domingo, 9 de junio de 2013

GIBRALTAR Y LA LÍNEA, POBRES PORQUE LO CONSENTIMOS

La Línea de la Concepción, el barrio obrero y pobre de Gibraltar. Porque el resto de los españoles lo consentimos
 
«HAY chavales que pasan diez, quince veces al día, trayendo cada vez un cartón de tabaco. —¿Por qué no estudias o aprendes un oficio?, le pregunto. —¿Para qué voy a estudiar o aprender un oficio si tengo el cartón de tabaco?, me contesta. —¿Qué voy a hacer yo, si los padres lo consienten, si hasta puede hagan lo mismo?», me dice el joven policía nacional de guardia en la Verja gibraltareña. A nuestro lado pasa una riada ininterrumpida de peatones en ambos sentidos, mientras los coches discurren con fluidez normal, bajo un sol que no se decide a ser de verano.
 
El contrabando de tabaco, lícito e ilícito, sigue siendo una de las actividades tradicionales de La Línea de la Concepción, lo practican muchos de los que trabajan en Gibraltar, a modo de sobresueldo, amas de casa, parados, jóvenes que lo eligen como medio de vida. ¿Hay que reprochárselo? No. ¿Cómo puede reprochárseles si ha sido así siempre, si La Línea es el «barrio obrero» de Gibraltar, si las autoridades españolas vienen haciendo la vista gorda a este trapicheo, si para muchos es su único medio de vida y para otros, la forma de redondear su pequeño sueldo o su mísera pensión? Pero el efecto desmoralizador parecido al de un cáncer lento, es mortal a la larga.
 
Lo más grave de todo es que curarlo es más simple de lo que a primera vista parece: crear en torno a Gibraltar las condiciones que hagan innecesario no ya ese contrabando de baja intensidad, sino que los españoles tengan que ir a la colonia inglesa para hacer los trabajos más duros, humildes y peor pagados. Hacer realidad aquel Plan de Desarrollo que se anunció en los años sesenta del pasado siglo y que aún no se ha realizado. Estén seguros de que en el momento en que La Línea, San Roque y Algeciras superen a Gibraltar en calidad de vida, los gibraltareños empezarían a pensar distinto. Es posible que algunos quisieran seguir haciendo contrabando y otros negocios ilícitos a gran escala, pero les iba a ser mucho más difícil hacerlo.
 
Cuando al desplomarse el muro de la vergüenza berlinés Alemania Occidental se encontró 17 millones de alemanes orientales que tenía que absorber, pagando sus pensiones, convalidando en marcos fuertes sus ahorros, haciéndose cargo de sus servicios sociales, aprobó un impuesto especial para hacer frente a tan enorme carga y todo el mundo lo aceptó, al darse cuenta de que era el precio que había que pagar para algo tan valioso como la reunificación. Y, hoy, Alemania es una nación sólida, a la cabeza de Europa. Mientras nosotros no somos capaces de elevar el nivel de vida de unos miles de españoles para recuperar la colonia que tenemos desde hace tres siglos en nuestro territorio. Y no somos capaces por cainismo, por falta de proyecto nacional, por vendernos por un cartón de tabaco, todos, desde el Cabo Peñas a la vergüenza de Gibraltar.
 
JOSÉ MARÍA CARRASCAL EN ABC

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