Hoy ABC trae una crónica sobre el reciente fallecimiento de SVEN HASSEL, al que muchos podrán ver como un escritor pésimo, que hacía apología de la violencia y la guerra, como un fascista alemán, etc. Pero la realidad es que sólo era un contador de cuentos salvajes, donde unos personajes con antecedentes criminales se convertían no sólo en héroes sino en la encarnación de virtudes que en teoría no les correspondían, en un escenario de guerra sin cuartel, en el que los soldados de un pelotón de carros de combate de un batallón de castigo sólo mataban para sobrevivir, o para impartir una justicia casi divina, y que vivían como si cada día fuera el último.
El 21 de septiembre murió en Barcelona Sven Hassel, un escritor que recuerda, al modo de la magdalena de Proust, aquellas librerías donde sus novelas de la II Guerra Mundial se codeaban con «Lola espejo oscuro» o alguna narración de Martín Vigíl.
SVEN HASSEL |
El caso es que en los años sesenta este novelista vendía tantos libros que causaría la envidia de muchos que ahora presumen de ser best-sellers. Títulos como «La legión de los condenados», donde el mismo Hassel se convierte en personaje bajo el nombre de Sven, o «Los panzers de la muerte» le dieron enorme fama y en una Europa devastada por la guerra pero que gozaba ya de cierta estabilidad económica sus libros otorgaban un acceso a la memoria, a lo que había sucedido quince años atrás, lo suficientemente edulcorado para que los temas que trataba fuesen digeridos en el nuevo orden.
Así, supo deslindar claramente, gracias a personajes como El Viejo, Hermanito o Porta, personificación del castizo berlinés, a los soldados de la Wehrmacht de los nazis, y esto tuvo en aquellos años de la reconstrucción alemana, los años de Adenauer, una importancia fundamental pues apartaba claramente a la mayoría del pueblo alemán, muchos de los cuales trabajaban y tenían familia en su propio país, que estaban reconstruyendo con tesón, de una pandilla de sediciosos y de delincuentes felizmente derrotados. Tanto es así que, leídas ahora, choca un poco, por lo que tiene de artificioso, de inverosímil, notar el énfasis que Hassel ponía en rescatar judíos de manos de las garras de las SS por parte de sus soldados.
Esa mezcla de elementos, el que los protagonistas fueran alemanes y no soldados aliados, junto con la capacidad plástica que tenía a la hora de describir escenarios, sobre todo los referentes a las batallas del Este, la leyenda dice que fue soldado en 2º Regimiento de Carros de Combate, los que invadieron Polonia y luego avanzaron por las inmensidades asiáticas de Rusia, hicieron que sus lectores se creyeran a pie juntillas que aquello que se narraba estaba sacado de las fuentes mismas de la experiencia personal.
Nada más falso, lo que por otra parte no resta un ápice la calidad literaria que Hassel pudiera tener. Ya en aquellos años muchos historiadores pusieron en tala de juicio muchas de las afirmaciones derivadas de las narraciones de Hassel, en especial las referentes a la División Azul, a la que califica formada por prisioneros de guerra cuando se suponía que eran voluntarios.
Una vida de novela
Pero donde está en realidad la novela de Hassel es en su vida. Según el ultraderechista Erik Haaest, paisano danés como el propio Hassel, éste nunca estuvo en el frente y se dedicó a ser una especie de nazi desarrapado que persiguió en Dinamarca a algunos miembros de la resistencia y que adquirió cierta estabilidad económica el día en que su mujer se dedicó al negocio de la pornografía.
Los ambientes bélicos le habrían sido inspirados por antiguos combatientes daneses que habrían formado parte de las Waffen SS. Haaest ha llegado incluso a insinuar que Hassel no sabía escribir y que, una vez más su mujer era la que se ponía frente a la máquina de escribir y la aporreaba hasta llegar a conseguir convertir aquello en unos best sellers fastuosos para la época.
Haaest, que no se distingue por ser un historiador muy veraz, niega la existencia del diario de Ana Frank así como la de las cámaras de gas, cree en verdad perjudicar a Hasell, de verdadero nombre Boerge Villy Redsted Pedersen, con historias truculentas donde se mezclan desfalcos, fraudes, latrocinio de bicicletas y estancias diversas en la cárcel. Vamos, un aventurero en toda regla, de los que ya no quedan. Creo que Haaest, con estas revelaciones no ha hecho más que avivar el interés por un escritor que desde hace tiempo había pasado a mejor vida. Los caminos del señor son inescrutables.
1 comentario:
Luego de recibir Batallón de Castigo durante mi época universitaria, y por falta de una mejor oferta editorial sobre la 2aGM mezclada con escasez de recursos me volví un ávido comprador de las obras del danés. Sin embargo como aficionado a la historia del conflicto los errores en lugares, armamento, unidades eran evidentes desde un principio. Aparte que los propios libros se contradicen, no sólo porque nuestro héroe no pudo estar en tantos lugares casi simultáneamente, sino por contradicciones en fechas (en "La Legión de los Condenados" Hassel dice haber sido reclutado en el verano de 1940 luego de lo cual intentó desertar y terminó en un batallón de castigo, pero en otras afirma haber combatido desde polonia), nombres (en unas novelas manda el regimiento el manco Coronel Hinka, en otras es el tuerto general von Mercedes) y otros aspectos. Finalmente decidí convencerme que sólo la primera novela "La Legión de los Condenados", aquella en que mata a Porta y el Viejo y no aparece Hermanito era la única verdadera, aunque incluso en ésta los detalles son difíciles de conciliar con la historia real (por ejemplo el que haya sido hecho prisionero por los soviéticos, ganado su confianza para pasar de prisionero de guerra a obrero en las fábricas y terminar volviendo a las líneas alemanas, todo en el espacio de pocos meses). Luego de dar con el sitio de Haaest, que no me pareció un ultraderechista, me convencí del fraude y procedí a quemar o entregar a los cartoneros toda mi colección, con excepción de "Batallón...". Definitivamente "La Legión..." es un libro muy diferente de los otros de Hassel y abona a la versión de Haaest de que fue escrito "en negro" por un sueco y los posteriores son de autoría de la esposa de Hassel. Incluso le escribí a Haaest quien me prometió "más revellaciones sobre el fraude de Hassel" que jamás llegaron.
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