lunes, 28 de diciembre de 2015

PUTIN SEDUCE A LOS ULTRAS EUROPEOS, FASCISTAS Y COMUNISTAS

En el pulso con Occidente, Rusia ha adoptado la estrategia de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Solo así se explica que un país que sigue haciendo campaña contra el fascismo extienda lazos de amistad y colaboración con las fuerzas más reaccionarias que han emergido en Europa.



Según el Centro de Inteligencia Eurasiática, en esta lista de partidos antieuropeos, con frecuencia xenófobos y casi siempre antiliberales, destacan hasta cinco formaciones relacionadas con Rusia: el UKIP (Reino Unido), el Partido Nacional Democrático (Alemania), el Jobbik (Hungría), los polémicos ultras de Amanecer Dorado (Grecia) y el Frente Nacional (Francia). Da igual si son separatistas o partidarios de la exaltación nacional, las condiciones básica son: desdén por la UE y antiamericanismo.

Como pruebas sobre la mesa quedan las reuniones de miembros del Gobierno griego de Syriza con Aleksandr Dugin, considerado el ideólogo del neoimperialismo ruso. Pero el espectro de amistades de Dugin es amplio y también se ha reunido con los ultraderechistas de Amanecer Dorado. Y el de Syriza tampoco es estrecho, como quedó claro después de que un grupo de hackers desvelase sus correos electrónicos con Konstantin Malofeyev, que ha financiado a los nacionalistas separatistas del Donbás.

JOBBIK
La empresa rusa Lukoil ha aportado, según han denunciado medios locales, fondos a campañas electorales en Europa central, le ha publica los libros a Milos Zeman, el controvertido presidente checo (que ha rechazado las sanciones a Rusia). Y los líderes de Jobbik, un partido radical húngaro que viste con estética nazi y habla contra los judíos y los liberales, han sido recibidos en Moscú por miembros de la Duma (Parlamento ruso). De acuerdo con la web Capital Político, de los 24 partidos derechistas-populistas que están representados en el Parlamento Europeo, 15 están “comprometidos” con Rusia.

El caso más claro está en París. El partido ultraderechista Frente Nacional fue marginado por los bancos de Francia. Su líder, Marine Le Pen, logró el año pasado un préstamo de un banco ligado al Kremlin en un momento crítico para ella, tras vender sus oficinas en el centro de la capital por culpa de las deudas contraídas en pasadas épocas de mala racha electoral.
Marine Le Pen
Se trata del banco ruso First Czech Russian Bank, como ella misma reconoció. “La familia Le Pen tiene muchos lazos íntimos con los oligarcas rusos”, explica Cecile Alduy, autora del libro 'Marine Le Pen, descodificando el discurso del Frente Nacional’. 

Fueron en total nueve millones de euros cortesía de una entidad presidida por Roman Popov, un financiero con estrechos lazos con el Gobierno ruso, aunque algunos medios franceses han dicho que se ha negociado una cifra mucho mayor.

El Frente Nacional no se ha alejado del anticomunismo, pero se ve atraído por una Rusia que resurge, porque la ve como un reducto del nacionalismo y el conservadurismo que les gustaría poner en marcha en Francia”, explica Emmanuel Grynszpan, periodista francés afincado en Moscú: “Además, Putin es un líder global del antiamericanismo, que es bastante fuerte en Francia especialmente entre las fuerzas que se oponen a la democracia”.

El Kremlin ofrece respaldo a Le Pen a través de sus medios de comunicación públicos. La cadena rusa Russia Today (RT), que emite en inglés, español y árabe, ha tachado de “fascistas” a buena parte de los representantes ucranianos, pero ha ofrecido una generosa y amigable cobertura a Le Pen, difundiendo ampliamente sus postulados más reaccionarios.

Sputnik, RT y otros medios públicos son totalmente favorables a Le Pen”, asegura Grynszpan, que cree que una victoria de Le Pen es posible si hay atentados terroristas en Francia en 2017 [el año de las elecciones], y un FN en el poder bloquearía definitivamente la política exterior de la UE: podrían romper con la OTAN, la UE y la Eurozona. Esto no serían malas noticias para el Kremlin, que “ve a la UE como un rival poderoso que trata de erosionar la influencia de Moscú en la zona de la vieja unión soviética: Ucrania, los estados bálticos, Bielorrusia, Moldávia, Georgia o Armenia”. Moscú quiere que estos países tengan una soberanía limitada, y Rusia apoya a todas las fuerzas, de derechas o izquierdas, “con la esperanza de que la UE se resquebraje”.

Como ha investigado el escritor Marcel H. Van Herpen, desempeña un papel clave en esta trama el joven Timur Prokopenko, subjefe de Política Interior en la Administración Presidencial, un ‘cachorro’ del Kremlin criado en las juventudes putinistas. Anonymous llevó a cabo una filtración masiva de sus correos. Los mensajes revelan que Prokopenko pidió a Konstantin Rikov, un productor ruso muy nacionalista, si podría traer a Marine Le Pen como observadora a Crimea. Rikov contestó al día siguiente diciendo de Le Pen estaba ocupada con la campaña pero que iría alguien en su lugar. Finalmente su asesor para asuntos internacionales, Aymeric Chauprade, el que apareció por la disputada península. El diario francés ‘Liberation’ preguntó al entorno del asesor de dónde había venido la invitación, y respondió que del Observatorio Eurasiático de Democracia y Elecciones, “que es una entidad con sede en Bélgica comandada por el activista de ultraderecha Luc Michel”, señala Anton Shekhovtsov, un investigador de la extrema derecha en el Instituto Legatum.

La lucha contra los "oligarcas judíos"
Este año ha denunciado que dos organizaciones rusas de extrema derecha, el Movimiento Imperial Ruso y el partido Rodina, empezaron a construir un movimiento nacional-conservador a escala mundial. Stanislav Vorobyov, líder del Movimiento Imperial Ruso, se reunió en septiembre en Estocolmo con los jefes de Resistencia Nórdica, un partido filofascista. Aunque los medios públicos rusos han difundido la idea de que Ucrania está en manos de fascistas, los ultraderechistas rusos se mueven con libertad llamando a la lucha contra los “oligarcas judíos de Ucrania” y “la estrategia sionista en Oriente Medio”, defendiendo unos “valores occidentales que están en peligro”.

Vorobyov, pese a su dimensión ultraderechista, no es un apestado en Rusia. Puede presumir y presume de tener buenas conexiones y fue uno de los primeros en llegar desde Moscú a Crimea durante el proceso de anexión orquestado por Rusia el año pasado. Llegó un día después de que el Parlamento de la entonces península ucraniana fuese ocupado y, según ha narrado él mismo, lo hizo acompañando “a instructores militares que iban a organizar el movimiento de resistencia local”.

En una entrevista en 2011 con el diario ruso ‘Kommersant’, Marine Le Pen se declaró una admiradora de Putin y anunció que si ganaba las elecciones presidenciales francesas de mayo de 2012 Francia saldría de la OTAN. Ahí reside otro importante nudo en esta relación: tanto el Frente Nacional como la élite del Kremlin son muy críticos con EEUU y contrarios a la Alianza Atlántica. Pero estas alianzas están llenas de contradicciones. Los nacionalistas ucranianos de Svoboda, señalados por Moscú y sus medios como el mascarón de proa del nuevo fascismo europeo, se reunieron con Le Pen antes de que esta empezase su ‘flirt’ con Moscú.

El panorama de coqueteos antinatura ente ambos lados revela que hay mucho en juego, como siempre en relación entre la política europea y la vertical de poder rusa. Era habitual que en tiempos de la URSS Moscú influyese sobre otros partidos comunistas occidentales, casi siempre con dinero pero otras veces con intrincados juegos de poder subterráneos. Ahora la apuesta del Kremlin es sobre todo por extremistas y nacionalistas. Al fin y al cabo, el 20% del Parlamento Europeo está compuesto actualmente por diputados de partidos que quieren disolver la UE. Y Rusia es el empujón que están buscando.


El autor parece olvidar otras relaciones anti natura entre el Kremlin, los fascistas rusos, los nuevos fascistas comunistas conocidos como Nazbols, y partidos fascistas europeos. Aquí os contamos un poco más de estos NAZBOLS.



No hay comentarios: