una de las revelaciones de este periódico sobre el latrocinio en Cataluña estaban sustentadas por fuentes autorizadas. Dicho con otras palabras, el diario de Prisa ha analizado meticulosamente la naturaleza del dedo que apunta pero ha omitido interesarse por lo sustancial: si los hechos que señala son ciertos.
Bien está que El País se haya tomado tanto trabajo en realizar esta investigación epistemológica sobre los fundamentos del uso del lenguaje, pero lo que no se entiende es su invencible repulsión a denunciar la corrupción salvo que ésta se llame Gürtel y afecte al PP. Parece que los evidentes y escandalosos signos de enriquecimiento ilícito de los Pujol no le resultan motivos suficientes para una investigación periodística.
El País siempre se erige en el árbitro de la ética, pero luego silencia, manipula e ignora todo lo que conviene a sus intereses. Ya se dedicó a hacer contrainformación cuando este periódico reveló las implicaciones de la cúpula de Interior en el caso GAL o los abusos de los servicios secretos y lo ha venido haciendo habitualmente. El último ejemplo de la permanente incoherencia del diario de Prisa es el despido de más de un centenar de periodistas, a los que aplicó la reforma laboral que se había hartado de denostar.
Hay que reconocerle a El País (con mayúscula) una cualidad que le asemeja a la sociedad española: el hábito de decir una cosa y luego hacer la contraria. La crisis del país (con minúscula) tiene sus raíces en esa contradicción: que casi nadie se aplica la moral que exige a los demás. Hace unos meses, vía Cebrián colarse en el aeropuerto donde aguardaba para hacer el check in. Su periódico se parece cada día más a él.
Pedro Cuartango en El Mundo.
Este jueves, el diario de Prisa acusaba en un editorial al del grupo Rizzoli de "prensa cavernícola" próxima a la extrema derecha, y de publicar una "hilarante información". "No se necesita que Mortadelo y Filemón investiguen nada al respecto. El grupo Prisa publicó (...) una nota de prensa hace más de cuatro años (...). Los intentos de relacionar la línea editorial de un diario con la militancia política de su casero quedarán inscritos en la antología de las filtraciones chapuceras".
En la jornada del viernes, el periódico dirigido por Javier Moreno parece querer olvidarse del asunto, pero no así el dirigido por Pedro José Ramírez, que dedica su segundo editorial seguido al rotativo rival subiendo el tono de las acusaciones vertidas el jueves. Si 'El País' comparaba a la prensa de derechas con "La partida de la porra" (un grupo violento que defendía en el siglo XIX al monarca Amadeo de Saboya), 'El Mundo' habla este viernes de 'escamots', un grupo paramilitar catalanista vinculado a ERC en los años previos a la Guerra Civil, "que sembraban el terror bajo la protección del nacionalismo". 'El Mundo' reconoce que Prisa ya comunicó la venta de sus edificios a Drago Partners a la CNMV aunque, según ellos, "informaron escuetamente en sus páginas, omitiendo que Oleguer Pujol era el principal accionista de la empresa compradora". "Algo ha ganado la transparencia en este envite", concluye el periódico dirigido por Ramírez.
Por si no había críticas subidas de tono, el Sindicato Unificado de Policía (SUP) se desmarcó este jueves con un comunicado en el que ataca de forma furibunda también a 'El País'. Reconoce la buena relación entre el sindicato mayoritario de la Policía Nacional y el diario progresista desde el advenimiento de la democracia, y su apoyo a "los movimientos sindicales entonces clandestinos en la Policía". Sin embargo, asegura, "el tiempo de esplendor del diario ya pasó, y el que entonces era director es hoy un tiburón financiero que cobra 13 millones de euros anuales, viaja en avión privado, ha expulsado a fundadores del diario tras 30 años de trabajo con una patada en el trasero y lo ha hecho con la aplicación miserable de una reforma laboral que consideraba inmoral en sus editoriales".
El sindicato se muestra ofendido por las informaciones del pasado fin de semana de 'El País' en el que se aseguraba que grupúsculos de la Policía actuaban al margen de la ley para desacreditar a los nacionalistas catalanes mezclándolos falsamente con casos de corrupción. El SUP llama "diario socialisto" al periódico antes poseído por Jesús de Polanco y ataca también a los policías del "comando Rubalcaba".
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