Obama necesita fotografías históricas para ser recordado por algo más que por ser el primer presidente mulato.
La VII Cumbre de las Américas va a ser en verdad histórica, aunque no sean pocos los que crean que lo será por las razones equivocadas. Porque el principal acto de la cumbre de jefes de Estado de los treinta y cuatro países no será para celebrar la democracia, sino para honrar a una dictadura. Esto no era exactamente lo que tenía «in mente» Washington cuando, bajo el paraguas de la Organización de Estados Americanos (OEA), auspició estas cumbres. Se trataba de encauzar el impulso hacia la democracia y la libertad surgido de la caída de los regímenes comunistas europeos y la URSS. Con un tratado para el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que se soñaba con tener en 2005. Sucedió lo contrario.
En 1994 se creía que la dictadura de Cuba, aislada, caería. Pero en el 2000 el régimen comunista de la isla tenía ya un poderosísimo aliado en Venezuela. Desde entonces la libertad ha retrocedido sin cesar ante el «socialismo del siglo XXI». En 2012, una mayoría de países forman un compacto frente integrados en el Foro de Sao Paulo, donde en 1989 se había lanzado el proyecto revolucionario y antimperailista de nuevo cuño. La falta de condenas oficiales al régimen demente de Maduro en Venezuela revela hasta qué punto las democracias tienen más dificultad hoy que entonces en defender la libertad frente al socialismo.
Hoy se celebrará ese encuentro entre Barack Obama y Raúl Castro. La imagen que dará la vuelta al mundo será la escenificación del fin del aislamiento de Cuba como un hito de la presidencia de Obama. Se deberá básicamente al cúmulo de fracasos de Obama, que, a dos años de dejar la Casa Blanca, necesita con urgencia fechas y fotografías históricas para ser recordado por algo más que por ser el primer presidente mulato. El acuerdo con la dictadura de Cuba es uno de ellos. Otro es el acuerdo con Irán. Ambos los ha deseado Obama tanto que no ha sido exigente con el contrario. Las consecuencias se verán cuando él ya no esté.
HERMANN TERTSCH, ABC – 11/04/15
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