jueves, 15 de junio de 2017

SOBRE EL ODIO AL IMPERIO ESPAÑOL

El odio al imperio español no es algo original, es un odio similar al que los griegos sintieron por el romano, o el que los franceses e ingleses sintieron en los siglos XVIII y XIX por el ruso

La Inquisición ejecutó a unas 30 personas al año entre Europa y América de los siglos XVI al XIX.

Hace muchos años, leí cómo la Inquisición española, que operó durante más de 300 años en España y las Indias, generó un número de condenados a muerte inferior a las 3.000 personas, según el hispanista británico Kamen, cifra que aumentaría según otros estudiosos hasta 10.000. El número de condenados sobre el total de procesados se acerca al 4%, muy por debajo de lo que comúnmente se piensa. A su vez, muy pocos fueron quemados vivos, en contra de lo que se cree, ya que este castigo se reservaba a los 'relapsos' o gente que habiendo confesado luego se desdecía. En este punto, resultan sangrantes las confesiones por tortura, pero según la documentación de la Inquisición valenciana, tan solo un 2% de los procesados eran sometidos a tortura.

También es importante precisar que entre los condenados de la Inquisición no solo figuran 'delitos' religiosos, sino también procesos por delitos más comunes como la pederastia o la falsificación de monedas. Además, en las Indias el mandato de la Inquisición solo se dirigía a colonos, no a indígenas, indígenas que por otro lado siempre figuraron en los censos de población realizados por los funcionarios reales, junto a la población europea o mestiza, algo que nunca ocurrió con los censos ingleses o franceses. En conjunto, la Inquisición ejecutó a unas 30 personas al año entre Europa y América entre los siglos XVI y XIX.

Muy posiblemente, la Inquisición española fue nociva para el país y su progreso, inmoral en sus métodos e inaceptable en sus planteamientos, pero su extensa documentación permite a los historiadores cifrar realidades y combatir con estas los mitos que generan las leyendas, a veces amplificadas por el cine y la cultura popular. La 'leyenda negra' de la Inquisición se popularizó desde mediados del siglo XVI, exagerando en muchos casos sus perniciosas acciones.

En la matanza de San Bartolomé, los franceses mataron en una noche entre tres y cuatro veces la gente que mató la Inquisición en 300 años

Pues bien, la matanza sobre los hugonotes protestantes instigada por Catalina de Médici y perpetrada por católicos franceses en la noche de San Bartolomé, el 23 de agosto de 1572, alcanzó el rango de 10.000 a 20.000 asesinatos. En otras palabras, los franceses mataron en una noche entre tres y cuatro veces la gente que mató la Inquisición en 300 años.

Sin embargo, ¿qué leyenda negra ha perdurado?

Si la Inquisición española es uno de los grandes pilares de la leyenda negra, el otro gran vector en el que se basó la leyenda negra fue el 'genocidio' en América. Si las afirmaciones del fraile español Bartolomé de las Casas sobre la intensidad de las masacres cometidas por los españoles sobre los indios fueran ciertas, cada español hubiera tenido que matar 16 indios al día desde la llegada de Colón a América hasta la independencia de las colonias en el primer tercio del siglo XIX. 

Así de contundente se muestra la profesora de Historia María Elvira Roca, que ha sido docente en Harvard e investigadora en el CSIC. En su excepcional y extremadamente documentado libro recientemente publicado, 'Imperiofobia' (Siruela, 2017), analiza el surgimiento de la leyenda negra contra el imperio español, leyenda que se contrapone con la 'Legenda aurea', libro medieval muy popular que narraba la vida de santos heroicos. 'Imperiofobia' no es una defensa subjetiva del imperio español. Como buena historiadora, la autora se basa en analizar documentación y datos objetivos, para sobre los mismos plantear una realidad histórica y confrontar esta con supuestas verdades repetidas durante siglos.

Es interesante recordar cómo muchos pueblos indígenas ayudaron a los españoles levantándose contra sus violentos amos, proceso especialmente relevante en la conquista de México, cuando muchas tribus se aliaron con los escasos 200 hombres de Cortés para librarse de la férula de Moctezuma. El motivo es sencillo: el imperio azteca era mucho más horrendo que el español. Así, cuando se inauguró en 1487 el gran templo a Huitzilopochtli en Tenochtitlán (donde hoy se erige la catedral de México DF), el emperador azteca Ahuitzotl lo 'celebró' sacrificando a 80.400 prisioneros, muchos de ellos niños, en cuatro días; 14 víctimas por minuto, un ritmo de genocidio que superó incluso las cámaras de Auschwitz, según el historiador Victor Davis Hanson ('Matanza y cultura').

No está mal para no conocer los aztecas ni siquiera la rueda; lo suplieron con cuatro toboganes donde iban arrojando a los acuchillados simultáneamente.

En realidad, el odio al imperio español no es algo original, ya que, como demuestra 'Imperiofobia', es un odio similar al que los griegos sintieron por el imperio romano, el que los franceses e ingleses sintieron en los siglos XVIII y XIX por el imperio ruso, o el que una buena parte de los intelectuales europeos sintieron y sienten por el imperio norteamericano.

Los españoles, al igual que los romanos, fueron difamados como racialmente impuros (el antisemitismo figura siempre en las críticas a los imperios), degradados, incultos… en gran parte por los intelectuales italianos, que no entendían por qué su refinada patria estaba ocupada por bárbaros españoles. Los intelectuales griegos proferían el mismo tipo de odio hacia los romanos. La realidad es que esos intelectuales jamás serían capaces de levantar un imperio, algo que sí hicieron los soldados romanos y españoles. Ambos imperios, a su vez, admiraron profundamente a Grecia y a Italia. Roma hizo frente a sus críticas con una premonición: “Ochocientos años de prosperidad y disciplina han consolidado esta enorme máquina del Imperio romano, el cual no puede ser destruido sin derribar también a aquellos que lo destruyan”.

Los siglos oscuros de muchas zonas de Europa tras la caída de Roma avalan dicha profecía. 

Como afirma la profesora Roca, el odio contra los imperios surge siempre del complejo de inferioridad “que resulta de ocupar una posición secundaria” y de la frustración. En sus palabras, “el negocio de la irresponsabilidad es fundamental para entender el éxito siempre arrollador de las propagandas antiimperiales. Vender irresponsabilidad ha sido siempre muy lucrativo. Que la culpa sea de otro es descansado. Alivia el alma y nos evita muchos quebraderos de cabeza y mucho esfuerzo”.

Dado que el imperio español fue el cuarto más grande del mundo, con 20 millones de kilómetros cuadrados (lo superaron el inglés, el ruso y el mongol), las reacciones de odio son entendibles en un contexto histórico. Lo interesante es por qué perviven: se generan fuera y luego acampan dentro. Como dice la autora, lo único que queda del imperio español es el odio que ciertas corrientes de opinión aún siguen sintiendo por España.

La lectura del libro genera una conclusión evidente: el odio se mantiene porque sus elementos subyacentes, a saber, el complejo de inferioridad, la irresponsabilidad y la frustración, siguen vigentes.

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