domingo, 17 de enero de 2016

La Yihad anti-PP. El PSOE prefiere el extremismo y el independentismo.

Es posible que haya nuevas elecciones antes de que los socialistas se atrevan a violar la fatwa ideológica contra el PP

La principal anormalidad política española consiste en que un partido democrático mayoritario y de carácter estructural, similar en ideología y composición sociológica al gaullismo francés, al socialcristianismo alemán o a los tories británicos, sea objeto de repudio en un arco parlamentario donde figuran desde independentistas que desean romper el país hasta populistas revolucionarios dispuestos a liquidar el sistema

Y casi más chocante aún resulta que esa estigmatización formulada por las élites dirigentes de la izquierda y el nacionalismo sea aceptada y/o compartida por gran parte de sus votantes, que tienden a considerar un anatema cualquier tipo de acuerdo con el centro-derecha. El problema de gobernabilidad planteado por el resultado electoral de diciembre estaría resuelto en cualquier país del entorno europeo con un pacto de estabilidad transversal perfectamente normalizado; es posible, sin embargo, que en España haya que recurrir a nuevas elecciones antes de que la socialdemocracia se atreva a romper ese inquietante «cordón sanitario» que no rodea sólo a una fuerza política, sino a varios millones de ciudadanos tercamente empeñados en votarla.

Esa insólita voluntad de aislamiento es la que mueve a Pedro Sánchez a vincular la supervivencia de su liderazgo a una especie de yihad anti-PP articulada mediante una coalición multipartita que puede poner en peligro la cohesión del PSOE, muchos de cuyos votantes no acaban de entender la permeabilidad hacia el nacionalismo. Sánchez sabe, sin embargo, que sus bases sociales tampoco le perdonarían que permitiese, por activa o por pasiva, la continuidad en el poder de una derecha criminalizada. Lo sorprendente es que al mismo tiempo los socialistas, en su mayoría, se muestren complacientes con Podemos, una fuerza que aspira a reducirlos a la irrelevancia y que sostiene unos postulados extremistas y de ruptura que sí merecerían el rechazo general en cualquier estándar democrático. Lejos de cuestionar la actitud insurgente y antisistema de quienes les disputan la hegemonía de la izquierda, la socialdemocracia los considera una suerte de hermanos separados con los que a fin de cuentas se puede caminar hacia objetivos compartidos bajo la hostilidad al adversario común.

En esta dialéctica radical, Ciudadanos desempeña un papel clave de equilibrio más allá de su escasa masa crítica parlamentaria, insuficiente para determinar mayorías de gobierno. Alimentado electoralmente con votos moderados, C’s es la única fuerza que puede actuar de puente ideológico y moral para evitar la fatwa contra la representación política de siete millones de españoles. Ocurre que a veces su voluntad de marcar territorio propio y un cierto complejo progresista tienden a conducir a Rivera al lado seguro de la valla invisible de exclusión. Ninguna yihad admite componendas: lo que no es oposición es complicidad.

ABC  17/01/16 IGNACIO CAMACHO

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