El expolio inventado
‘La razón de tanta avaricia contabilizadora de impuestos pagados en Cataluña es evidente. Cuantos más millones se contabilizan como ‘impuestos pagados por Cataluña’, mayor sale la cifra de déficit fiscal de Cataluña, aunque sea en base a hipótesis discutibles y subjetivas cuando no directamente inverosímiles’.
‘La razón de tanta avaricia contabilizadora de impuestos pagados en Cataluña es evidente. Cuantos más millones se contabilizan como ‘impuestos pagados por Cataluña’, mayor sale la cifra de déficit fiscal de Cataluña, aunque sea en base a hipótesis discutibles y subjetivas cuando no directamente inverosímiles’.
Ya sabemos que a los nacionalistas catalanes les encanta quejarse. Hace unos días, en el Parlamento autonómico, tuvimos un nuevo capítulo de su cansino lloriqueo a cuenta otra vez del expolio fiscal. Posiblemente usted ha escuchado en múltiples ocasiones hablar de balanzas fiscales, saldos fiscales, expolios y robos en boca de nuestros sutiles y finos políticos nacionalistas. Pero, ¿cómo calculan esos pobres políticos expoliados la balanza fiscal de Cataluña? Le propongo adentrarse por un momento en un viaje hacia las tripas del cálculo de la balanza fiscal de Cataluña por parte de los nacionalistas catalanes.
La balanza fiscal es la diferencia entre lo aportado y lo recibido. Y en todo este cálculo deben utilizarse una serie de hipótesis de imputación de ingresos y de gastos que en el caso del Gobierno autonómico adolecen, como veremos, de una notable falta de objetividad. Comencemos por los impuestos. Uno pensaría que dentro del pomposo título de ‘impuestos pagados por Cataluña’ se contabilizan los impuestos pagados por los ciudadanos catalanes. Esto es lo que dicta el sentido común, pero no.
Resulta que bajo este epígrafe en realidad el Gobierno autonómico suma a los impuestos pagados por ciudadanos catalanes impuestos pagados por ciudadanos del resto de España. Lo explican en el informe ‘Resultados de la balanza fiscal de Cataluña con el sector público central 2006-2009′ donde reconoce, por ejemplo, que ‘el IVA pagado por un ciudadano de Oviedo a un comercio de Mataró se imputa a Cataluña’. Así de claro. Si un ciudadano del resto de España compra un producto a una empresa catalana el IVA lo ha pagado el ciudadano del resto de España de su bolsillo pero CiU lo contabiliza a los catalanes.
Con relación al IRPF, otro tanto. En el informe incluyen en la balanza fiscal de Cataluña el IRPF pagado por no catalanes si la renta o parte de ella se ha generado en Cataluña. Sólo en el año 2009 contabilizó 329 millones de euros como ‘impuestos pagados por Cataluña’, que en realidad era IRPF pagado por no residentes en Cataluña. Y de la misma manera el Gobierno autonómico imputa a Cataluña el Impuesto de Sociedades no según el consumo como se realiza en la mayoría de los estudios de balanzas fiscales, sino en función de un indicador denominado excedente bruto de explotación. ¿Por qué? Porque ese indicador es mayor en Cataluña que el de consumo y de esta manera incrementa la parte imputada a Cataluña del Impuesto de Sociedades total recaudado por el Estado.
La razón de tanta avaricia contabilizadora de impuestos pagados en Cataluña es evidente. Cuantos más millones se contabilizan como ‘impuestos pagados por Cataluña’, mayor sale la cifra de déficit fiscal de Cataluña, aunque sea en base a hipótesis discutibles y subjetivas cuando no directamente inverosímiles.
Pero no nos detengamos en los impuestos. Pasemos al otro lado de la balanza fiscal, al de los gastos, donde CiU hace justo lo contrario: disminuye hasta extremos irrisorios los gastos del Estado contabilizados en Cataluña. La razón es también clara: cuanto menos gastos del Estado se contabilicen en Cataluña, más elevado sale el déficit fiscal. Por ejemplo, en el año 2009, el Gobierno gastó 864 millones de euros en política exterior (cuerpo diplomático, embajadas, etc). ¿Qué parte de esos millones sería imputable a los catalanes? Dado que la política exterior en hacienda pública se considera un bien público indivisible lo razonable sería la distribución de esa cantidad entre todos los españoles por igual. Es decir, dado que en Cataluña viven el 16% de los españoles, se debería atribuir a Cataluña un 16% de esos 864 millones, aproximadamente: 138 millones.
Sin embargo, la Generalidad atribuye a Cataluña únicamente… ¡un millón de euros!, un 0,1% del total, con el argumento de que ‘no hay ninguna delegación del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación en Cataluña’. Es un argumento grotesco. Es obvio que las embajadas de España por el mundo pueden ser utilizadas por todos los españoles por igual, ya sean catalanes, gallegos, madrileños o asturianos. Pero según el Gobierno autonómico no benefician en casi nada a los catalanes y prácticamente sólo se imputan al resto de españoles.
En los gastos de Defensa ocurre algo similar. Al igual que en la política exterior, lo razonable sería dividir este gasto entre todos los españoles en partes iguales, pero CiU imputa a los catalanes una parte sustancialmente inferior (sólo un 4% frente al 16% razonable). Es curioso ver cómo le atribuyen a la Comunidad de Madrid casi todo el gasto en Defensa de forma muy poco lógica, de tal manera que todo el coste, por ejemplo, en material o equipos, ya sea incluso en fragatas o portaaviones se atribuye a la Comunidad de Madrid, en vez de repartirlo entre todos los españoles como sería lo lógico. Quizá habría que preguntar a Artur Mas, presidente de la Generalidad, si considera que los portaaviones navegan por el río Manzanares y no por el Mar Mediterráneo.
Y estas imputaciones de gasto del Estado en Cataluña tan irrisorias cuando no ridículas se realizan en todas las partidas. La idea es siempre la misma: minimizar los gastos del Gobierno en Cataluña. Y de la misma manera que en política exterior o defensa también en justicia, servicios sociales, gestión de la administración, pago de la deuda u en organismos públicos. El objetivo es claro: se trata de incrementar los ingresos aportados por Cataluña y disminuir los gastos del Estado recibidos en Cataluña de la mano de hipótesis poco objetivas. De esta forma se ensancha la brecha entre ingresos y gastos y, por tanto, el déficit fiscal.
Pero eso no es todo. Además, el Gobierno autonómico incluye el déficit fiscal con Europa en el del Estado, lo cual engorda artificialmente el déficit fiscal de Cataluña en 2.000 millones de euros anuales. Y es que la Unión Europea dispone de ciertos fondos (agrarios, estructurales, FEOGA, FEDER, etc) que reparte entre las regiones según sus criterios. La pregunta es obvia: ¿por qué el Gobierno autonómico tiene en cuenta estos flujos fiscales con Bruselas en los flujos fiscales con Madrid? Sencillamente porque el signo fiscal de estos fondos europeos es negativo para Cataluña al no recibir casi fondos europeos y así infla el déficit fiscal con el Estado.
Si usted ha leído hasta aquí se habrá dado cuenta ya de algunos artificios utilizados por CiU: contabiliza en la balanza fiscal de Cataluña impuestos pagados por ciudadanos que no son catalanes; considera que los gastos de embajadas no benefician a los catalanes; que los portaaviones navegan placidamente por el río Manzanares y además incluye el déficit fiscal con Europa en el del Estado. Pues bien, resulta que incluso con todos estos artificios contables el déficit fiscal de Cataluña en el ejercicio 2009 tan sólo llegó a 792 millones de euros, apenas 100 euros por catalán, como reconoce en la página 68 el propio informe de la Consejería de Economía y Conocimiento. A nadie le debería sorprender una cifra tan baja de déficit fiscal de Cataluña en 2009 porque la recaudación de impuestos del Estado en Cataluña se ha desplomado por la crisis y el Gobierno recaudó en Cataluña sólo 28.000 millones de euros, mientras en la Comunidad de Madrid recaudó, por ejemplo, más de 67.000 millones, bastante más del doble.
Evidentemente, la cifra de 792 millones de déficit fiscal no da para mucho lloriqueo victimista y el expolio a Cataluña tiene que ser como mínimo de decenas de miles de millones para conseguir una buena rentabilidad electoral como la que quiere CiU y crear una buena dosis de rencor y odio contra el resto de España. La cifra presentada urbi et orbi por Mas, Mas-Colell, Homs… de déficit fiscal de Cataluña para 2009 es de 16.409 millones de euros. Y usted se estará preguntando: ¿de dónde salen los 16.409 millones de euros cuando la cifra real (real entre muchas comillas porque incluye todas las trampas explicadas hasta ahora, claro) de déficit fiscal de Cataluña en 2009 fue de sólo 792 millones de euros? Muy sencillo: CiU aplica una nueva capa de maquillaje adicional a todos los maquillajes anteriores. Suma al valor real de la balanza fiscal de Cataluña una cantidad ficticia, es decir, no pagada en realidad por ningún ciudadano catalán por importe de 15.617 millones de euros. Insisto, una cantidad ficticia no pagada ni en un solo euro por ningún ciudadano catalán.
El argumento del Gobierno autonómico es que si el Estado tiene déficit, éste debe incluirse en el cálculo de la balanza fiscal de Cataluña, a pesar de que no ha sido pagado por ningún catalán. Y, de forma subjetiva, valora esa imputación a Cataluña del déficit a la que llama neutralización en 15.617 millones totalmente ficticios. Como es obvio, la mayoría de los expertos descalifican esta técnica porque suma a los flujos fiscales reales un flujo fiscal ficticio, subjetivo y no pagado por nadie. En definitiva, que de los 16.409 millones de supuesto expolio fiscal a Cataluña mencionados en el Parlamento autonómico, el 95%, 15.617 millones, son totalmente ficticios, producto de un simple pero enorme artificio contable.
Probablemente, usted, amable lector, estará pensando que la balanza fiscal de Cataluña así calculada es un Frankenstein estadístico, un compendio de artificios contables y que carece de ningún sentido económico. Tiene razón. Incluso puede llegar a pensar que no sirve para nada. Permítame ahí que discrepe. Por supuesto que sirve, y mucho. Es cierto que la balanza fiscal de Cataluña realizada por la Generalidad es un monstruo estadístico que esconde ficciones y trucos por doquier. Convivencia Cívica Catalana lo ha puesto de relieve con detalle en un estudio, titulado Las trampas de la balanza fiscal de Cataluña, que le recomiendo leer.
Pero no nos engañemos: el 99% de ciudadanos de Cataluña desconoce totalmente los entresijos de una balanza fiscal, los criterios tan ilógicos que utilizan los nacionalistas para su cálculo o las cantidades absolutamente ficticias que incorpora. Y apoyándose en esta ignorancia de los ciudadanos, la estrategia del expolio fiscal inventado basada totalmente en falsedades y con el apoyo de grandes medios de comunicación tiene éxito.
Y así es como funciona el nacionalismo catalán: todos los días se dedican a crear odio, rencor y enfrentamiento contra el resto de España. Y todo en base a engaños como los del 4% alemán, artimañas y artificios contables que hacen sonrojar a cualquiera que los conozca.
José Antonio Martínez Tortosa es secretario de Convivencia Cívica Catalana
La balanza fiscal es la diferencia entre lo aportado y lo recibido. Y en todo este cálculo deben utilizarse una serie de hipótesis de imputación de ingresos y de gastos que en el caso del Gobierno autonómico adolecen, como veremos, de una notable falta de objetividad. Comencemos por los impuestos. Uno pensaría que dentro del pomposo título de ‘impuestos pagados por Cataluña’ se contabilizan los impuestos pagados por los ciudadanos catalanes. Esto es lo que dicta el sentido común, pero no.
Resulta que bajo este epígrafe en realidad el Gobierno autonómico suma a los impuestos pagados por ciudadanos catalanes impuestos pagados por ciudadanos del resto de España. Lo explican en el informe ‘Resultados de la balanza fiscal de Cataluña con el sector público central 2006-2009′ donde reconoce, por ejemplo, que ‘el IVA pagado por un ciudadano de Oviedo a un comercio de Mataró se imputa a Cataluña’. Así de claro. Si un ciudadano del resto de España compra un producto a una empresa catalana el IVA lo ha pagado el ciudadano del resto de España de su bolsillo pero CiU lo contabiliza a los catalanes.
Con relación al IRPF, otro tanto. En el informe incluyen en la balanza fiscal de Cataluña el IRPF pagado por no catalanes si la renta o parte de ella se ha generado en Cataluña. Sólo en el año 2009 contabilizó 329 millones de euros como ‘impuestos pagados por Cataluña’, que en realidad era IRPF pagado por no residentes en Cataluña. Y de la misma manera el Gobierno autonómico imputa a Cataluña el Impuesto de Sociedades no según el consumo como se realiza en la mayoría de los estudios de balanzas fiscales, sino en función de un indicador denominado excedente bruto de explotación. ¿Por qué? Porque ese indicador es mayor en Cataluña que el de consumo y de esta manera incrementa la parte imputada a Cataluña del Impuesto de Sociedades total recaudado por el Estado.
La razón de tanta avaricia contabilizadora de impuestos pagados en Cataluña es evidente. Cuantos más millones se contabilizan como ‘impuestos pagados por Cataluña’, mayor sale la cifra de déficit fiscal de Cataluña, aunque sea en base a hipótesis discutibles y subjetivas cuando no directamente inverosímiles.
Pero no nos detengamos en los impuestos. Pasemos al otro lado de la balanza fiscal, al de los gastos, donde CiU hace justo lo contrario: disminuye hasta extremos irrisorios los gastos del Estado contabilizados en Cataluña. La razón es también clara: cuanto menos gastos del Estado se contabilicen en Cataluña, más elevado sale el déficit fiscal. Por ejemplo, en el año 2009, el Gobierno gastó 864 millones de euros en política exterior (cuerpo diplomático, embajadas, etc). ¿Qué parte de esos millones sería imputable a los catalanes? Dado que la política exterior en hacienda pública se considera un bien público indivisible lo razonable sería la distribución de esa cantidad entre todos los españoles por igual. Es decir, dado que en Cataluña viven el 16% de los españoles, se debería atribuir a Cataluña un 16% de esos 864 millones, aproximadamente: 138 millones.
Sin embargo, la Generalidad atribuye a Cataluña únicamente… ¡un millón de euros!, un 0,1% del total, con el argumento de que ‘no hay ninguna delegación del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación en Cataluña’. Es un argumento grotesco. Es obvio que las embajadas de España por el mundo pueden ser utilizadas por todos los españoles por igual, ya sean catalanes, gallegos, madrileños o asturianos. Pero según el Gobierno autonómico no benefician en casi nada a los catalanes y prácticamente sólo se imputan al resto de españoles.
En los gastos de Defensa ocurre algo similar. Al igual que en la política exterior, lo razonable sería dividir este gasto entre todos los españoles en partes iguales, pero CiU imputa a los catalanes una parte sustancialmente inferior (sólo un 4% frente al 16% razonable). Es curioso ver cómo le atribuyen a la Comunidad de Madrid casi todo el gasto en Defensa de forma muy poco lógica, de tal manera que todo el coste, por ejemplo, en material o equipos, ya sea incluso en fragatas o portaaviones se atribuye a la Comunidad de Madrid, en vez de repartirlo entre todos los españoles como sería lo lógico. Quizá habría que preguntar a Artur Mas, presidente de la Generalidad, si considera que los portaaviones navegan por el río Manzanares y no por el Mar Mediterráneo.
Y estas imputaciones de gasto del Estado en Cataluña tan irrisorias cuando no ridículas se realizan en todas las partidas. La idea es siempre la misma: minimizar los gastos del Gobierno en Cataluña. Y de la misma manera que en política exterior o defensa también en justicia, servicios sociales, gestión de la administración, pago de la deuda u en organismos públicos. El objetivo es claro: se trata de incrementar los ingresos aportados por Cataluña y disminuir los gastos del Estado recibidos en Cataluña de la mano de hipótesis poco objetivas. De esta forma se ensancha la brecha entre ingresos y gastos y, por tanto, el déficit fiscal.
Pero eso no es todo. Además, el Gobierno autonómico incluye el déficit fiscal con Europa en el del Estado, lo cual engorda artificialmente el déficit fiscal de Cataluña en 2.000 millones de euros anuales. Y es que la Unión Europea dispone de ciertos fondos (agrarios, estructurales, FEOGA, FEDER, etc) que reparte entre las regiones según sus criterios. La pregunta es obvia: ¿por qué el Gobierno autonómico tiene en cuenta estos flujos fiscales con Bruselas en los flujos fiscales con Madrid? Sencillamente porque el signo fiscal de estos fondos europeos es negativo para Cataluña al no recibir casi fondos europeos y así infla el déficit fiscal con el Estado.
Si usted ha leído hasta aquí se habrá dado cuenta ya de algunos artificios utilizados por CiU: contabiliza en la balanza fiscal de Cataluña impuestos pagados por ciudadanos que no son catalanes; considera que los gastos de embajadas no benefician a los catalanes; que los portaaviones navegan placidamente por el río Manzanares y además incluye el déficit fiscal con Europa en el del Estado. Pues bien, resulta que incluso con todos estos artificios contables el déficit fiscal de Cataluña en el ejercicio 2009 tan sólo llegó a 792 millones de euros, apenas 100 euros por catalán, como reconoce en la página 68 el propio informe de la Consejería de Economía y Conocimiento. A nadie le debería sorprender una cifra tan baja de déficit fiscal de Cataluña en 2009 porque la recaudación de impuestos del Estado en Cataluña se ha desplomado por la crisis y el Gobierno recaudó en Cataluña sólo 28.000 millones de euros, mientras en la Comunidad de Madrid recaudó, por ejemplo, más de 67.000 millones, bastante más del doble.
Evidentemente, la cifra de 792 millones de déficit fiscal no da para mucho lloriqueo victimista y el expolio a Cataluña tiene que ser como mínimo de decenas de miles de millones para conseguir una buena rentabilidad electoral como la que quiere CiU y crear una buena dosis de rencor y odio contra el resto de España. La cifra presentada urbi et orbi por Mas, Mas-Colell, Homs… de déficit fiscal de Cataluña para 2009 es de 16.409 millones de euros. Y usted se estará preguntando: ¿de dónde salen los 16.409 millones de euros cuando la cifra real (real entre muchas comillas porque incluye todas las trampas explicadas hasta ahora, claro) de déficit fiscal de Cataluña en 2009 fue de sólo 792 millones de euros? Muy sencillo: CiU aplica una nueva capa de maquillaje adicional a todos los maquillajes anteriores. Suma al valor real de la balanza fiscal de Cataluña una cantidad ficticia, es decir, no pagada en realidad por ningún ciudadano catalán por importe de 15.617 millones de euros. Insisto, una cantidad ficticia no pagada ni en un solo euro por ningún ciudadano catalán.
El argumento del Gobierno autonómico es que si el Estado tiene déficit, éste debe incluirse en el cálculo de la balanza fiscal de Cataluña, a pesar de que no ha sido pagado por ningún catalán. Y, de forma subjetiva, valora esa imputación a Cataluña del déficit a la que llama neutralización en 15.617 millones totalmente ficticios. Como es obvio, la mayoría de los expertos descalifican esta técnica porque suma a los flujos fiscales reales un flujo fiscal ficticio, subjetivo y no pagado por nadie. En definitiva, que de los 16.409 millones de supuesto expolio fiscal a Cataluña mencionados en el Parlamento autonómico, el 95%, 15.617 millones, son totalmente ficticios, producto de un simple pero enorme artificio contable.
Probablemente, usted, amable lector, estará pensando que la balanza fiscal de Cataluña así calculada es un Frankenstein estadístico, un compendio de artificios contables y que carece de ningún sentido económico. Tiene razón. Incluso puede llegar a pensar que no sirve para nada. Permítame ahí que discrepe. Por supuesto que sirve, y mucho. Es cierto que la balanza fiscal de Cataluña realizada por la Generalidad es un monstruo estadístico que esconde ficciones y trucos por doquier. Convivencia Cívica Catalana lo ha puesto de relieve con detalle en un estudio, titulado Las trampas de la balanza fiscal de Cataluña, que le recomiendo leer.
Pero no nos engañemos: el 99% de ciudadanos de Cataluña desconoce totalmente los entresijos de una balanza fiscal, los criterios tan ilógicos que utilizan los nacionalistas para su cálculo o las cantidades absolutamente ficticias que incorpora. Y apoyándose en esta ignorancia de los ciudadanos, la estrategia del expolio fiscal inventado basada totalmente en falsedades y con el apoyo de grandes medios de comunicación tiene éxito.
Y así es como funciona el nacionalismo catalán: todos los días se dedican a crear odio, rencor y enfrentamiento contra el resto de España. Y todo en base a engaños como los del 4% alemán, artimañas y artificios contables que hacen sonrojar a cualquiera que los conozca.
José Antonio Martínez Tortosa es secretario de Convivencia Cívica Catalana