La izquierda abertzale está encontrando cada vez más apoyos fuera de su ámbito natural de influencia. La última demostración del respaldo que está encontrando fuera de París Vasco y Navarra en grupos de extrema izquierda que hasta ahora habían optado por mantener aletargada esa conexión ideológica con el entorno de ETA se produjo el pasado fin de semana con motivo de la manifestación convocada en Bilbao en apoyo a los presos de la organización terrorista.
Las muestras de apoyo al entorno proetarra se produjeron en espacios públicos de toda España. Hubo concentraciones en diferentes localidades de Cataluña destacando la protesta convocada en pleno centro de Barcelona por la Asociación catalana de Amigos y Amigas de Euskal Herria, a la que acudieron dos centenares de personas. Además, también se celebraron concentraciones en plazas de Madrid, Oviedo y Toledo. Los organizadores de la marcha de Bilbao también recibieron muestras individuales de solidaridad desde otros puntos de España.
No era la primera vez que se produce este tipo de actos de apoyo a la izquierda abertzale. Los organizadores de las protestas de Rodea el Congreso en septiembre de 2012, la Coordinadora 25-S, ya defendió el pasado mes de septiembre la convocatoria de una marcha en contra de la operación de la Guardia Civil contra Herrira, la organización encargada de prestar apoyo a los presos de ETA y dirigir su comportamiento dentro de prisión. Esa es una de las muestras de simpatía más reciente que ha tenido en la capital el entorno de la organización terrorista, pero ha habido más.
Esta misma semana, por ejemplo, la Delegación del Gobierno en la Comunidad de Madrid denunció que un grupo antisistema quería organizar un acto en el centro de la capital en apoyo a la izquierda abertzale. En la cita, que supuestamente iba a denunciar “los juicios políticos en Euskal Herria”, iba a participar incluso Joseba Permach, actual portavoz de Sortu y antiguo miembro de la Mesa Nacional de Batasuna. Finalmente, el acto fue prohibido. Fuentes policiales consultadas por este diario han confirmado que la Dirección General de la Policía envió un informe sobre esa convocatoria a la Fiscalía para que actúe contra sus promotores al concluir que se trataba un acto de enaltecimiento del terrorismo.
En realidad, los nexos entre la extrema izquierda implanta en todo el territorio nacional y el mundo de la izquierda abertzale se remontan al mismo origen de ETA. Lo verdaderamente novedoso es que esos vínculos han abandonado la clandestinidad para ser reivindicados públicamente en cualquier ciudad de España.
El escenario post-asesinatos
En gran parte, el avance del discurso de la izquierda abertzale fuera del País Vasco y Navarra tiene que ver con la estrategia de blanqueamiento que ha emprendido ETA. Sin la amenaza de atentados por el cese definitivo de la violencia decretado por la organización terrorista en octubre de 2011, la presión social que tradicionalmente habían sufrido sus partidarios se está relajando. Expresar simpatía o cercanía con las posiciones de la izquierda abertzale ha dejado de estar socialmente penado. Al contrario, en los movimientos de izquierda radical se está convirtiendo en un motivo de orgullo exhibir algún tipo de vínculo con la supuesta lucha del entorno proetarra.
Una de las consecuencias de la extensión del relato abertzale es, curiosamente, el aumento de la presión sobre las víctimas en regiones de España en las que gozaban de un respeto y una admiración inquebrantable. “Las humillaciones que recibimos se han multiplicado. No recuerdo haber sufrido nunca tantas amenazas de muerte e insultos como los que recibí el fin de semana pasada, con motivo de la manifestación de Bilbao”, asegura un dirigente de una organización de víctimas del terrorismo. Algo similar le ocurrió ese fin de semana a Daniel Portero, presidente de la Asociación Dignidad y Justicia, que ya ha presentado las pruebas de las amenazas e insultos en la Audiencia Nacional para que se localice a sus responsables.
Para otro dirigente de un colectivo de víctimas, la ofensiva que sufren se debe sobre todo al papel protagonista que están desempeñando en la persecución de la apología del terrorismo. “Las víctimas somos ahora las que estamos encargándonos de que se prohíban los actos de los radicales. No sólo somos el referente moral, sino que también somos los que estamos librando en primera línea la batalla judicial para evitar la impunidad de los etarras. Y eso nos ha convertido en el blanco de los radicales”, considera este otro dirigente.
Educación para las nuevas generaciones
La presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza, también sufre en primera persona las agresiones verbales de los simpatizantes de la organización terroristas. “Están intentando movilizarse en toda España. Y si ETA ya se ha quitado la careta y han dejado que esté en las instituciones, ¿por qué no iban a hacer lo mismo los grupos que la apoyan? Ya da igual decir que les apoyan”.
Las víctimas del terrorismo no sólo están recurriendo a la vía judicial para tratar de frenar estas agresiones. También mantienen reuniones con dirigentes políticos para intentar que el sufrimiento generado por ETA se aprenda en los colegios. Pedraza también ha transmitido personalmente esta petición al ministro de Educación, José Ignacio Wert, sin que haya obtenido de momento una respuesta afirmativa.
Las asociaciones de víctimas perciben que las nuevas generaciones sólo tienen un conocimiento vago de lo que ha supuesto medio siglo de terrorismo, a pesar de que sólo han pasado cuatro años y medio desde que ETA asesinó por última vez en España. Fue en Palma de Mallorca y murieron los guardias civiles Diego Salvá y Carlos Sáenz de Tejada.
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