Elena Valenciano es la mujer que ha
alcanzado un cargo más alto en la estructura del PSOE. La nueva
vicesecretaria general es una prueba evidente de que Rubalcaba ha optado
por la excelencia, como demuestra su currículo en la web del Parlamento Europeo. En ella se informa de su fecha de nacimiento y de su titulación.
Según la web, al cumplir los veinte ya era licenciada en Derecho y en Ciencias
Políticas. Esta mujer deja pequeña la legendaria precocidad de Pancho
López (chiquito, pero matón).
No es la primera vez. En julio de 2007,
siendo europarlamentaria se opuso a que unas becas de la UE llevaran el
nombre de quien fue eficaz vicepresidenta europea Loyola de Palacio. El
día 13 de julio lo explicaba en Herrera en la Onda, con protestas de
afecto a la citada: “yo me he llevado bien con Loyola, fuimos
compañeras de colegio”. No pudo ser cierto. Loyola de Palacio había
nacido el 16 de septiembre de 1950. Le llevaba diez años justos. Cuando
Loyola estudiaba ‘Preu’, a Elena le faltaban dos años o tres para
examinarse de ingreso de bachillerato.
Su propia página web descubre el
artificio y la mentira de su currículo europeo: “Estudios en Derecho y
Ciencias Políticas”. Como el secretario ejecutivo de Relaciones
Políticas: estudio de ingeniería. Es una tradición: al anterior
vicesecretario general también le pasaba: Estudios de Derecho (que
abandonó en Primero).
En otros asuntos y coincidiendo con el
alineamiento de José A. Griñán con la candidata Chacón, ha aparecido en
la blogosfera una ‘información’ que da cuenta de una presunta afirmación
del presidente de la Junta de Andalucía y nuevo presidente del PSOE:
“Nosotros, los socialistas, los que hemos sufrido la represión de la dictadura, no podemos permitir que la derecha gobierne en Andalucía”.
La
noticia no viene datada, se dice que en un mitin, pero no la fecha ni
la localidad. Al mismo tiempo se informa de que ABC del 25 de marzo de
1944 daba la noticia de la boda de “D. Octaviano Griñán Gutiérrez,
Oficial de la Casa Militar de Su Excelencia el Jefe del Estado” y de
María Teresa Martínez Maldonado, que andando el tiempo serían los padres
de José Antonio Griñán.
Parece fuera de toda duda que el padre de
Griñán fue oficial (comandante) de la Casa Militar de Franco, tal como
dice el suelto de ABC. Es un dato que era público y que Griñán no ha
desmentido. Sin embargo me ha llamado la atención la presencia en la
boda de un presunto ministro del Ejército llamado Antonio Goicoechea. En
1944, los ministros militares de Franco eran los generales Asensio
Cabanillas (del Ejército); almirante Moreno Fernández (de Marina) y
general Vigón (del Aire). Nunca hubo un ministro del Ejército llamado
Goicoechea.
El asunto tiene su interés. Si Griñán ha
dicho lo que se le atribuye, hay una cierta impostación en ello. No es
que la dictadura no reprimiera a los hijos de sus dirigentes, pero
parece que los hijos de los obreros o de personas corrientes eran más
reprimidas que los hijos de franquistas cualificados. Pero no ha
mentido, que se sepa, sobre su padre.
Su antecesor en el cargo, Manuel Chaves González, sí lo hizo. El 24 de febrero de 2008, en un mitin de Dos Hermanas, dijo:
Tenemos que ganar, porque se los debemos a nuestros padres y a nuestros abuelos, que lo pasaron muy mal durante el franquismo.
El padre de Chaves se llamaba Antonio
Chaves Plá y era coronel de Artillería. Tenía la Cruz del Mérito Militar
con distintivo blanco que le impuso el dictador en la Pascua Militar de
1973. El diario ABC lo mostraba en el Club de Oficiales del Regimiento
de Artillería de Sevilla, con el entonces capitán general de la II
Región Militar, Félix Álvarez- Arenas Pacheco, con motivo de su visita
al regimiento.
Lo curioso de este asunto es que en la
foto, publicada el 23 de abril de 2011, en la que el coronel Chaves
aparece a la derecha, se identifica, 29 años después de la boda del
padre de Griñán al militar que ocupa el centro, con bigote rectilíneo,
como el ministro del Ejército, Antonio Goicoechea. Se trata en realidad
del teniente general general Félix Álvarez-Arenas Pacheco; los ministros
del Ejército aquel año fueron: Juan Castañón de Mena, hasta el 11 de
junio y Francisco Coloma Gallegos desde esa fecha en adelante.
Chaves mintió. Griñán, quizá sólo
exagerase. En la Ejecutiva de Rubalcaba hay otra vocal con historia
familiar compleja: Maru Menéndez, hija de Camilo Menéndez Vives, el
capitán de navío que al tener noticia del golpe de Estado de Tejero se
presentó en el Congreso perfectamente uniformado para ponerse a las
órdenes de su conmilitón. Ella se retrató de esta guisa cuando era jovencita,
hacia 1975, aproximadamente. Hay que decir que, naturalmente, tiene
todo el derecho a cambiar de pensamiento, que, a mi modo de entender, el
cambio ha sido para bien y que nunca ha negado públicamente esos
extremos. Pero es de esperar que esta ejecutiva que preside Griñán y
manda Rubalcaba no acusen tontamente a nadie de franquista o hijo de
franquista. El nuevo secretario ejecutivo de Política Municipal, Gaspar Zarrías, también tiene una historia de abuelos.
Corolario: “Se fueron con
mentiras y han vuelto con mentiras”. (Alfredo Pérez Rubalcaba,
secretario general del PSOE, en su discurso al XXXVIII Congreso)
Hace un año, recuerdas, el secretario de Estado Gaspar Zarrías
asistió al acto de homenaje a Baltasar Garzón que se celebró en la
Universidad Complutense. Su presencia fue polémica,
porque se interpretó que simbolizaba el reproche del gobierno a un
procedimiento contra el juez. Protestó el Partido Popular y le replicó
el PSOE. A través, concretamente, de la portavoz Elena Valenciano: «A su
abuelo lo fusilaron, el otro estuvo 14 años en la cárcel, su padre
otros 12. A su padre y sus abuelos los callaron, pero ningún nuevo
franquista va a callar a Zarrías». Días después, Román Orozco firmaba un artículo en el diario El País (Zarrías, dos veces fusilado)
que era una buena síntesis del ambiente. Así empezaba: «Gaspar Zarrías
Moya fue fusilado hace 70 años en la cárcel de Andújar. Su nieto Gaspar
Zarrías Arévalo está siendo verbalmente fusilado ahora.» Y más adelante:
«El 28 de mayo de 1940, en la cárcel de Andújar caía acribillado Gaspar
Zarrías Moya. Tenía 50 años, era un sencillo labrador nacido en
Mengíbar. Su “delito”: ser alcalde elegido democráticamente, durante la
II República, de Cazalilla, una aldea a unos 30 kilómetros de Jaén.»
Hummm.
Tengo sobre la mesa el Procedimiento Sumarísimo de Urgencia 14.478,
que se inició el 29 de septiembre del año 1939 contra Gaspar Zarrías
Moya, procesado por el delito de Adhesión a la Rebelión (me gustaría que
vieras la caligrafía de esas dos palabras, para darte cuenta de hasta
qué punto lo rimbombante puede ser siniestro) y en la cárcel de
Cazalilla desde el 1 de abril. Lo tramita el Ejército Español. Más
concretamente, la Auditoría de Guerra del Ejército de Operaciones del
Sur. Los hechos que se juzgan ocurrieron en la dicha Cazalilla «durante
el dominio rojo». Como instructor figura el teniente de artillería Luis
Fiestas Contreras. Y como secretario Juan Martos Salido, cuya
competencia es Falangista. Del procesado Zarrías se dice que nació en Mengíbar. Tiene 50 años, casado y con 5 hijos, y de profesión labrador.
La nota biográfica obvia algo importante, y es que Gaspar Zarrías fue
alcalde republicano en Cazalilla. En la página siguiente habla el
alcalde de 1939. Se llama Miguel [sic: en realidad, Mateo] Cristino
Jiménez, mayor de edad, soltero. Ante la «respetable autoridad» denuncia
de su puño y letra: «Al vecino de ésta, Gaspar Zarrías Moya, elemento
peligroso marxista habiendo desempeñado el cargo de juez de ésta durante
el glorioso movimiento y como tal intervenido en las detenciones y
persecución de elementos de orden». Esta es la generalidad de las cosas.
Pero rápidamente la escritura se adentra en lo concreto: «Este
individuo fue el que en la noche del 26 al 27 de diciembre de 1936 sacó
de la cárcel y montó en el camión a mi difunto padre, el que con otro
fue asesinado aquella noche en el término de Jaén, en el sitio conocido
por Puente Mocho».
El sumario es difícil de leer y en algunos fragmentos, aunque cortos,
imposible. Hay alguna otra acusación del mismo género contra Zarrías.
Hasta que Ana Troyano Rovira llega ante el juez. Después de citar a dos
personas como los autores del asesinato de su marido, Andrés Rodríguez, y
de su hermano, Santiago Troyano, continúa: «Que también tiene que
manifestar que el que tuvo la culpa de todo fue Gaspar Zarrías, que
designó a sus familiares para que fuesen asesinados, en lugar del novio
de su hija que estaba designado como uno de los que había que asesinar».
Otros testimonios como el de Encarnación Carrillo y Pedro Villamor
coinciden en el extraño canje. Pero no en los nombres de los que fueron
asesinados en lugar del novio y su hermano: Aurelio Villamor y Mateo
Cristino Polaino aparecen como los perjudicados y son estos nombres los
que los siguientes testimonios van confirmando. También parece
confirmarse el canje. Pedro Polaino, familiar de Mateo Cristino,
describe la conducta de Zarrías: «Dijo que no se hiciera nada con él
[Juan Godoy, el novio de su hija] puesto que si no su hija iba a ser una
desgraciada toda su vida». La justicia también reclama la comparecencia
del propio novio, Juan Godoy. Dice éste: «Que su futuro suegro Gaspar
Zarrías no le facilitó ningún salvaconducto ni le dijese nada y que él
huyó pasándose a las tropas nacionales». Su hermano Francisco también
huiría. Por último, aquí tienes la transcripción del primer párrafo de
la declaración de Zarrías: «En declaración propia, manifiesta: “que es
cierto que él sustit[uyó a] los vecinos de ésta Juan Godoy Mateos (novio
de su hija) y a su [hermano] Francisco Godoy Mateos, por los también
vecinos de ésta, Mateo Cr[istino] Polaino y Aurelio Villamor Gázquez,
pero que lo hizo porque el [...] del Frente Popular, Francisco Morenas
Polaina, también sustituyó [...] a a dos primos suyos, llamados Juan
Antonio Sánchez Fernández y [... Sán-]chez Fernández, a los que también
instó dicho miembro a que huyer[an del] pueblo, poniendo en sustitución
de ellos a los vecinos Andrés Rod[ríguez] Díaz y Santiago Troyano
Rovira, que también fueron asesinados».
O sea que los canjeó. Comprenderás que salte suavemente sobre los
motivos. El amor por la hija. Por el yerno. Cualquier amor o cualquier
interés. Todo es remoto. Pero no quiero ahorrarte el dilema moral. Una
guerra civil. Una oportunidad. El momento de hacerlo. El poder hacerlo. Y
la evidencia de que, probablemente, la victoria republicana habría
dejado para siempre en la oscuridad la decisión de Zarrías. No estoy del
todo seguro de que pueda preguntar esto. Pero allá voy: ¿Qué habrías
hecho? El resto de la declaración (las acusaciones contra sus compañeros
del Frente Popular y la insistencia en que él se opuso a los
asesinatos) es irrelevante para lo que me interesa. Una guerra civil. El
labrador republicano. La hija enamorada del falangista. El padre:
venga, Juan Godoy, coge a tu hermano y lárgate. Y que los amigos de Juan
Godoy acabaran fusilándole. Y la vida, luego, si la hubo, de Juan Godoy
con su esposa Zarrías. Toda esa apoteosis humana que el uso de la
llamada «memoria histórica» reduce y abrasa como cepillo de carpintero.
Con fecha primero de junio de 1940 el juez municipal de Andújar
informaba que en la sección de defunciones de este Registro Civil se
hallaba inscrita la de Gaspar Zarrías Moya, «que falleció a las seis
horas del día veintiocho de mayo a consecuencia de hemorragia cerebral».
Muchos años después, y a propósito de la actividad de un juez en torno
de las fosas, el nieto y secretario de Estado diría: «Las heridas hay
que cerrarlas, y para cerrar bien una herida hay que limpiarla,
desinfectarla, porque si se cierra mal al final vuelve a doler».
Maru Menéndez socialista de pura cepa
Esta semana viendo por televisión desde
el parlamento madrileño la sesión del estado de la región, donde nuestra
presidenta Esperanza Aguirre exponía dicho estado de la comunidad
madrileña y los políticos de la izquierda replicaban manifestando no
estar de acuerdo, no pude por menos de sorprenderme leyendo la prensa
digital y blogs, sobre el pasado que tienen determinados políticos y que
somos muchos los que desconocemos.
Se trata de la “progresista” portavoz representante socialista en el
parlamento madrileño, de la que se sabe poco de su vida anterior, y de
saber que su señor padre fue uno de los militares derechistas que
quisieron dar un golpe de estado el ya famoso 23-F.
Resulta que según leo en el blog “ calle1440-Análisis de la información.”
” La portavoz socialista de la
Asamblea de Madrid, Maru Menendez, posee una curiosa biografía que
sorprenderá a propios y extraños. Lo ha contado en su blogel escritor Juan Van Halen bajo el títular “Maru y las dos Españas”, donde,
desde la premisa de la bondad de la pluralidad ideológica propia de
todas las familias, detalla la biografía de la diputada socialista.
Nadie es responsable de las acciones de su primo hermano o tatarabuelo,
pero no deja de llamar la atención las sorprendentes relaciones
familiares de cargos políticos de un partido como es el socialista que
parece empeñado en reavivar las dos Españas.
Según cuenta Van Halen, el padre de
Menéndez, “Camilo Menéndez Vives, sobrino del teniente general Camilo
Menéndez Tolosa, ministro franquista del Ejército, era capitán de navío
el 23-F, hace hoy 28 años, y la fuerza de sus convicciones le llevó a
sumarse a la intentona golpista cuando ya se daba por fracasada”. Es
más, “fue el militar de mayor graduación que entró en el palacio de la
carrera de San Jerónimo“. Más. “Su hermano Ignacio, abogado,
fue candidato al Congreso de los Diputados por FE-La Falange en las
últimas elecciones generales por la circunscripción de Guadalajara“.
Asimismo, el escritor también apunta que la portavoz socialista “está
emparentada con Blas Piñar, notario, fundador de Fuerza Nueva, antiguo
diputado (precisamente lo era el 23-F), ya que su hermano Camilo está
casado con Esperanza Piñar, hija del ya ex político”.”
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