Nuestro pertinaz Sánchez, al que le gusta más una frase hecha que a Flo cambiar de entrenador cuando todo va bien, explicó ayer a sus barones rampantes, al final mininos de garritas de seda, que para ser presidente al dictado de Podemos solo le importarán tres cosas: «Programa, programa y programa». En realidad ese programa es fácil de resumir: Yo, yo y luego otra vez yo. Sobrevivir. Como sea y a costa de lo que sea.
Lo más desolador del actual PSOE ya no es su carajal interno, ni su derrotismo más bien felón ante la realidad de España (un país que está creciendo al 3,2%, que ha creado medio millón de empleos en un año, una nación atractiva, que ha recibido 68 millones de turistas en 2015). Lo peor de este PSOE es su terrible inanidad programática. Con más moral que el Alcoyano, vas buscando atisbos de ideas sugerentes entre los supuestos cerebros socialistas, algo nuevo que suponga una oferta alternativa a la conservadora. Lo confieso: me he papado con detallada atención tribunas enteras de Jordi Sevilla, de Luena, hasta del gran Sánchez. Por supuesto, también la última y extensa entrevista con el oráculo de la calle Velázquez, González, en la que cantinflea con su acostumbrada maestría, siempre efectista, bonita por fuera, y a la postre, hueca como una centolla fuera de temporada. La sensación que me queda es siempre la misma: no me han dicho nada original. O peor: solo me han contado generalidades inviables. Jamás aflora un dato económico cuantificado, una solución detallada a un problema concreto. Prima la palabrería buenista, que nada arregla en la vida práctica. Como español, siento muchísimo decir que hasta un carcamal radical como el laborista Jeremy Corbyn y su equipo de marxistas reciclados trabajan con más rigor intelectual que nuestro partido socialista.
Todo en este PSOE, arrasado por la subcultura revanchista y débil del zapaterismo, semeja una estepa mental sustentada en seis clichés.
1.- Rajoy es peor que Hannibal Lecter y los españoles quieren chimparlo de inmediato (aunque haya ganado las elecciones con 1,7 millones de votos más que Sánchez). 2.- Hay que reconstruir el Estado del bienestar (que nunca ha sido destruido). 3.- Hay que derogar la reforma laboral (cuando Bruselas ya exige otra). 4.- Hay que ofrecer más subvenciones sociales (en un país gravemente endeudado y que simplemente no tiene dinero). 5.- Hay que crear más empleo (claro, pero ¿qué proponen?).6.- El desafío separatista catalán se arregla con federalismo asimétrico (entelequia que no acaban de definir y que a los sediciosos les resbala, pues lo único que demandan ya de España es romperla).
Fruto de esta desoladora liviandad ideológica, el PSOE, algún día un partido socialdemócrata europeo serio y constructivo, ve normal aliarse con Podemos. Hasta traga ser humillado por una formación neocomunista de cariz totalitario y padrinazgos hediondos. ¿Alguien ve a Iglesias y Errejón haciendo frente a la amenaza de Daesh, frenando la sublevación separatista, convenciendo a los mercados internacionales de que inviertan en España, ajustando nuestra economía a las reglas de la UE? No lo ve ni Sánchez. Pero allá va. Superego. Ese es el programa.
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