jueves, 28 de septiembre de 2017

EL MITO DE LA SENTENCIA DEL ESTATUTO DE CATALUÑA

La sentencia del Tribunal Constitucional no fue un ataque al pueblo de Cataluña, ni una afrenta a las instituciones, ni una falta de respeto a los votantes, ni nada remotamente parecido. Fue el resultado de un proceso habitual en cualquier democracia occidental.

Todo empezó con la reforma del estatuto de autonomía hace unos años.

Los estatutos de autonomía en el sistema español son objetos un tanto complicados, ya que, aunque son aprobados por el congreso mediante ley orgánica (y en el caso catalán, ratificados en referéndum), sólo pueden ser reformados siguiendo procedimientos agravados, ya que pertenecen al bloque constitucional. En cierto sentido, son un “anexo” de la constitución bajo la iniciativa legislativa de los parlamentos autonómicos que debe ser autorizada por las cortes, y que debe ser compatible con la carta magna.

Cuando el congreso aprobó la reforma del estatuto catalán el 2006, todo el mundo sabía que varios preceptos del larguísimo articulado eran de constitucionalidad dudosa.

Cuando el congreso aprobó la reforma del estatuto catalán el 2006 (y fue votado en referéndum a continuación), todo el mundo sabía que varios preceptos del larguísimo articulado eran de constitucionalidad dudosa. Ninguno de los artículos “al límite” trataban temas cruciales, pero el texto incluía algunos epígrafes que sólo una interpretación muy, muy laxa de la carta magna podía validar.

El tribunal constitucional, en su sentencia sobre el estatuto, apreció que los legisladores se habían pasado de frenada en algunos puntos. El tribunal cambió ligeramente las competencias del síndic de greuges (defensor del pueblo) y el consejo de garantías estatutarias, que estaban escrito de forma chapucera, retocó un poco el lenguaje sobre la supervisión de cajas de ahorros y eliminó dos palabras en el artículo sobre lengua.

La sentencia además incluía un recordatorio obvio desde el punto de vista jurídico, pero que muchos políticos insisten en ignorar. Los jueces recalcaron que el preámbulo (donde sale la dichosa palabra “nación”) no tiene efectos jurídicos, como todo el resto de preámbulos de cualquier ley. Aparte, incluyeron unas cuantas directrices sobre cómo interpretar el articulado para que conformara con la constitución sin alterarlo.

El único cambio más o menos significativo del texto fue en todo lo relativo al consejo de justicia de Cataluña, un intento de crear un poder judicial catalán autónomo.

El constitucional sólo invalidó dos puntos en materia fiscal. Primero, la cláusula que exigía que otras autonomías pagaran tantos impuestos como Cataluña, ya que no tiene sentido que un estatuto de autonomía regule los impuestos de gobiernos fuera de su región. Segundo, limitó la creación de tributos locales, algo que la constitución señala claramente que requiere ley orgánica previa.

El único cambio más o menos significativo del texto fue en todo lo relativo al consejo de justicia de Cataluña, un intento de crear un poder judicial catalán autónomo. Quizás no fuera mala idea (es más, no creo que lo sea), pero justamente en esto la constitución es muy centralista e inflexible, y cualquier observador neutral acabaría concluyendo que era inconstitucional.

En total, el tribunal constitucional sólo se pronunció sobre una docena de artículos, a menudo sólo tocando una palabra o una sección. Teniendo en cuenta que el estatut tiene 223 artículos y 22 disposiciones adicionales, la sentencia dista mucho de ser un cambio radical del espíritu del documento.

Para los independentistas estos retoques periféricos representaron poco menos que una alta traición a la patria.

Para los independentistas estos retoques periféricos representaron poco menos que una alta traición a la patria. El estatut había sido ratificado por el pueblo de Cataluña (en una votación con 49% de participación), y era por lo tanto sagrado e intocable. Alterarlo era una ofensa a todo lo bueno de este mundo, y motivo de manifestaciones, quejas y proclamas sobre la opresión del gobierno central. La sentencia, en la narrativa independentista, es la piedra de toque, el momento en que España le dijo a los catalanes que no contaban para nada.

En realidad, esta clase de sentencias y conflictos son completamente normales. El constitucional se dedica a controlar las leyes aprobadas por los legisladores en todos los niveles de gobierno sean conformes con la carta magna. Todos esos gobiernos tienen plena legitimidad democrática y representan la voluntad del pueblo divinamente, pero el tribunal se carga artículos igual. Como toda institución contramayoritaria, al constitucional le importa un pimiento quién haya votado la ley; su trabajo es asegurarse que no vulnera la serie de preceptos que definen las reglas del juego ni ataque los derechos de los ciudadanos.

La constitución española establece quién puede legislar sobre qué y en qué condiciones; la legislación subsiguiente debe atenderse a estas condiciones

En España, como en cualquier otro país de nuestro entorno, los políticos a menudo discuten sobre instituciones; las administraciones tienen conflictos sobre qué pueden hacer, y los tribunales acaban por dictar sentencia. El tribunal supremo de Estados Unidos se pasa la mayor parte del tiempo decidiendo sobre conflictos entre el gobierno federal y los estados, a menudo sobre temas de crucial importancia; toda la reforma de la sanidad de Obama fue litigada en la corte. Aunque la ley fue aprobada por una amplia mayoría en las dos cámaras y firmada por un presidente que había ganado las elecciones por amplio margen, al supremo no le tembló el pulso invalidando varios artículos, diciendo que eran potestad de los estados. En dirección contraria, el supremo también ha invalidado repetidamente leyes electorales estatales por considerarlas discriminatorias, por mucho que una amplia mayoría de votantes de Texas quiera evitar que negros y latinos voten demasiado.

La sentencia del Tribunal Constitucional no fue un ataque al pueblo de Cataluña, ni una afrenta a las instituciones, ni una falta de respeto a los votantes, ni nada remotamente parecido. Fue el resultado de un proceso habitual en cualquier democracia occidental en la que la actividad de los políticos está sujeta a las leyes. La constitución española establece quién puede legislar sobre qué y en qué condiciones; la legislación subsiguiente debe atenderse a estas condiciones. Si estos límites son incómodos, la constitución establece reglas para su reforma.

Los nacionalistas catalanes, sin embargo, han insistido siempre en que cualquier disputa política entre dos gobiernos representativos es una especie de pugna donde ellos misteriosamente siempre salen perdiendo. Eso ignora la larga historia de derrotas en el constitucional de todos los gobiernos centrales al litigar contra gobiernos autonómicos. De forma más importante, obvia la necesidad de un árbitro imparcial que limite las decisiones arbitrarias de unos y otros y ponga cierta orden a sistemas políticos complejos.

Lo más probable, sin embargo, es que la sentencia sobre el Estatut del 2010 sea una excusa, más que cualquier otra cosa. Lo de aprobar leyes de forma coherente ateniéndose al derecho es algo que no parece importarles demasiado estos días.


miércoles, 27 de septiembre de 2017

CONSECUENCIAS FINANCIERAS, EMPRESARIALES Y ECONÓMICAS DE LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA

La independencia de Cataluña tendría "efectos adversos" para las entidades financieras catalanas

Según el Instituto de Macroeconomía y Finanzas, dirigido por David Taguas, las entidades catalanas podrían enfrentarse a "una fuga de depósitos" y les sería "imposible" financiarse en los mercados de capitales en caso de una hipotética independencia.

El Instituto de Macroeconomía y Finanzas (IMF), dirigido por David Taguas, ha advertido de que una hipotética independencia de Cataluña tendría unos "efectos muy adversos" para su sistema financiero, que irían desde la fuga de depósitos de las entidades catalanas hasta la imposibilidad de financiarse en los mercados de capitales y la suspensión de pagos o la quiebra.

En un artículo realizado por el subdirector del IMF, Carmelo Tajadura, titulado 'La intermediación financiera ante la hipótesis de independencia de Cataluña', se afirma que en el caso más favorable, las entidades catalanas se verían sometidas a un "intenso debilitamiento" y a la división de su negocio, que mayoritariamente se encuentra fuera de Cataluña. En el peor de los escenarios, las entidades sufrirían una "ausencia absoluta de crédito, sin poder descartarse la suspensión de pagos o la quiebra".

El estudio del IMF, de la Universidad Camilo José Cela, recuerda que en Cataluña existen actualmente tres entidades financieras en las que el poder de decisión se conserva dentro de esa región: Caixabank, Sabadell y Catalunya Banc. Estas tres entidades, sobre todo las dos primeras, tienen una fuerte presencia fuera de Cataluña. En concreto, señala el informe, Caixabank cuenta con más del 60% de su negocio en el resto de España y el Sabadell, sobre todo tras la compra de CAM, "está en una situación similar".

Según el IMF, Cataluña supone el 19,06% del total de crédito de España, casi tres puntos más que el 16,21% de los depósitos, mientras que los depósitos de Cataluña sólo suponen el 55% de los créditos. Además, resalta que "la brecha entre créditos y depósitos de Cataluña es la más elevada entre todas las comunidades autónomas: más de 150.000 millones, es decir el 76% del PIB de Cataluña".

En esta situación, el instituto dirigido por David Taguas advierte que la hipótesis de independencia de Cataluña supondría "efectos muy adversos" para su sistema financiero.

En primer lugar, indica que las entidades financieras catalanas podrían enfrentarse a una fuga de depósitos en el resto de España que "no podrían ser contrarrestados por el flujo contrario que podría también producirse, en Cataluña, desde el resto de entidades financieras a las entidades catalanas, como consecuencia fundamentalmente de la confianza en las grandes entidades Santander o BBVA".

El IMF considera que "la sustitución a corto de esos fondos recurriendo a los mercados no sería nada fácil para Caixabank y Sabadell, que encontrarían serias reticencias para obtener financiación inmediata sustitutoria de esas fugas de depósitos, en un ambiente dominado por la incertidumbre".

En tercer lugar, pronostica que la transferencia de fondos hacia Cataluña a partir de los depósitos del resto de España dejaría de ser una fuente estable de financiación. Por ello, "las entidades financieras catalanas tendrían que reordenar su negocio y separar el negocio "catalán" del "español" sin transferirse fondos entre ambos".

De la misma forma, según el análisis del IMF, el resto de entidades financieras españolas también debería ajustar sus transferencias de recursos entre el resto de regiones y Cataluña. "Si no lo hicieran, es seguro que serían forzadas a ello por la regulación y por la propia actitud de la clientela".

El subdirector del IMF cree que la financiación para las entidades bancarias catalanas en los mercados "sólo podría resultar más difícil" e incluso en el caso de una independencia pactada, la reticencia de los mercados, ante el incremento de la incertidumbre, les haría retraerse, al menos a corto plazo. "En el caso de independencia unilateral, financiarse en los mercados se convertiría en absolutamente imposible para las entidades financieras catalanas a corto plazo", indica.

Además advierte que "la financiación vía BCE (que, a 30 de junio de 2012, supone la considerable cifra de 65.500 millones de euros entre las tres entidades catalanas) se acabaría al salir Cataluña de la Unión Europea".

Las empresas se preparan por si hay una secesión de Cataluña
 
El pulso político creciente entre los independentistas catalanes y el Gobierno central está agudizando la intranquilidad de las empresas. Están preocupadas por las consecuencias para sus negocios que puede tener una secesión de Cataluña, aunque la siguen viendo "hipotética", han explicado fuentes empresariales y jurídicas. Las multinacionales preparan planes de contingencia por si llega la independencia.

De todas formas, ante los desafíos de los rupturistas, desoyendo advertencias y prohibiciones de la justicia desde hace meses, las compañías con negocios en Cataluña, con más o menos antelación según su tamaño y sector de actividad, han ido tomando posiciones para estar preparadas ante un escenario que tras los acontecimientos más recientes ven "improbable pero no imposible".

Todas las grandes empresas catalanas y las multinacionales instaladas en territorio catalán cuentan con un 'plan B', pero también se han tomado medidas entre las pymes. El objetivo es combatir los efectos negativos que comportaría la separación de España y evitar la debacle que supondría dejar de estar bajo el paraguas de la Unión Europea, lo que los responsables comunitarios se ocuparon la semana pasada de dejar claro que pasaría en caso de independencia.

De todas formas, las gestiones de los planes de contingencia se llevan con discreción extrema, dado que cualquier señal a ojos de la luz pública puede perjudicar a sus negocios. En una sociedad cada vez más polarizada entre los partidarios y los detractores de la independencia de Cataluña, cualquier gesto empresarial puede ser interpretado como negativo por una de las partes y lastrar la facturación. Y los empresarios catalanes, tradicionalmente reacios a hablar de sus negocios incluso cuando les van bien, no están dispuestos a correr ese riesgo, por lo que se impone el silencio.

Cambio de sede El cambio de sede social es una de las primeras actuaciones previstas por las compañías que bajo ningún concepto quieren dejar de pertenecer a la UE. Es más un trámite legal que un traslado físico de la actividad, y se puede ejecutar en horas.

La mayoría de compañías catalanas cuentan con instalaciones fuera de territorio catalán a las que poder trasladar el domicilio social, y los abogados especializados en Derecho empresarial pueden crear rápidamente una sociedad en otro lugar con este propósito. Ante esta posibilidad, economistas independentistas ya han advertido de que, en un eventual Estado catalán, las sociedades con negocios en Cataluña estarían obligadas a tener una sede local, pero ello no impide tener otras sedes. Lo que sí podría pasar es que algunos negocios se convirtiesen en filiales en su propia tierra a cambio de preservar su seguridad jurídica y las ventajas de formar parte de un Estado miembro. También se pueden multiplicar las escisiones de empresas, entre que hasta ahora estaban centralizadas en Cataluña pero que se vean abocadas a deslocalizar una parte de su actividad.

Ahorros como reserva Un escenario de independencia unilateral llevaría asociado un riesgo de tensiones financieras que podría condicionar la concesión de crédito, según las hipótesis que contemplan los empresarios, por lo que han apostado por ahorrar para tener una "reserva" con la que operar en caso de que se diesen restricciones de financiación.

Cláusulas contractuales Las empresas también han previsto protegerse a través de las cláusulas que incluyen a la hora de firmar contratos de negocios. En muchos acuerdos se incorpora habitualmente que se rigen por el Derecho español -de hecho, el Derecho catalán actual se limita al Código Civil-, lo que serviría a las empresas firmantes para evitar incertidumbres en caso de independencia unilateral.

También existen cláusulas para rescindir el contrato por causas de fuerza mayor, que se entienden como no previsibles o, siendo previsibles, no evitables. Así, en caso de problemas para dar cumplimiento al contrato por los efectos de la declaración de la independencia, quedaría sin efecto.

Pago de impuestos Uno de los temores del sector económico es quedar entre dos frentes respecto a qué administración deben pagar los impuestos si la Agencia Tributaria de Cataluña se autoerige como autoridad fiscal. En este caso, la solución es pragmática: el Estado tiene mayor poder coercitivo, por lo que prevén pagar a la Hacienda estatal.

Entre los argumentos para cumplir las obligaciones fiscales con la Agencia Tributaria española está que tiene un marco legal más sólido y aceptado por el ordenamiento jurídico nacional y europeo. Además, el Ministerio de Hacienda ya ha advertido sobre sanciones y responsabilidades penales en caso de no pagar los impuestos al Estado.

Diálogo político Todas estas medidas forman parte del 'plan B' empresarial, pero no renuncian al 'plan A' aunque el referéndum ilegal del 1 de octubre sea inminente. Insisten en el diálogo político para encauzar el descontento de parte de la sociedad catalana. Las patronales catalanas y estatales lo reclaman desde hace años, pero también las entidades que agrupan a intereses extranjeros aquí.

El Disparate Económico

"Catalexit': pérdida del 34% del PIB, deuda de 291.000 millones, control de capitales y recorte del 21,5% de las pensiones

El Cercle Català de Negocis (CCN), un grupo separatista de empresarios enemigos declarados de España, está repartiendo estos días un panfleto sobre las supuestas consecuencias económicas de la independencia que constituye el mayor conjunto de falsedades y cálculos delirantes imaginable. “El déficit fiscal con el conjunto de España destruye 250.000 empleos, la electricidad sería un 60% más barata, se crearían 70.000 puestos de funcionarios...”. 

Nada más lejos de la verdad. Cataluña perdería un tercio del PIB, nacería con una deuda pública insostenible, su moneda se depreciaría en torno al 30%, la fuga de capitales obligaría a implantar un 'corralito' y los 1,68 millones de jubilados perderían un 21,5% de sus pensiones. Y estos son hechos y cifras indiscutibles, son matemáticas.

Pero antes de entrar en el detalle, debemos resaltar dos hechos que sirvan de guía a los desinformados catalanes sobre las consecuencias de la locura suicida de la secesión. 

El primero son los cálculos realizados hace ya algunos años por el mejor estadístico español y uno de los grandes de Europa, Julio Alcaide, sobre las consecuencias económicas de la independencia: estos demostraban que Cataluña perdería más del 25% del PIB y su nivel de renta personal sería similar al de Portugal. Pero entonces la deuda era la cuarta parte de la actual.

Un 'Catalexit' puede ser incluso peor que el Brexit Si la región rompe con España, en lo que ya se conoce como 'Catalexit', esta se hundiría en un largo periodo de indertidumbre en todos los aspectos, no solo a nivel político

El segundo es el reciente análisis del impacto económico de la secesión realizado por el banco europeo ING: “El resultado será incertidumbre, hundimiento del poder de compra de las familias, reducción de la inversión directa y de la demanda exterior”. “La salida del euro llevará a una situación crítica al sector privado”. “Las encuestas muestran que el 62% de los catalanes está preocupado por el futuro si se independizan. De ahí solo hay un paso para que moderen su consumo, y si esa preocupación se convierte el pánico, como en Grecia, será necesario intervenir los bancos e instaurar un control de capitales”.

Salida de la UE Es el primer engaño al pueblo catalán de los sediciosos totalitarios: brutal, absoluto, masivo. No se van porque no les da la gana, “no pueden echar a 7,5 millones de personas”, pero ellos sí pueden privar de la nacionalidad española a cuatro millones de catalanes. 

La salida de la UE está prevista y tasada en los tratados, y es automática —aunque a Juncker, a quien el presidente de Hungría, Viktor Orbán, acusa de dirigir una amplia red en Bruselas al servicio de un conocido especulador dedicado a desmembrar países, y que ha puesto su enorme imperio mediático y su dinero al servicio de los sediciosos, se le 'olvide'—, luego tendría que pedir el reingreso para lo que se necesitaría la unanimidad.

Ni España, ni Italia, ni Bélgica, ni Alemania, ni Hungría, ni varios más lo aceptarían. No cabe perder el tiempo desmintiendo lo obvio. Quien desee profundizar, que lea el libro de Josep Borrell, que fue presidente del Parlamento Europeo: 'Las cuentas y cuentos de la independencia'. Se irán sí o sí, y no volverán.

Balanza comercial Las exportaciones de Cataluña en 2016 ascendieron a 65.160 millones de euros, las mayores de España, pero mucho mayores aún son las importaciones: 78.344 millones. Cataluña es la principal responsable del déficit comercial de España: el 6,2% de su PIB, tres veces más que el déficit del resto de regiones, que es del 2,1%. ¿Y qué va a pasar cuando Cataluña sea expulsada de la UE? Las pérdidas del Brexit se estiman en el 3% del PIB, pero aquí será mucho peor.

Cataluña perdería unos 6.000 millones en alimentación y farmacia, y en el resto de sectores una cifra similar a la de Reino Unido con el BrexitAsí, las multinacionales de alimentación y farmacia abandonarían la región al perder la oportunidad de abastecer al resto de España (entre el 50 y el 80% de sus ventas) y estar sometidas a arancel sus exportaciones a la UE

En total, una pérdida de 10.000 millones o el 4,7% del PIB, y unos 180.000 empleos.

Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio de EEUU en España, afirma: “Lo único que tiene sentido es un mercado de 46 millones que es España, y no uno de 7,5 millones que es Cataluña”. 

Balanza comercial con el resto de España No existe ninguna región en el mundo que tenga un excedente tan enorme con el resto del país como Cataluña. De los 20 principales mercados de Cataluña, 11 son regiones españolas. Venden a Aragón más de lo que exportan a Francia o Alemania, y a Andalucía, más que a Italia. En 2016, las 'exportaciones' catalanas al resto de España ascendieron a 61.000 millones de euros, y las 'importaciones', a 43.000 millones, lo que representa un superávit enorme de 18.000 millones, y eso sin incluir los servicios, donde la balanza es más desfavorable aún por los servicios financieros (Sabadell, CaixaBank). ¿Y qué va a pasar con estas 'exportaciones'?

Las ventas de las empresas catalanas a España caerían en unos 54.000 millones. Los servicios financieros pasarían a cero. En total, el 30% del PIB

Lo mismo que en los procesos de secesión europeos, que van desde lo ocurrido en separaciones amistosas —el caso de República Checa y Eslovaquia (separación de terciopelo)— y las no realizadas, pero sí muy estudiadas, entre Escocia y Reino Unido, y Quebec y Canadá, a separaciones no amistosas, como en el caso de los Balcanes y Rusia. Las relaciones comerciales entre las partes separadas se desploman, desde un 70% en las amistosas a más de un 90% en las no amistosas. Esto significaría que las ventas de las empresas catalanas a España caerían en unos 54.000 millones. Los servicios financieros pasarían a cero. En conjunto, cerca del 30% del PIB.

Deuda pública y privada Empezando por la pública, la afirmación de los prepotentes totalitarios del CCN resulta delirante: “Nuestra deuda se la come España con patatas”. 

En todas las separaciones europeas ha regido el principio de sucesión de deudas. Según el derecho internacional, los acreedores tienen como garantía jurídica los activos y el territorio, por lo que es imposible rechazar la responsabilidad en la deuda del Estado. Pero es que además quienes exigirían el pago de esta deuda son los acreedores (BCE, bancos, inversores), no solo el Estado español.

La deuda pública total de España (no solo la PDF) es de 1,54 billones de euros. Y se ha repartido en todos los procesos de separación o en función del PIB (República Checa y Eslovaquia; Balcanes y Rusia), o en función del PIB per cápita (lo previsto con Escocia y Quebec). Para Cataluña, serían 291.000 millones de euros por el PIB o 347.000 millones por el PIB per cápita. Es decir, ¡el 135% o el 161% de su PIB! El banco francés de negocios Natixis acaba de estimar esta deuda en 235.000 millones, pero considera solo la deuda PDF.

Da exactamente igual lo que los sediciosos totalitarios —que ejercen presión y amenazas sobre los catalanes no separatistas, a los que Rajoy ha abandonado totalmente a su suerte— puedan decir, es lo que va a suceder sí o sí, ya que si el nuevo Gobierno se negara a asumir su pago, serían excluidos de todos los mercados financieros primero y serían embargados todos los bienes que fuera posible. Este es el gran engaño que los sediciosos totalitarios están perpetrando al pueblo catalán, ya que esto lleva directamente a Cataluña a la suspensión de pagos.

En cuanto a las deudas privadas, las empresas catalanas deben 321.000 millones de euros y las familias, 102.000 millones. Pero peor aún, porque Cataluña saldría del euro y tendría que emitir una moneda propia, que se devaluaría de inmediato respecto al euro. Durante la crisis griega y su eventual salida del euro, se hicieron numerosos estudios sobre el comportamiento del dracma en caso de salida, fundamentalmente por los grandes bancos suizos, y la conclusión fue clara: el dracma se devaluaría en un 50% frente al euro en dos años; una depreciación del 30% para la nueva moneda sería un mínimo, lo que llevaría la deuda pública al 175% (reparto por PIB)/209% (reparto por PIB per cápita) del PIB catalán.

Fuga de capitales: el corralito En los procesos de secesión, “cuando la viabilidad de un nuevo país se cuestiona, los flujos financieros y de capital son el mayor elemento de incertidumbre”. En Escocia, a pesar de ser una región con unos enormes recursos petroleros y con una renta per cápita superior a la de Cataluña, y con expectativas de entrar en el euro, se estimó una fuga de capitales entre 20.000 y 100.000 millones de libras (Credit Suisse, HSBC, Citigroup, UBS). En Cataluña —cuyo PIB es el doble y que además saldría del euro—, estaríamos hablando como mínimo de entre 44.000 y 220.000 millones de euros. El control de capitales sería inevitable. O sea: el corralito.

Balanzas fiscales Los economistas separatistas han 'calculado' un déficit fiscal del 9,8% de su PIB, saltándose todos los gastos del Estado en Cataluña que les ha dado la gana. Hecho correctamente, el déficit es del 2,5%. ING lo resume así en su reciente análisis: “A pesar de que Cataluña es un contribuyente neto, la secesión no mejorará en nada la situación de los contribuyentes”. 

llevan 300 años robando al resto de España con aranceles protectores para su industria y comercio

Los impuestos los pagan las personas y las empresas, no los estados, y en cualquier sistema fiscal pagan más los que más ganan.

Más de 200 altos cargos del Gobierno de Puigdemont cobran más que RajoyDirectores generales, secretarios, 'consellers'... Son muchos los altos cargos del Govern catalán que gozan de un generoso salario a final de mes. Frente al famoso 'España nos roba', hay 278 altos cargos catalanes que se han puesto un sueldo que dobla al de Rajoy.

Sistema de pensiones Este es otro de los engaños, el más canallesco si cabe, de los separatistas totalitarios a los 1,68 millones de jubilados catalanes. “Si pagamos entre el 60% y el 70% de las pensiones españolas, ¿cómo no vamos a poder pagar las nuestras?”, dicen los sediciosos totalitarios de la CCN. Un disparate oceánico. Su déficit fiscal no llega a 5.000 millones, y el 60% de las pensiones contributivas son 80.000 millones. Así calculan todo. Cataluña gastó 23.159 millones en pensiones en 2016, e ingresó por cotizaciones 18.159 millones, un déficit de 4.934 millones, el 21,5%.

Cataluña es la región donde más gasta la Seguridad Social en pensiones: representa el 15,9% de la población española, pero en ella se cobra el 17,9% de las pensiones contributivas

La pensión media de la región es un 3,7% superior al promedio nacional. Andalucía, con un millón de habitantes más, tiene 180.000 pensionistas menos. En el conjunto de España, el déficit de las pensiones se cubre con deuda gracias a la barra libre del BCE; en una Cataluña independiente, eso sería imposible. Sepan pues los pensionistas catalanes la ruina que les espera con la independencia: perderían el 21,5% de sus pensiones.

Efecto económico total El efecto económico total es similar al calculado en su día por Julio Alcaide, solo que agravado por una deuda muy superior y la salida de la UE y el euro. El PIB caería un 34%, por la caída del comercio exterior e interior. La nueva moneda perdería un 30% de su valor, lo que llevaría la deuda pública al 175-209% del PIB, y a las familias y empresas endeudadas en euros, a la ruina. La fuga de capitales sería tan enorme que obligaría a implantar controles, es decir, el corralito. Finalmente, los pensionistas perderían un 21,5% de sus pensiones, igual que los sueldos de los empleados públicos, que obviamente no podrían mantenerse.

El falseamiento masivo del impacto económico, la traición sin límites a España de la izquierda (Podemos y compañía) y la inaudita cobardía de Rajoy, que lleva años dejando a los catalanes no secesionistas a merced de los sediciosos totalitarios sin mover un dedo, son sus grandes bazas. 

Es el resultado de 25 años de cesiones al nacionalismo por parte del nefasto régimen del 78, hoy ya explosivo por la 'noluntad' (voluntad de no hacer) de Rajoy y de todo el aparato del Estado a sus órdenes. 

INDEPENDENCIA, DEPORTE Y FÚTBOL EN CATALUÑA

Para aclarar las grandes mentiras de los supremacistas catalanes partidarios de la independencia.

El futuro del Barça en Champions y Liga dependería de la Federación

La UEFA solo inscribe en sus competiciones a los clubes designados cada temporada por las federaciones nacionales reconocidas oficialmente

Según se acerca el 1 de octubre, crece la marea de la pregunta simbólica que viene a explicar muchas cosas del proceso en marcha en Cataluña. 

¿Dónde jugará el Barça? Según la pretensión de la población separatista, donde quiera, porque para eso es una institución fetiche a nivel mundial. «Jugará en España», proclaman las voces que aspiran a una independencia a la carta. Desgajados de España, sí, pero solo a conveniencia de intereses. Pero esa idea choca con leyes y protocolos deportivos

Según la Ley del Deporte, en las ligas españolas solo pueden jugar clubes españoles o aquellos que, como Andorra (un país con cosoberanía entre el obispado de la Seo de Urgell y el presidente de la República Francesa), renuncian a su nacionalidad en favor del campeonato que disputan. Y en la Champions, la UEFA no llama a los clubes para saber si van a participar o no, sino que activa un formulismo en el que pregunta a la Federación por los equipos que han conseguido su plaza en el césped.

El Barcelona, campo de acción de estrellas multinacionales como Messi, Luis Suárez, Ter Stegen, Iniesta o Piqué, se ha posicionado a favor del referéndum que el Gobierno de España ha declarado ilegal. «El FC Barcelona, desde el máximo respeto a la pluralidad de su masa social, seguirá apoyando la voluntad de la mayoría del pueblo de Cataluña, expresada siempre de una forma cívica, pacífica y ejemplar», expuso en un comunicado.

Pero el presunto conflicto de pertenencia no afecta solo al Barcelona. El otro club de fútbol de la ciudad, el Español, ha sido neutral en su pronunciamiento. «Creemos que hace falta mantener al club y al deporte al margen de los acontecimientos político-sociales».

Tanto el Barcelona como el Español, el Gerona, el Nastic o el Sabadell tendrían que elegir dónde quieren pasar sus días, en caso de independencia de Cataluña. La Ley del Deporte, soporte de toda la actividad deportiva profesional y amateur en España, establece que solo los clubes españoles pueden jugar las ligas españolas. «Las sociedades anónimas deportivas y clubes que participen en una competición profesional deberán inscribirse en el Registro de Asociaciones Deportivas y en la Federación respectiva».

Paralelo imposible
El caso de Andorra es una excepción, a la que se podría acoger el Barça, pero siempre que se inscriba como club español en la Federación Española. Esto hizo el Fútbol Club Andorra en los años 40, ya que no existía entonces federación andorrana. Con la autorización de la Federación y la FIFA, el Andorra puede jugar la Copa del Rey y la Liga española. Actualmente está en la Primera regional catalana. Los clubes andorranos también participan en divisiones nacionales de baloncesto y fútbol sala.

Se ha comparado sin cesar en estos días el caso de Andorra con el del Barcelona. Y es imposible establecer paralelismos. En Andorra solo existen cuatro o cinco clubes de varios deportes. En Cataluña conviven 12.208 equipos federados, de los cuales 34 concursan en torneos nacionales. Tres en Primera división (Barcelona, Español, Gerona), tres en Segunda (Barça B, Reus, Nastic de Tarragona), siete en Segunda B (Cornellá, Lérida, Sabadell, Badalona, Llagostera, Olot y Peralada, en el grupo 3), y 20 más en el grupo 5 de Tercera.

El hipotético problema no afecta solo al Barça, sino a las 167.000 personas que juegan al fútbol integrados en clubes federados en Cataluña. Una opción probable en caso de independencia es que la Federación Catalana se constituyera como federación nacional y reclamase a la UEFA su inclusión en el listado de países adscritos. Sin ser el mismo caso histórico, algo similar a Croacia o Eslovenia después de la desmembración de Yugoslavia. En este supuesto, el Barcelona no podría jugar la Liga española, sino que tendría que competir en el torneo de su país, Cataluña, frente a los equipos anteriormente citados (Sabadell, Cornellá, etc).

El panorama sería otro a partir de ese momento. En la UEFA explican que Cataluña primero tendría que constituirse como federación nacional, cumpliendo la normativa de los estatutos de la FIFA en su apartado 11. Después vendría un proceso extenso y lento que la FIFA tendría que dilucidar mediante votación en un congreso. En el caso de Gibraltar, el litigio duró quince años hasta que fue reconocida como selección con derecho a jugar torneos internacionales. Eso sí, la UEFA prohíbe que quede encuadrada en un mismo grupo de clasificación que España.

Messi no podría esperar quince años para volver a la Champions. Si ninguno de estos supuestos se diese en breve plazo, fuentes de la UEFA responden a ABC que la clave es si el Barça sigue o no con licencia de la Federación Española (RFEF). Es decir, la UEFA no se pone en contacto con el Barça para preguntar si quiere jugar la Champions. Es la Federación la que debe notificar qué cuatro equipos representarán a España en el mejor torneo del continente y qué tres viajarán a la Europa League. No personaliza respecto a los clubes ni hace distinciones, sino que activa un protocolo concreto para cada federación nacional.

Pérdida de valor
Otro asunto nuclear son los derechos de televisión. La Liga los ha centralizado en una venta común de todos los equipos sustentada en un Real Decreto. Si Cataluña se separa de España y el Barcelona no se inscribe como club en la Federación, la Liga no lo incluiría en el reparto de dividendos, uno de los principales soportes económicos de los clubes. 

Si se articulase una Federación Catalana en la UEFA, el Barça tendría que vender sus derechos en proporción al interés de los partidos que jugase contra el Español, el Gerona y el Reus. La Liga perdería valor sin el Barcelona, uno de sus emblemas, pero el club del Camp Nou perdería bastante más según estas prospecciones.

EN BREVE

¿Por qué los equipos catalanes no podrían jugar la Liga española en caso de separarse de España? Porque la Ley del Deporte es clara al señalar en su artículo 15 que las «sociedades anónimas deportivas y clubes que participen en una competición profesional deberán inscribirse en el registro de asociaciones deportivas correspondiente y en la federación respectiva».

¿Puede la Federación Española de Fútbol por su cuenta inscribir al Barça? No, porque vulneraría su propio reglamento, que establece en su artículo 99 que «en virtud del principio que consagra la Ley del Deporte, por el cual la organización territorial de las Federaciones deportivas españolas se ajustará a la del Estado en Comunidades Autónomas, los clubes deberán estar integrados y afiliados a la Federación de ámbito autonómico del territorio al que geográficamente pertenezcan y solo podrán ejercer su actividad deportiva en las competiciones oficiales que aquélla organice en el ámbito de su jurisdicción».

¿Podrían los clubes catalanes inscribirse en otra territorial, por ejemplo la valenciana? El mismo artículo 99 del Reglamento federativo señala que «excepcionalmente, la Junta Directiva de la RFEF podrá autorizar que un club compita en un marco territorial distinto al que naturalmente le corresponda, previo acuerdo de las federaciones de ámbito autonómico implicadas, siempre que, previamente, lo aprueben la Asamblea General de la entidad de que se trate y, asimismo, las dos Federaciones implicadas, tratando cada una de ellas la cuestión como uno de los puntos del orden del día de la convocatoria». 

Sin embargo, juristas consultados por ABC consideran que ese artículo no sería de aplicación para este supuesto, pues habla de «dos federaciones de ámbito autonómico implicadas», y en caso de secesión, la catalana ya no sería una federación autonómica española.

¿Por qué los clubes de Andorra sí compiten contra los españoles? Los clubes del Principado de Andorra son los únicos extranjeros que compiten en las ligas españolas. Y ello es posible gracias a la disposición adicional 17ª de la Ley del Deporte, que les permite adscribirse a las federaciones españolas, como ocurre con el MoraBanc Andorra de baloncesto o el Fútbol Club Andorra de fútbol, que desde su fundación en 1942 ha pertenecido a la Federación Española.

¿Podría Cataluña constituirse en federación propia y jugar su Liga? Sí, pero por lo visto en otros casos recientes como el de Gibraltar, cuya federación ha tardado quince años en ser aceptada, sería un proceso largo y farragoso y que debería terminar siendo aprobado por el Congreso de la FIFA, según se especifica en el artículo 11 de sus Estatutos.

«Si gana el 'sí' los deportistas tendrán que elegir con quien competir» El Comité Olímpico Catalán ha escrito al COI para informarle de su derecho a ser un miembro más, en el marco de la campaña 'Esport pel Sí' (Deporte por el Sí), que defiende la implicación del deporte catalán en el referéndum de independencia del próximo domingo 1 de octubre.

El presidente del COC, Gerard Esteva, junto al secretario general del Deporte de la Generalitat, Gerard Figueras, les informa que, en caso de ganar el sí en el referéndum del 1 de octubre, iniciarán los trámites oportunos para solicitar su pleno reconocimiento internacional y su derecho a ser miembro del COI

Esteva aseguró que, en caso de triunfar el sí en el referéndum, los deportistas tendrán que elegir si competir con España o con Cataluña «al tener la doble nacionalidad». «Por parte nuestra no habrá ningún tipo de presión», aseguró el presidente del COC.

Las trabas con las que se encontraría un deportista catalánEl órdago secesionista puede tener unas consecuencias muy negativas para los deportistas de esa región. Hay una serie de puntos a tener en cuenta, partiendo de la base de que el olimpismo no admitiría a Cataluña en unos Juegos.

Lo que dice la Carta Olímpica El movimiento olímpico y el COI basan sus reglas en la Carta Olímpica, que dice lo siguiente respecto a la formación de nuevos comités olímpicos nacionales. En su artículo 29, «un CON solo puede reconocer una única federación deportiva nacional por cada deporte regido por una Federación Internacional». Y en el artículo 30, «la expresión país significa un Estado independiente reconocido por la comunidad internacional».

Fichas federativas españolas o catalanas Si Cataluña proclamase la independencia, los deportistas que quisieran competir con España tendrían que inscribirse como españoles en su federación correspondiente, de natación, triatlón o ciclismo. Los catalanes partidarios de la independencia no podrían ser seleccionados con España.

Extranjeros en el país para el que compiten La ley de transitoriedad aprobada por el Parlamento catalán promulga la idea de la doble nacionalidad con España. Pero esto depende de la voluntad del gobierno español para articular un convenio de doble nacionalidad. Si no lo aprobase, los catalanes serían ciudadanos extranjeros.

Se cierra el grifo de las ayudas para los atletas Muchos deportistas reciben ayudas económicas procedentes del Consejo Superior de Deportes (CSD) del Plan ADO para los olímpicos. Si Cataluña se separa de España, los deportistas catalanes perderían todas las fuentes de financiación que han recibido durante años para preparar sus especialidades.

Apartados de los Centros de Alto Rendimiento En los CAR se preparan la mayoría de los deportistas de alto nivel. La mayoría no pagan nada por usar sus instalaciones. Las Federaciones, con una parte de su presupuesto proveniente del Estado, abonan su estancia en estos centros vitales para obtener resultados y que ya no estarían a disposición de los atletas catalanes.


domingo, 10 de septiembre de 2017

LA CULPABILIDAD DE LOS POLÍTICOS EN LA AUTODESTRUCCIÓN DE ESPAÑA

España: la semilla del mal está en el desastre de la Educación autonómica

Por cobardía, por resignación o por pereza, el Estado ha permitido la desintegración de la pedagogía de la convivencia

EL proceso de desafección y ruptura que está viviendo la sociedad catalana es imposible de entender en su correcta dimensión sin el fenómeno subyacente de la desintegración de la educación nacional española. Desde hace años, el Estado ha permitido por comodidad, por cobardía, por resignación o por pereza, la atomización de la pedagogía de la convivencia, y en su lugar las autonomías han levantado una construcción ideológica disgregadora que ha descompuesto la identidad colectiva con la eficacia de una gangrena. El discurso particularista en la escuela se ha extendido por todo el territorio al amparo de la dispersión de competencias, pero han sido las comunidades hegemonizadas por el nacionalismo las que más a fondo y con mayor perseverancia han trabajado para ampliar esa grieta.

En la semana en que se producía el arreón secesionista, la asociación de editores de libros de texto ha publicado un informe demoledor sobre el diferencialismo en la enseñanza. Existen en nuestro país 25 manuales distintos de Ciencias Sociales -la asignatura clave en el sesgo de la interpretación histórica- y hasta 19 de matemáticas, una materia en la que poco debería influir, en apariencia, la cuestión identitaria. No se trata, pues, sólo de la cooficialidad de distintas lenguas propias, sino de un concepto de singularidad paroxística que ha fragmentado a conciencia los conocimientos educativos a partir de una idea fracturada de España.

Sin duda los nacionalistas han destacado en este impulso deconstructivo que han utilizado como base de su pensamiento mitológico, pero sería injusto atribuirles en exclusiva la responsabilidad de la asimetría docente. Todas las autonomías se han deslizado en mayor o menor medida por la pendiente de un confuso orgullo regional que pulverizaba la cohesión con una alegría negligente. La fascinación por la diversidad ha sido transversal a todos los partidos e ideologías y ha permeabilizado las sucesivas leyes; hasta un presidente balear del PP anunció con máxima solemnidad la edición de textos escolares en todas las modalidades lingüísticas de las islas... incluido el formenterense.

En ese revoltijo que los diferentes gobiernos, lejos de reconducir, han ido embrollando, los separatistas han encontrado la herramienta intelectual idónea para asentar su proyecto. Durante décadas y sin que nadie los frenase han sembrado con enorme efectividad la doctrina de la Cataluña soberana ungida por un destino histórico manifiesto. A despecho de todas las sentencias judiciales, han marginado el castellano de las aulas y desdeñado la tradición española identificándola con un marchamo extranjero. Nadie puede extrañarse ahora de que su concienzuda labor pedagógica de permeabilización social haya tenido éxito: son los únicos que, mientras España se abstenía de su supervisión obligatoria, se han tomado la educación como un asunto realmente serio.

IGNACIO CAMACHO / ABC, 10 de septiembre de 2017



España es culpable

No sé qué ocurrirá en Cataluña en octubre. Estaré de viaje, con la dosis de vergüenza añadida de quien está en el extranjero y comprueba que lo miran a uno con lástima, como súbdito de un país de fantoches, surrealista hasta el disparate. Por eso, el mal rato que ese día voy a pasar quiero agradecérselo a tres grupos de compatriotas, catalanes y no catalanes: los oportunistas, los cobardes y los sinvergüenzas. Hay un cuarto grupo que incluye desde ingenuos manipulables a analfabetos de buena voluntad, pero voy a dejarlos fuera porque esta página tiene capacidad de aforo limitada. Así que me centraré en los otros. Los que harán posible que a mi edad, y con la mili que llevo, un editor norteamericano, un amigo escritor francés, un periodista cultural alemán, me acompañen en el sentimiento.

Cuando miro atrás sobre cómo hemos llegado a esto, a que una democracia de cuarenta años en uno de los países con más larga historia en Europa se vea en la que nos vemos, me llevan los diablos con la podredumbre moral de una clase política capaz de prevaricar de todo, de demolerlo todo con tal de mantenerse en el poder aunque sea con respiración asistida. De esa panda de charlatanes, fanáticos, catetos y a veces ladrones –con corbata o sin ella–, dueña de una España estupefacta, clientelar o cómplice. De una feria de pícaros y cortabolsas que las nuevas formaciones políticas no regeneran, sino alientan.

El disparate catalán tiene como autor principal a esa clase dirigente catalana de toda la vida, alta burguesía cuya arrogante ansia de lucro e impunidad abrieron, de tanto forzarla, la caja de los truenos. Pero no están solos. Por la tapa se coló el interés de los empresarios calladitos y cómplices, así como esa demagogia estólida, facilona, oportunista, encarnada por los Rufiancitos de turno, aliada para la ocasión con el fanatismo más analfabeto, intransigente, agresivo e incontrolable. Y en esa pinza siniestra, en ese ambiente de chantaje social facilitado por la dejación que el Estado español ha hecho de sus obligaciones –cualquier acto de legítima autoridad democrática se considera ya un acto fascista–, crece y se educa desde hace años la sociedad joven de Cataluña, con efectos dramáticos en la actualidad y devastadores, irreversibles, a corto y medio plazo. En esa fábrica de desprecio, cuando no de odio visceral, a todo cuanto se relaciona con la palabra España.

Pero ojo. Si esas responsabilidades corresponden a la sociedad catalana, el resto de España es tan culpable como ella. Lo fueron quienes, aun conscientes de dónde estaban los más peligrosos cánceres históricos españoles, trocearon en diecisiete porciones competencias fundamentales como educación y fuerzas de seguridad. Lo es esa izquierda que permitió que la bandera y la palabra España pareciesen propiedad exclusiva de la derecha, y lo es la derecha que no vaciló en arropar con tales símbolos sus turbios negocios. Lo son los presidentes desde González a Rajoy, sin excepción, que durante tres décadas permitieron que el nacionalismo despreciara, primero, e insultara, luego, los símbolos del Estado, convirtiendo en apestados a quienes con toda legitimidad los defendían por creer en ellos. Son culpables los ministros de Educación y los políticos que permitieron la contumaz falsedad en los libros de texto que forman generaciones para el futuro. Es responsable la Real Academia Española, que para no meterse en problemas negó siempre su amparo a los profesores, empresarios y padres de familia que acudían a ella denunciando chantajes lingüísticos. Es responsable un país que permite a una horda miserable silbar su himno nacional y a su rey. Son responsables los periodistas y tertulianos que ahora despiertan indignados tras guardar prudente cautela durante décadas, mientras a sus compañeros que pronosticaban lo que iba a ocurrir –no era preciso ser futurólogo– los llamaban exagerados y alarmistas.

Porque no les quepa duda: culpables somos ustedes y yo, que ahora exigimos sentido común a una sociedad civil catalana a la que dejamos indefensa en manos de manipuladores, sinvergüenzas y delincuentes. Una sociedad que, en buena parte, no ha tenido otra que agachar la cabeza y permitir que sus hijos se mimeticen con el paisaje para sobrevivir. Unos españoles desvalidos a quienes ahora exigimos, desde lejos, la heroicidad de que se mantengan firmes, cuando hemos permitido que los aplasten y silencien. Por eso, pase lo que pase en octubre, el daño es irreparable y el mal es colectivo, pues todos somos culpables. Por estúpidos. Por indiferentes y por cobardes.

Arturo Pérez-Reverte
PATENTE DE CORSO

UNA SOCIEDAD ENFERMA: LA ESTUPIDEZ DE LA BURGUESÍA CATALANA QUE CULPA A ESPAÑA DE SUS FRACASOS

La indiscreta estupidez de la burguesía catalana

Entre los deportes de riesgo extremo, puenting, escalada, surf, etc. habría que catalogar uno nuevo, quizás el más peligroso de todos: “un catalán votando”. Nadie que conozca Cataluña puede comprender que tan buena gente tenga tan pésimos representantes.

Es el síndrome del pihippy, del burgués antisistema, del millonario de izquierdas que ha hecho su fortuna con prebendas públicas obtenidas precisamente por ese izquierdismo. No hace falta dar nombres, todos sabemos, por ejemplo, quiénes, con ese perfil, controlan los medios de comunicación de Cataluña y algunas cadenas de televisión nacionales.

Es muy cool pasear por el Círculo Ecuestre o por el Real (?) Club de Polo, quejándose de Madrit, soñando con una Cataluña libre, Arcadia feliz, por fin liberada de la rémora de España, su sanguijuela eterna, la tenia que impide su desarrollo.

Así una burguesía que debe su riqueza a la existencia de un arancel que ha protegido siempre sus productos a costa de encarecerlos en el mercado nacional en perjuicio de otras regiones, por ejemplo Valencia, que hubieran prosperado muchísimo más en un marco de libre cambio con el exterior, ha presumido constantemente de que han sido sólo su esfuerzo y su gran habilidad empresarial los creadores del tejido industrial catalán. Son sólo Cataluña y los catalanes los responsables de que exista esa riqueza en esa región.

Todos sabemos que SEAT, por ejemplo, es una empresa creada por catalanes exclusivamente que, con su laboriosidad e ingenio, inventaron el automóvil, que la Barcelona Traction and Power fue la inventora de la electricidad y el modelo de todas las compañías eléctricas del mundo, sobre todo por su seriedad financiera, porque las finanzas catalanas siempre han sido ejemplares, el ejemplo a seguir por todos los sistemas financieros desarrollados, que ven con admiración los ejemplos de Banca Catalana, de Caixa Catalunya y de la existencia de la propia Bolsa de Barcelona, otro caso de envidia de Madrit, culpable de la desaparición del ejemplar Mercado Libre de Valores de Barcelona cuyas estafas y quiebra final debieron ser seguramente obra de no catalanes infiltrados. Y da igual que autores tan poco sospechosos de anticatalanismo como Vicens Vives o Jordi Nadal, de quien tuve el honor de ser alumno, sostengan lo contrario, eso no es cool, mejor olvidarlo.

Porque si hace falta mentir y cambiar la historia pues se hace: el reino de Aragón no existió, Casanovas fue un patriota catalán ejecutado por Blas de Lezo, lo que supuso que Cataluña perdiera su independencia en 1714, Franco conquistó Cataluña a sangre y fuego y los patriotas catalanes la defendieron bravamente hasta el último momento y luego se mostraron como antifranquistas irredentos durante cuarenta años, etc.

El problema es que en la realidad esa burguesía dominante nunca ha sido tan brava, los bravos en Cataluña, desde el Noi del Sucre hasta Durruti, han sido los anarquistas, desde el XIX una fuerza muy importante en esa región, primero de forma revolucionaria, hasta que un imperialista español, jerezano, acabó con ellos entre aplausos, hoy también negados, de esa burguesía; posteriormente consiguiendo batir en toda la línea a las fuerzas regulares del ejercito español en julio de 1936, mérito que les fue reconocido con su exterminio posterior por los comunistas, porque Stalin les tenía el mismo cariño que a los burgueses, quienes a su vez, visto lo visto, empezaron a pensar que igual se habían equivocado de bando en la guerra, lo que permitió por ejemplo que Yagüe entrase en Barcelona desfilando por la Diagonal, sin un tiro ni de paqueo.

Pero ya sabemos que todo eso es mentira, propaganda españolista, una vez más esa burguesía reincide en su absurda querencia y se apoya en los actuales antisistema, les sigue el juego, es cómplice con ellos de todas las ilegalidades habidas y por haber y vuelve a ser su cautiva, en una especie de síndrome de Estocolmo inexplicable porque, ¿de verdad alguien con un mínimo sentido común cree en la viabilidad de una nación independiente catalana regida por los políticos que están ciscándose en todos los principios democráticos y ensuciando con su presencia todas sus instituciones? ¿De verdad se sienten representados por ellos?

Y volverá a pasar lo de siempre: la ilegalidad será derrotada en el juego democrático, pero los anarquistas se lanzarán a la conquista de la calle, viviremos jornadas de fuego y sangre, que nadie lo dude, una horda que deja arrasadas las Ramblas cuando celebra un título de liga del Barcelona incendiará algo más que contenedores de basura, para, finalmente, tras algunos centenares de muertos, asistir a otro desfile triunfal por la Diagonal entre ovaciones. Y vuelta a empezar en ese trágico bucle que es la verdadera historia catalana, la que ni se cuenta ni se explica y por eso estamos condenados a repetirla.




Guruceta 

La excitación que el referendo causa en personas por lo demás sensatas se explica por lo que tiene de revancha

Éste es el referendo de las mil batallas perdidas. El Barça y el catalanismo, que tantas veces se han expresado en un solo clamor, son el mismo río que lleva las frustraciones de tantos y tantos catalanes. Un entremezclado sentimiento de agravio, desde Guruceta hasta 1714, ha servido para cancelar cualquier autocrítica, justificar toda clase de mediocridades y convertir cada derrota en un atraco y vivirla desde una endogámica superioridad moral que ha traído más derrotas y más amargas, como siempre que buscamos culpables ajenos en lugar de entender nuestros errores y aprender de ellos.

La excitación que el prometido referendo causa en personas por lo demás sensatas se explica por lo que tiene de revancha. Con él pretenden ganar en el descuento todo lo que en su vida perdieron. La Guerra Civil, el sesentayocho, no haber llegado nunca a ser más inteligentes que sus padres pese a las infinitas lecciones que les dieron, el penalti de Guruceta, que Franco se les durmiera, el odio a la Iglesia, el desprecio de Dios y ese relativismo de listillo universitario que de muy jóvenes les llenó de orgullo y les vació de dignidad y que ha sido la madre de todos sus naufragios. Hay muchos, muchísimos catalanes entre 40 y 70 años que sangran por estas derrotas vividas o heredadas y que pese a ser de clase alta, o media alta, y a la discrepancia formal con la CUP, embisten con su misma desesperación, con su misma rabia.

Tal vez sea su última oportunidad para resarcirse de su derrota permanente y por eso buscan con la independencia de Cataluña -que hace cinco años que les importa, nunca antes- dar un destino a sus vidas que al final las salve de esa vulgaridad, amorfa y sin esperanza, a la que siempre conduce la arrogancia. Esta pulsión, tan emocional, cocida al fuego humillante de tantísimos fracasos, explica la transversalidad del independentismo y por qué en determinados ambientes de bienestar y orden se llega a coquetear con lo revolucionario. El catalanismo, como el barcelonismo, se basa en un sentimiento de agravio, en una supuesta deuda eterna, en una rabia alimentada de generación en degeneración que en todo te da la razón y que de cualquier culpa te libera. 

La idea de que España nos odia, nos perjudica, nos hace trampas y nos roba ha promovido no sólo un catalanismo sino una sociedad catalana ajena a la autoexigencia, narcisista, autocomplaciente, que está tan persuadida de tener razón que la menor discrepancia la ve como un insulto o como una traición, como el sonido del silbato de Guruceta o los cañones del duque Berwick justo antes de que capitulara Barcelona.