sábado, 9 de enero de 2016

LA VORACIDAD CHINA POR LAS EMPRESAS OCCIDENTALES Y SU TECNOLOGÍA

Peugeot ha sido la última gran empresa europea con problemas financieros en recibir la ayuda del capital chino. El fabricante Dongfeng -junto con el estado francés- ha entrado en el capital de la automovilística gala con una aportación de 800 millones. Una operación que permite a la marca del león acelerar las ventas en un mercado tan jugoso como el chino, con una clase media cada vez más potente y al chino acceder al valor añadido de la firma gala.

La voracidad china parece no tener límites. Antes de Peugeot cayeron la sueca Volvo, que en 2010 fue comprada por Geely, y la británica Rovert, que estaba en quiebra y en 2005 fue adquirida por el grupo estatal chino Najing. Cuando la estadounidense General Motors quebró en 2009, Shichuan Tenghong le compró la división de sus todoterrenos Hummer. Saab también está en manos de una empresa chino-japonesa (NEVS), tras declararse su propietario en quiebra en 2011, con una deuda de unos 1.450 millones de euros. Ahora Saab ha apostado por la venta de vehículos eléctricos en el país asiático.

Y esta misma semana un juez estadounidense ha aprobado la venta del fabricante de automóviles eléctricos de lujo Fisker a la china Wanxiang America Corporation por unos 150 millones de dólares. Fisker, que presentó su primer vehículo en 2008 dejó de producir en noviembre de 2012 por problemas financieros. Wanxiang supone el renacimiento de la marca. China ya avisó hace un par de años: quiere ser el líder mundial del vehículo eléctrico. De hecho, Pekín invertirá en la red de estaciones de recarga para alcanzar los 10 millones en 2020 y ofrece a los compradores de este tipo de coches un subsidio. En 2015 las autoridades chinas quieren tener en las carreteras medio millón de coches eléctricos y en 2020, 2 millones.

El dragón se come al león

El grupo Dongfeng ha multiplicado en los últimos años sus alianzas con grupos extranjeros y la entrada en Peugeot es un paso clave para estar en el top ten de los fabricantes internacionales. Esta operación, con la que tendrá el 14% del fabricante galo, le permite avanzar varios puestos en el ranking automovilístico de valor añadido. Desde Pekín, el análisis que han hecho los expertos de esta alianza es que no hay duda del interés tecnológico de la misma. PSA, matriz de Peugeot, está bien posicionada en la tecnología de híbridos de aire o Hybrid Air (una solución híbrida que combina gasolina y aire comprimido), que puede resultar muy interesante en un país, China, donde la contaminación es un problema de salud pública.

L’Echos explica en un artículo que, sin embargo, existen ciertas dudas en China -cita a un experto del sector, Zhang Yu- de que la transferencia tecnológica vaya a ser inmediata o sencilla y pone como ejemplo los tropezones que han tenido en este aspecto los chinos para hacerse con el know-how sueco en Volvo.

El fenómeno es cada vez es más notable y amplio. La noticia del 'pellizco' a Peugeot ha revolucionado la prensa gala por las connotaciones que tiene y la imagen del dragón devorando al león ha sido la protagonista en los análisis que han hecho esta semana. Se pone fin al dominio familiar de 200 años en la empresa. The Economist ha titulado su artículo sobre esta operación “China, al rescate” -en 2011 se preguntaba en otra pieza: “¿China, al rescate de la eurozona en crisis?”, en dos años se ha respondido a la pregunta que lanzaba la revista británica-.

Segunda oleada

La entrada en Francia ha sido un nuevo movimiento de las empresas chinas, que según el informe publicado hace dos semanas por Ernst and Young prefieren hacer sus compras en Reino Unido y Alemania.  En este último país, fue muy sonada la compra de Medion por Lenovo por 630 millones, con el objetivo de ampliar su cuota de mercado en el sector informático en Europa. Por número de operaciones, en 2012 China ya adelantó a Estados Unidos como mayor inversor extranjero directo en Alemania. 

En Alemania las empresas chinas están entrando en compañías de nuevas energías e innovación, según destacaba a finales de 2013 Feng Zhongping, vicepresidente del Instituto chino de relaciones internacionales contemporáneas. Las operaciones chinas se han multiplicado en la última década y frente a las 34 inversiones en Europa de 2004, en 2012 y 2013 se han superado las 100 adquisiciones, de acuerdo con un estudio de Ernst & Young.  La compañía LDK Solar se hizo con Germany’s Sunways, fabricante de paneles solares y el fabricante de maquinaria chino XCMG Group compró Putzmeister.

La operación Dongfeng-Peugeot es un ejemplo claro de la segunda oleada de la conquista económica china, después de que en la primera las empresas de este país se lanzaran a la compra de firmas relacionadas directamente con los sectores de energía, minerales y tierra en países en desarrollo para garantizarse el acceso a los recursos. Ahora el gigante asiático busca la tecnología occidental. China ha visto en la crisis de las economías occidentales su oportunidad para lanzarse a la conquista exterior y dejar de ser la fábrica del mundo. Se espera, según los datos de GlobalAsia, que en 2020 la inversión total de China en la Unión Europea alcance los 250.000 millones de dólares, frente a los algo más de 500 millones actuales.  

Por su parte, Europa necesita la inyección de dinero chino para rescatar a sus empresas con problemas graves tras 6 años de crisis. Así, en noviembre del año pasado la UE y China llevaron a cabo negociaciones para cerrar acuerdos de inversión y es que el Viejo Continente es el primer socio comercial del gigante asiático y uno de los cinco principales destinos de su inversión, según los datos de Bruselas. Tal es el interés por facilitar la entrada del capital chino que esta misma semana ha abierto la Cámara de Comercio e Inversiones de China en España. 



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