El independentismo aprovecha el descrédito provocado por los incidentes del pasado miércoles, cuando grupos radicales del 15-M intentaron impedir la entrada de los diputados al Parlamento catalán. El enloquecido mensaje desprendido de esta ofensiva es que el españolismo es el causante de esta situación.
Primero fue el diputado independentista Alfons López Tena el que arremetió contra los violentos: se negó a contestar a una pregunta en castellano alegando que había sido insultado en esta lengua cuando intentaba entrar en el Parlamento: “Todas las personas que había alrededor, todas sin excepción, todos los insultos, los hacían en esta lengua que usted quiere que hable ahora”, dijo en catalán al periodista que le interpeló, “Podían haber sido en mandarín, pero no eran en mandarín; podían haber sido en catalán pero no eran en catalán. Eran en español. A partir de aquí, que cada uno saque sus propias consecuencias”, “la primera cosa, sería preguntarnos de dónde ha venido esta gente. Evidentemente que puede haber catalanes, pero también es evidente que puede haber gente de fuera que esté haciendo turismo de vamos a divertirnos un poco por la calle”.
Hoy ha sido el ex líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y ex vicepresidente del Gobierno, Josep Lluís Carod-Rovira, el que arremete contra los españolistas indignados en un artículo de opinión que semanalmente publica en el diario Nació Digital. “Los indignados españoles han ocupado plazas de España y, en un gesto de internacionalismo inusitado, también de los Països Catalanas. Plantaron aquí sus tiendas, pintaron sus pancartas mayoritariamente en castellano y se expresaron públicamente en este idioma”, y añade "Ya toca bastante los cojones que alguien ocupe el centro simbólico del país como para que, además, tengamos que soportar con normalidad insultos como los que hemos podido ver y leer estos días por parte de los llamados indignados. Han hecho servir los jardines públicos como urinario, han pintado el monumento al Presidente Macià y han dado una imagen del país marginal, chabacana y basta”.
“¿Qué credibilidad tiene la indignación de una gente la mitad de la cual está contra el derecho a la autodeterminación? ¿Cómo se ha de entender que Falange Española se haya adherido formalmente a las concentraciones? ¿Es cierto que entre los indignados, al lado de mucha gente joven y de buena fe hay algunos infiltrados que son agentes del CNI y que tienen como objetivo dar internacionalmente la imagen negativa al mundo que se está dando de Cataluña? ¿Cómo se han de entenderlas muestras de rechazo a las banderas catalanas, estelades (independentistas) y al uso del catalán (en Ca-ta-lu-ña) que se han producido en el centro neurálgico de la capital catalana?”. Lo que omite el dirigente independentista es que no sólo se prohibieron banderas catalanas, sino cualquier tipo de bandera o siglas de partidos para evitar la instrumentalización política que pudiera hacerse del movimiento.
Carod zanja el tema diciendo que los españoles tienen todo el derecho a indignarse. “Pero si quieren hacerlo, lo mejor es que no se equivoquen en el mapa y se manifiesten, se indignen, se meen, piten, griten e insulten allí donde les correpsonde: en su país. Este internacionalismo progre, que va de apátrida, de nacional, de cosmopolita, cuando se expresa en el marco de una nación no normalizada políticamente, no hace más que el juego al nacionalismo dominante: el español. Basta, pues, de complicidades ingenuas y de hacer el tonto con esta indignación de pacotilla”.
No merece la pena hacer más comentarios a estas declaraciones realmente fascistas y xenófobas por parte de dos individuos que esconde sus orígenes y apellidos españoles, uno nacido en Valencia y el otro en Tarragona de padre aragonés y guardia civil. En mayo del 2008, Carod reconoció que para conseguir que una mayoría de ciudadanos se decida por la vía soberanista en Cataluña, es necesario que se haga incidencia en los beneficios económicos que la independencia reportaría más que en la existencia de una identidad lingüístico-cultural común, ya que según sus propias palabras: "De patriotas de lengua y cultura hay unos cuantos pero de bolsillo, lo somos todos". Es decir, que ni él cree en la realidad del sentimiento independentista catalán, y lo fomenta en base a declaraciones falsas y mentiras sobre victimismo económico y descalificaciones xenófobas. Él, el pobre charnego.
Al mismo tiempo, el conseller de Agricultura, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural de la Generalitat, Josep Maria Pelegrí, ha hecho este viernes un llamamiento a los catalanes a consumir productos agroalimentarios autóctonos: "Se ha de ser consciente de que aquí hay mucha gente que produce, en el mundo agroalimentario hacen un gran esfuerzo, hemos de ser capaces de que el catalán, los catalanes consumamos productos de aquí", ha afirmado. Pelegrí, que ha defendido lo que ha denominado "patriotismo alimentario", ha agregado que considera muy importante en estos tiempos ayudar a las industrias catalanas: "Si entramos en un restaurante y consumimos vino de La Rioja no estamos ayudando al empresariado catalán", ha aseverado. Y todavía se indignan cuando los españoles, en uso de su libertad y por libre albedrío, deciden dejar de comprar productos fabricados en Cataluña, cuando son ellos los que hacen llamadas poco subliminales a no comprar productos fabricados en España
Para rematar esta serie de paletadas aldeanas, hemos conocido que la deuda de las Comunidadades Autonómas se ha disparado un 26,4% en el primer trimestre de 2011 en comparación con el mismo período del año anterior. De acuerdo con los datos del Banco de España, las autonomía acumulan una deuda de 121.420 millones de euros en los tres primeros meses frente a los 96.042 millones del año anterior. Según estos datos, la deuda de las autonomías representa un 11,4% del PIB frente al 9,1% de hace un año y el 10,9% del trimestre anterior. Los datos muestran que desde el año 1995, el endeudamiento de las regiones no ha parado de crecer, batiendo en cada ejercicio récords históricos, a pesar del compromiso de estabilidad presupuestaria adquirido en los últimos años. La comunidad autónoma con mayor volumen de deuda entre enero y marzo fue nuevamente Cataluña, con 34.323 millones de euros, cantidad que representa el 28,2% del total de la deuda acumulada en el conjunto de las comunidades. Es decir, el 16% de la población representa el 28% de la deuda, mientras sus gobernantes paletos y aldeanos siguen dando muestras diarias de insumisión fiscal ante las escasas directrices del gobierno central y las exigencias de la Unión Europea.
Pero además, ese 28,2% de deuda implica que el ratio de deuda que deben pagar el resto de españoles aumenta considerablemente, aunque no puedan disfrutar de los jugosos sueldos que paga la Generalitat ni de los servicios que ofrecen a su población con una deuda que finalmente pagaremos entre todos y que ahora ayuda a que el diferencial de la deuda pública sea más elevado.
Qué vergüenza de políticos catalanes.