lunes, 26 de noviembre de 2012

LA BATALLA DE GIBRALTAR Y EL "ENTREGUISMO" ESPAÑOL

En vísperas de cumplirse el Tercer Centenario del Tratado de Utrecht (1713), por el que España cede Gibraltar a Inglaterra, este libro narra la historia de la toma de una fortaleza en nombre de un pretendiente al trono español, para convertirse en una expansión ininterrumpida por tierra, mar y aire hasta nuestros días, contada por el testigo de una de sus batallas más importantes, la diplomática en la ONU, la única que España ha ganado, aunque está perdiendo por los errores, falsos cálculos y rivalidades internas de nuestra política. Podría argüirse que ocuparse a estas alturas del problema de Gibraltar es un anacronismo. Lo verdaderamente anacrónico es que, cuando las colonias han desaparecido de África, Asia, América y Oceanía, queda una en Europa. Aunque lo más doloroso es que tal anacronismo revela nuestro fracaso. El Peñón no se reincorporará a España mientras los españoles no tengamos voluntad de conseguirlo y hagamos el esfuerzo común necesario para lograrlo. Gibraltar se convierte así en piedra de toque de España como nación moderna y Estado democrático. "

José María Carrascal habla de su nuevo libro, «La batalla de Gibraltar», editado por Actas, con la misma pasión con la que lo ha escrito. A su conocimiento privilegiado del contencioso del Peñón por haber vivido desde la corresponsalía de ABC en Nueva York los agónicos combates entre España y el Reino Unido en el seno de la ONU, ha sumado el rigor del historiador y la agilidad del periodista para completar el relato vibrante de una absurda rendición sin derrota. A día de hoy, la legalidad internacional refrenda plenamente la reivindicación española de la soberanía de Gibraltar, pero han faltado a lo largo de las cuatro últimas décadas, lamenta, voluntad política y pulso patriótico para reactivarla.

-Su libro se titula «La batalla de Gibraltar» y se subtitula «cómo se ganó, cómo se perdió». ¿Se ha olvidado que tuvimos la victoria en nuestra mano?

-Y la tenemos. La ONU no ha variado su doctrina. Lo que pasa es que nosotros hemos ido retrocediendo, cada vez más. El tema sigue abierto en el Comité de los Veinticuatro de la ONU, el de descolonización, y cuando fue allí el pasado mes de junio el nuevo ministro principal y esgrimió los argumentos de siempre no logró cambiar un ápice las cosas, porque la Resolución de diciembre de 1967 que dice que Gibraltar ha de ser descolonizado en negociaciones entre el Reino Unido y España sigue vigente.

-Pero el Reino Unido no ha parado de tender trampas.

-Claro. Y cada ministro de Asuntos Exteriores de España ha dado un paso atrás. Algunos, un salto atrás. Es tremendo que en este asunto la ONU haya venido defendiendo los intereses españoles mejor que los españoles mismos.

-Repasemos maniobras trileras de los británicos. Por ejemplo, la ocupación del istmo.

-Para eso se han aprovechado de la debilidad española en diferentes momentos, a pesar de que en el Tratado de Utrecht se cede solo el Peñón sin comunicación alguna por tierra.

-Cuando estábamos enzarzados en nuestra Guerra Civil aprovecharon para montar allí el aeropuerto.

-Sí, pero antes que eso, con motivo de dos epidemias en Gibraltar les permitimos establecer campamentos sanitarios en un territorio que ya de paso se quedaron. Y ya en la época actual, lo que han hecho ha sido desvirtuar la resolución de la ONU.

-¿Al manipular la frase que dice que se tendrán en cuenta los intereses de la población?

-Exacto. Nada más aprobarse la resolución, los británicos ya equiparan esos «interests» (intereses) con «wishes» (deseos). Y con esto han ido tragando algunos ministros españoles. El primero, López Bravo, con aquello de «pensar juntos», y después Marcelino Oreja en la Declaración de Lisboa...

-Quizás Oreja actuó condicionado por nuestras negociaciones para ingresar en la OTAN y en el Mercado Común.

-Pero sin darse cuenta de que teníamos unos valedores mucho mejores que los ingleses en un sitio y en otro. Los alemanes para el Mercado Común, y los Estados Unidos para la OTAN. Luego, Fernando Morán da otro paso atrás con la Declaración de Bruselas, Abel Matutes se equivocó al pretender arreglarlo al estilo de los hombres de negocios, y más adelante Josep Piqué va y les regala setenta y cinco mil líneas telefónicas con las que están regulando todo el tráfico de las apuestas en Europa. ¡Nosotros mismos les hemos ido dando las vías de salida! Solo han sabido mantenerse en su sitio las dos ministras, Ana de Palacio y Trinidad Jiménez, quien cortó el desatino de Moratinos de dar voz y voto a Gibraltar. Menos mal que ahora García Margallo defiende que se ha de conversar en dos niveles, el España-Reino Unido de primera línea y el de los gibraltareños y las autoridades andaluzas para las cuestiones menudas. Pero yo creo que tampoco debería ser esto, sino simplemente ajustarnos a la Resolución de Naciones Unidas.

-¿Sigue siendo Gibraltar una pieza estratégica de primer orden?

-En absoluto. Ahí no se puede instalar una base antimisiles, por ejemplo. Hoy en día sirve para reparar algún submarino y poco más.

-El problema del contencioso gibraltareño es que no solo se ha desistido en el ámbito político, también ha cundido una cierta indiferencia social.

-Últimamente hemos retrocedido mucho no digo en nacionalismo, sino en patriotismo. Es un síntoma o paradigma de la debilidad de España como Estado. La reivindicación de «Gribraltar español» empezó a considerarse una cosa franquista, cuando la primera vez que se establece un regimiento en el Campo de Gibraltar y se hacen maniobras en el istmo es con Manuel Azaña como ministro de Defensa.

-¿Qué opciones de futuro hay? No vamos a cerrar la verja, a estas alturas.

-No parece viable cerrar la verja después del Tratado de Schengen, pero hay otros sistemas. Gibraltar tiene en contra la historia, la geografía y la economía. Vamos a la globalización y los paraísos fiscales van a ser erradicados. Además, España es un Estado soberano que puede decir «tengan ustedes su Peñón, pero ni doble residencia ni nada», o aplicar estrictas revisiones aduaneras que en la práctica son como una verja. También se puede establecer que cualquier barco que toque Gibraltar no pueda hacerlo después en ningún puerto español. Los cruceros se acabarían. ¡Y, por supuesto, no puede ser que todas las empresas españolas tengan abiertas allí sucursales!


1 comentario:

VERDAD SOLO VERDAD dijo...

soy cubano, descendiente de un gibraltareño nombrado JOSE CONDE LOPEZ DE CINCO GENERACIONES ATRAS, PERO HAN LLEGADO A NUESTRA ACTUALIDAD FAMILIAR LO QUE PASO AQUEL TATRABUELO CUANDO LOS INGLESES INVADIERON SU PEÑON Y LA HIDALGUIA DE LOS QUE LUCHARON EN DESVENTAJA FRENTE A LOS COLONIZADORES-PIRATAS, SUPIMOS TAMBIEN QUE LOS RESIDENTES NO FUERON EXPULSADOS, LA INMENSA MAYORIA CASI EL 90% DE AQUELLOS POBLADORES PREFIRIO IRSE HACIA EL LADO ESPAÑOL QUE SERVIR AL INVASOR. VIVA LOS GIBRALTAREÑOS Y SUS DESCENDIENTES, VIVA GIBRALTAR ESPAÑOL, . VENCEREMOS PORQUE LA SANGRE DERRAMADA Y LA HISTORIA DE REBELDIA DEL PEÑON ESTAN VIVAS AUN CUANDO PASARON 312 AÑOS. VIVA ESPAÑA