viernes, 21 de enero de 2011

CENSURA EN EL DIARIO "EL PAÍS" Y SUS LECCIONES DE DEMOCRACIA.

Como en el caso de la censura a Carlos Herrera, El Semanal Digital publica un nuevo caso de censura por parte del periódico que nos da lecciones de democracia desde hace 40 años. En este caso al converso revolucionario Jorge Verstrynge, que desde Alianza Popular huyó con armas y bagajes al social-comunismo. El artículo encargado a Verstrynge trataba sobre el populismo en las democracias y al parecer no fue del gusto de los directivos de El País porque echaba tierra sobre su tratamiento informativo de algunos de los partidos políticos que están triunfando en Europa y cuyas posiciones son contrarias al pensamiento único de la progresía española. 

Este es el artículo censurado:
El Populismo constituye una radicalización democrática. Fácil ha sido durante mucho tiempo identificar fascismo, demagogia, y populismo. Fácil pero erróneo: el fascismo es elitista, el populismo huye del elitismo como de la peste; y demagogia es decirle al pueblo (halagándole o no) lo que él desea oír, cuando populismo es hacer que del tríptico democrático constituido por "poder del pueblo, para el pueblo, por el pueblo", lo esencial sea "por el pueblo". Y ello en la medida de lo posible, directamente: de ahí los experimentos asamblearios en parte de América Latina, los recursos frecuentes a los referéndums (incluidos los de iniciativa popular) y, en Venezuela, el referéndum revocatorio aplicable a todo cargo electo (un a modo de retorno al mandato imperativo)… En definitiva, el Populismo confía en el pueblo; para él, "el sentido común habita en los hogares modestos".

Pero si el pueblo, en ésta ideología, "es Dios", ello implica que haya populismos aparentemente de derechas y de izquierdas; e incluso no clasificables (por ahora). Se entenderá que si es el pueblo quien decide, puede su voluntad general oscilar… Populismo inclasificable el de Wilders, en Holanda (anti-islamista por defender a la mujer, a los judíos, y a la libertad de expresión, autoproclamado heredero de la vieja tradición social demócrata, etc); más a la derecha está el caso del Frente Nacional francés, y claramente a la izquierda (real, no la "izquierda de derechas") en el caso del "Parti de la Gauche" de Melenchon, los dos últimos casos franceses. Ambos son anticapitalistas, antinorteamericanos y antimundializadores (esto último también compartido por Wilders).

Mas puntos comunes:" la preferencia nacional" (lógica si la Nación es la "casa del pueblo"), el proteccionismo (frente a la mundialización de los intercambios financieros y comerciales, y frente a la inmigración salvaje o/y no asimilable), la defensa de la "identidad nacional" (sea respetando el legado histórico, sea aplicando una política voluntarista de asimilación / absorción de los inmigrantes), y mayor peso para el Estado…

¿Por qué no hay Populismo en España? ¿Aún? Ciertamente influyen el carácter férreamente cerrado del sistema partidista español (difícil fuera de él "salir en la foto"), el hecho de que los partidos nacionalistas/regionalistas ocupen una parte importante del espacio que podrían ocupar los populistas, los réditos de un crecimiento económico hoy dejado muy atrás pero compensado por la solidaridad familiar y ¿por qué ocultarlo? una tradición histórica de represión que ha hecho del español, en general, un ser paciente cuando no resignado. Pero con una crisis económica que, como mínimo durará hasta el 2015, muchas cosas pueden cambiar
Como se ve en el artículo se considera populistas a los holandeses seguidores de Wilders,  cuando en El País y por parte de la progresía patria se les considera "fascistas".

Según Verstrynge, son populistas los "defensores de la identidad nacional", es decir, los más férreos aliados de Zapatero en los últimos años, los nacionalistas gallegos, vascos y catalanes, eso que según el autor ocupan en España el espacio de los populistas.

El País debía estar esperando un artículo donde se calificara al Partido Popular como un grupo populista, racista y xenófobo. 

Sin embargo, Verstrynge el revolucionario se despachó con un artículo de opinión donde los populistas resultaban ser los fieles amigos del gobierno Zapatero, y donde se señalaba la dureza y durabilidad de la crisis que podía acabar provocando la aparición de un populismo nacional al estilo lepenista.


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