sábado, 22 de septiembre de 2012

EL DESASTRE EDUCATIVO ESPAÑOL


Ignacio Camacho en ABC el 22.09.12, escribe un acertado reflejo del desastre educativo español y sus escasas posibilidades de mejorar pese al incesante incremento del dinero destinado al sector.

Siete reformas educativas en democracia permiten pronosticarle a la última recién anunciada una vida tan larga o tan corta como el tiempo que permanezca el PP en el Gobierno; si hay un poder al que la izquierda no renuncia es al de la ingeniería pedagógica. La enseñanza en España es una tortura para el alumno, una pesadilla para el profesor y un quebradero de cabeza para las familias, donde son raros los hermanos que pueden seguir un mismo plan de estudios. Difícilmente cambiará esta dinámica en un país tan aficionado a introducir la ideología en las aulas; el mayor éxito que podría alcanzar el proyecto de Wert será el de sobrevivirle como ministro.

El fracaso de la LOGSE y su didáctica de la banalidad lo miden los informes internacionales de rendimiento escolar. En diez años se ha duplicado la inversión pública en educación -de 27.000 a 53.000 millones de euros- con un empeoramiento relativo de los resultados, sobre todo en matemáticas, comprensión lectora y empleabilidad; nuestra escuela forma mal en destrezas instrumentales. La mejora de esas endebles ratios debería suponer para cualquier gobernante un imperativo de responsabilidad política; sin embargo, es poco probable que Wert vaya a gozar no ya de respaldo sino de cierta comprensión hacia su designio reformista. A las reticencias que provoca su personalidad intelectualmente retadora se une el malestar de un sector docente que desde 2010 viene sufriendo recortes en salarios, empleo y calidad de vida. El principio central de la nueva ley consiste en mejorar la calidad de los contenidos para compensar la falta de dinero. Poca ayuda puede esperar por razonables que sean sus intenciones. Que lo son al menos en la medida en que tratan de implementar sobre conocimientos esenciales una mayor carga lectiva.

Sucede que en la arquitectura jurídica española, el desarrollo constitucional elaborado en su mayoría bajo inspiración socialdemócrata durante la etapa felipista, la izquierda ha consolidado un statu quo hegemónico que vuelve sospechosa cualquier alternativa. El centro derecha apenas si ha tenido oportunidades de implantar su modelo, calificado siempre de reaccionario e involucionista. Las pocas intentonas estructurales de Aznar fueron acusadas de autoritarias y liquidadas de inmediato por el zapaterismo. Así que no cabe esperar para esta reforma escolar mucha más estabilidad que la que pueda proporcionarle el Gobierno que la ampara. A lo largo de tres décadas, el socialismo ha desguazado hasta sus propias leyes educativas en una espiral de trivialidad devastadora. Mientras más recursos invertidos y más colegios levantados, más hueca ha sido la enseñanza impartida. El problema de Wert consiste en dotar ahora al sistema de mayor racionalidad en un momento en que la crisis obliga a disminuir el gasto, estrechar las becas, retirar profesores y cargar a los niños con fiambreras.

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