jueves, 31 de marzo de 2016

NUEVA POLÍTICA

Paseíllos, regalitos, poses, vacuidad… El tiempo nuevo.

Si la nueva política consiste en decirse julandronadas y melindres por el Twitter, dar estudiados paseíllos para las cámaras con pintones guardapolvos de primavera, aburrir durante tres meses con ruedas de prensa diarias a la mayor gloria del propio ombligo y hacerse regalitos tontorrones de libros de baloncesto o series de la HBO, entonces prefiero la vieja política.

Si la nueva política va de suplantar el resultado electoral, si se trata de marginar con un cordón sanitario de intolerancia al partido que ha sumado más votos para imponer una coalición cogida con papel de fumar y con el vapuleado Sánchez como presidente, entonces prefiero la vieja política.

Si la nueva política elude las cifras y no trae nuevas ideas, si se reduce a un salchichón cansino de topicazos empalagosos que no aportan nada concreto («demos paso a la mayoría del cambio», «toca abrir un tiempo nuevo», «llegó la hora de un giro social»), entonces prefiero la vieja política.

Si la nueva política supone que va a cogobernar España un partido neocomunista de ramalazos antidemocráticos, incapaz de sumarse a un acuerdo elemental contra el nihilismo yihadista, que pastelea con los herederos de ETA, que está dispuesto a rifar la propia existencia de España para arañar votos y que todo lo que dice en economía es directamente un disparate, entonces prefiero la vieja política.

Si la gran esperanza de la nueva política es una bisagra multiusos, que una mañana es de centroderecha y constitucionalista y a la siguiente de centro-izquierda y socia entregada del PSOE de la empanada federalista y la irresponsabilidad contable, entonces prefiero la vieja política.

Si en la nueva política no hace falta cuadrar las cuentas, si se presentan programas que se ponen por montera las posibilidades económicas del país y la situación real de las arcas públicas, si se puede engañar a los españoles con la promesa de subsidios sin cuento disparando con pólvora del rey, si se cree que el dinero crece en los melocotoneros y las quiebras de las naciones no existen, entonces prefiero la vieja política.

Si la nueva política tiene como única argamasa de unión un simplista e irritado «hay que echar a Rajoy», si la alternativa se construye solo sobre el desprecio absoluto al adversario, sin presentar propuestas viables para mejorar su gestión, prefiero la vieja política.

Si la nueva política va de pasarse la vida predicando y tertulieando en las teles de combate en lugar de preparar un edificio ideológico y programático consistente, prefiero la vieja política.

Si la nueva política se basa en demonizar a los millones de ciudadanos que no son de izquierda ni la votan, en reabrir heridas del siglo pasado, en avergonzarte de tu democracia y de tu país, en bajar la cabeza acomplejados ante un separatismo xenófobo que quiere hacer trizas el proyecto abierto y solidario que es España, entonces, por favor, que vuelva la vieja política.

LUIS VENTOSO – ABC – 31/03/16

No hay comentarios: