sábado, 28 de abril de 2012

SOMOS UNOS IRRESPONSABLES


Somos unos irresponsables, de Fernando Vallespín en El País

El debate general de Presupuestos llegó a lo bochornoso, casi a lo esperpéntico
En el momento en que más arrecia la crisis económica, la gran preocupación de los españoles no parece ser la búsqueda de una solución a sus muchos males. No, lo que más nos excita es definir al culpable, al responsable de la situación en la que nos encontramos. El espectáculo del martes en el debate general de Presupuestos llegó a lo bochornoso, casi a lo esperpéntico. En vez de tratar de facilitar acuerdos, una vía para favorecer un puñado de consensos mínimos entre las fuerzas políticas, todas las energías se centraron en buscar un chivo expiatorio al que endosarle la responsabilidad por lo que nos pasa. Para unos eran las comunidades autónomas; para otros, el Gobierno anterior o, en fin, el errático rumbo de los recortes de Rajoy y su equipo. Y, se les nombre o no, los villanos habituales, la señora Merkel y los fantasmales mercados. Nadie hizo la más mínima autocrítica, el culpable siempre es el otro. Lo más fascinante es que, al parecer, quien nos va a resolver el problema va a ser también alguien de fuera. François Hollande, por supuesto. Como si fuéramos menores de edad sin el más mínimo control sobre nuestro destino.
Así visto, y ya que necesitamos saber imperiosamente quién o qué nos ha traído hasta aquí, tengo para mí que el culpable es nuestra propia irresponsabilidad, la incapacidad para asumir las consecuencias de nuestros actos. Y a este respecto no nos libramos ninguno. En primer lugar, los políticos. A lo largo del extenso ciclo de bonanza hemos alimentado una especie que, a falta de mejor término, calificaría como la del “político pelota”. Su principal característica consistiría en el permanente halago al ciudadano, en hacerle sentir que importa y, por tanto, en permitirle obtener todos sus caprichos, los que pedía y los que entendía que se le habían de conceder para crearse clientelas fijas, un electorado fiel. Se abrió así una puja por ver quién daba más. Que hubiera dinero o no era ya una cosa secundaria. Lo importante era comparecer en las siguientes elecciones con todas las medallas puestas. Y hoy el resultado de esta subasta lo están pagando los jóvenes. Pueden desplazarse en AVE por la geografía nacional, estudiar en su propia capital de provincia, pero si quieren empleo habrán de cruzar alguna frontera.
Luego está la propia ciudadanía, encantada de verse únicamente como titular de derechos y sin ninguna obligación; limitada a su papel de consumidora de servicios públicos, e indignada después cuando vino el ajuste. En parte tiene razón, no era eso lo que le habían vendido, aunque hay que decir que tampoco hizo nada por ver qué había detrás de tantos cantos de sirenas. Como bien decía el profesor Del Águila, “cuanto más se aleja el individuo del ciudadano, cuando más dejamos de lado los deberes, incluyendo el deber de pensar o juzgar políticamente las situaciones, más infantiles nos volvemos”. Y ese sujeto infantilizado se embarcó también en una orgía consumista de hipotecas y coches de alta gama. Siempre a crédito, por supuesto. Y aquí entran, claro, los que ahora vemos como los más mezquinos, los banqueros. Porque, como todos los seductores, pierden su interés por la presa una vez obtenida y buscan afanosamente otra sobre la que descargar su codicia. Ahora siguen siendo un problema, ya que a sus dirigentes les parece interesar más la conservación del poder en sus entidades que su saneamiento efectivo, aunque de eso no se hable. Y podemos incluir también a los medios de comunicación, que no hicieron la pedagogía adecuada y porfiaron en pintarnos una realidad de Alicia en el país de las maravillas.
Lo que quiero decir es que un país no puede endeudarse al ritmo en el que vinimos haciéndolo sin que, por la causa que fuere, todos seamos responsables. Mientras sonaba la música, seguíamos bailando. Ahora se acabó la fiesta y hemos de refrenar nuestros impulsos cainitas, arremangarnos y empujar en la misma dirección. Si nos hundimos, nos hundimos todos, hasta el que viaja en primera. Hemos de mirar hacia adelante, no hacia atrás, y diseñar un proyecto común, unos objetivos compartidos; abandonar tanto el ensimismamiento tecnocrático del recorte como fin en sí mismo, sin modelo que lo sustente, como los simplismos populistas. Necesitamos enhebrar un nuevo relato de lo que queremos y podemos ser. Y las actitudes también cuentan. Basta ya de lamentos, de acusaciones retrospectivas y de tanta depresión colectiva y pasemos a la acción. Recuperemos de una vez el sentido de la responsabilidad que perdimos entre tanta ensoñación de niños malcriados.



martes, 24 de abril de 2012

QUÉ ES AHORA LA EXTREMA DERECHA EN EUROPA


Hay pocos temas que revelen de una manera tan nítida el cambio de mentalidad que está viviendo nuestra sociedad como el del auge de las nuevas formaciones políticas de la derecha radical populista, cuyo episodio más reciente es el triunfo de Marine Le Pen con su 19% de los votos en la primera vuelta de las presidenciales francesas. 

Como subraya Aitor Hernández-Carr, investigador del IGOP-UAB y consultor analista de SOCOL-Tecnologia social, en su estudio La derecha radical populista en Europa: discurso, electorado y explicaciones formaciones como el Frente Nacional francés, el Vlaams Berlang flamenco, los Partidos del Progreso escandinavos y el Partido de la Libertad austríaco comparten discursos a través de los cuales podemos leer nuestra sociedad. Entre ellos:

1. Apelan al hombre común. Frente a la extrema derecha del pasado, que priorizaba la defensa de un cierto orgullo nacional, los partidos actuales insisten en la defensa del hombre común frente a las élites, poniéndose de parte de ese ciudadano normal y corriente que está siendo "explotado" por los grandes poderes. Eso lleva a que estas formaciones “se apoyen ampliamente en esa sensación de ninguneo que tiene una parte de la población y que incorporen discursos de corte social, atacando al euro y a las políticas de recortes actuales”. De este modo se han granjeado muchas simpatías entre la clase trabajadora. 

En España estas clases trabajadores ven como los partidos socialistas y los sindicatos, así como la extrema izquierda, también se centran en promover intereses ajenos a los de los trabajadores, lo que no provoca un giro a la extrema derecha pero sí un abandono de sus apoyos.

2. Hacen valer la identidad frente a las amenazas exteriores. En un mundo cambiante, estos partidos tratan de preservar la cultura nacional, pero ya no para salvaguardar viejas esencias ligadas con una identidad de destino en lo universal, sino como refugio seguro respecto de un entorno que no acertamos a entender. 

En nuestro país la izquierda abandona la cultura nacional en favor de la cultura local, un regreso a la aldea que se enfrente a la amenaza exterior que se personifica en España.

3.  Han sustituido la raza por la cultura. “Ya no apelan al racismo biológico y la inferioridad de los inmigrantes, sino que resaltan la exterioridad de éstos respecto del grupo mayoritario”. Eso hace que se subrayen los problemas de convivencia que pueden provocar personas que tiene costumbres muy distintas de las nuestras, que se señalen las dificultades de integración “y que se critique la presencia excesiva de personas foráneas que pueden amenazar nuestros valores, estilos de vida y tradiciones”. 

Mientras en España la izquierda se abona a una mezcla de raza y cultura, el aldeanismo y el RH y la cultura local.

4.  La clase media y la obrera confluyen  en su electorado. El votante de este clase de partidos solía pertenecer a unas capas intermedias compuestas por pequeños empresarios, propietarios de pequeñas tiendas y autónomos, a los que se han unido, como se aprecia especialmente en la experiencia francesa, “trabajadores manuales, trabajadores de cuello blanco de rango inferior y desempleados”, llevándose así un buen número de votos que iban a parar tradicionalmente a la izquierda.

5. Tienen éxito entre los jóvenes y entre la adultez temprana. Las formaciones de esta derecha postindustrial ya no tienen que ver con ese votante de edad avanzada que tenía en la memoria tiempos mejores. Ya no son partidos nostálgicos, y por ello han encajado bien entre los treintañeros y entre los jóvenes. En gran medida, señala Hernández-Carr, porque éstos poseen una mucho menor identificación partidista que sus mayores. “Hay gente que tiene discursos contra la inmigración muy duros, pero como están habituados a votar a las fuerzas tradicionales de derecha o de izquierda, siguen haciéndolo. Los jóvenes, por el contrario, están mucho más abiertos a partidos nuevos. Además, hablamos de formaciones que se presentan como rupturistas, lo que las hace aún más atractivas a sus ojos”.

6. Ofrecen respuestas simples y directas a problemas complejos.  La más habitual era la que señalaba a los inmigrantes como la causa del descenso en nuestro nivel de vida, pero ese estrato poblacional ha dejado paso a una capa mucho más desgastada, la política. Como asegura Hernández-Carr, “hace ya dos décadas que nuestros dirigentes están perdiendo legitimidad, pero la crisis ha acelerado notablemente el proceso. La sensación de impotencia con que están viviendo los ciudadanos esta crisis la han focalizado en los políticos, cuyas limitaciones a la hora de ejercer el poder se han vuelto mucho más evidentes, lo que ha provocado que se conviertan en los primeros culpables de que las cosas vayan mal”.

7. La percepción del deterioro económico es un motor de su éxito. No se trata sólo de que quienes han salido perdiendo en el nuevo contexto voten a estos partidos, sino que su influjo se ha extendido a esos sectores de la población que contemplan preocupados cómo el nivel de vida está descendiendo a su alrededor. “Hay una sensación muy fuerte de angustia hacia el futuro que hace que se busquen discursos muy claros. El de la autoridad y el orden es uno de ellos”. Y en varios sentidos, porque no se trata sólo de que se requiera mano firme contra problemas cotidianos, sino que se demandan líderes fuertes que sepan poner orden en una sociedad que está perdiendo su norte, también en lo económico: “Ese discurso de recuperación de la soberanía nacional frente a la UE que ha utilizado Le Pen tiene que ver con esta tendencia”.

8. Es un movimiento reformista, pero que cambiará las cosas. “Si el fascismo era revolucionario, la nueva derecha es reformista, porque quiere transformar la sociedad pero manteniendo el marco legal actual. No busca otro tipo de Estado, sino que quiere introducir novedades en la democracia. Hay una encuesta reveladora según la cual uno de los aspectos que más valoraba la gente de la dirigente del Frente Nacional era que realmente quería cambiar Francia y que su llegada al poder implicaría novedades reales”. Aunque está por verse hasta qué punto eso es cierto, porque “ninguno de estos partidos ha llegado a gobernar en solitario y  no sabemos si sus discursos son sólo para ganar votos o esconden intenciones verdaderas, lo cierto es que han provocado muchas simpatías entre los votantes”. En otro sentido, que se proclamen reformistas también ha provocado que muchas de sus propuestas puedan ser asumidas como propias por los partidos tradicionales, que buscan ganar votos haciendo guiños electorales a simpatizantes ajenos. Esto es, afirman los expertos, lo que hará Sarkozy para recoger en segunda ronda a los seguidores de Le Pen.

9. Los medios les prestan mucha atención. Televisiones y diarios recogen con mucha frecuencia noticias sobre sus líderes y dan notable cobertura a las temáticas que les son favorables pero, al mismo tiempo, suelen descalificarles y estigmatizarles. “Se da cierta fascinación con estos partidos y con sus líderes, aun cuando se les defina como marginales. Cuando ni siquiera era regidor en Vich, Josep Anglada ya gozaba de una atención mediática constante”. 

En España, en cambio, a quien se presta atención es a la extrema izquierda a la que se presenta como demócrata y constitucionalista, a pesar de promover reformas antidemocráticas y de desear acabar con la Constitución para imponer una dictadura de corte castrista.

10. Por qué no funcionan en España. La excesiva vinculación de la extrema derecha española con el franquismo. La no consolidación de la inmigración como un eje de confrontación política, lo que no tardará mucho en llegar, o la monopolización del potencial espacio electoral de la derecha por el PP son motivos que explicarían un mayor respaldo a esta clase de partidos en el suelo político español.  Pero hay otro factor, como la inexistencia de un líder fuerte y sólido, que ayuda a que no sean visibles. “Estos partidos necesitan una militancia que se patee las calles, por lo que han de contar con un líder que cree empatía y que no esté marcado como extremista y que, al mismo tiempo, sea aceptado por las diferentes corrientes de la derecha radical, lo cual no es sencillo”.




viernes, 20 de abril de 2012

MAPA PARA UNA INVASIÓN ZOMBIE



En caso de invasión zombi los ciudadanos sabrán donde acudir. Se trata de una iniciativa bautizada como "Map of the Dead", basada en la tecnología de Google Maps, que muestra los puntos de ayuda a los que acudir en el caso de que los muertos cobrasen vida. Los usuarios pueden encontrar puntos para repostar gasolina, para conseguir comida o armas en caso de que una amenaza zombi se desarrolle en su ciudad. Se trata de un mapa mundial en el que se puede introducir el nombre de una ciudad para ver sus posibilidades directamente. 

Son numerosas las novelas, películas, series o videojuegos que han simulado estas historias. En la mayoría de estas historias, los protagonistas se encuentran ante una situación crítica en la que deben hacer acopio de todo tipo de víveres. Sin embargo, si estas historias fuesen ciertas, es muy posible que más de uno se encontrase perdido, sin saber a donde acudir para conseguir vienes de primera necesidad y protección. Para evitar esas situaciones de pánico, un proyecto ha creado el mapa definitivo para invasiones zombis. Para ello, se ha empleado la tecnología de Google Maps y la información de diferentes directorios, en España Páginas Amarillas. 

El resultado es un útil mapa, sobre todo en caso de amenaza zombi, que contiene iconos que señalan puntos importantes en caso de peligro. Cada punto cuenta con un símbolo y un color que lo identifica según el tipo de suministro que se puede conseguir en ese punto. Los usuarios pueden ver los sitios en los que adquirir un arma, muy numerosos en Estados Unidos pero no tanto en España, los lugares donde conseguir alimentos o gasolineras para repostar. Además, hospitales, aeropuertos, farmacias e incluso dentistas están representados también en el mapa. 

En caso de Apocalipsis zombi, toda esta información puede ser de vital importancia para los usuarios y mientras tanto, es un ejemplo de las posibilidades que ofrece Google Maps.